jueves. 25.04.2024
popul
 

Según el DRAE, el populismo es una tendencia política que pretende atraerse a las clases populares. Originariamente nace de un movimiento en Rusia en el siglo XIX, el Narodismo, traducido al castellano como populismo, procedente del lema ir hacia el pueblo de los movimientos progresistas rusos de la segunda mitad del siglo XX. 

En la Ciencia Política el populismo es un concepto que divide a la sociedad en dos bloques contrapuestos entre sí, el verdadero pueblo y la élite corrupta según Cas Mudde.

Para la Psicología Evolutiva, el populismo, es un comportamiento que nos caracteriza como especie, que en el pasado fue una ventaja adaptativa, que nos permitió la supervivencia como especie que lo compartimos con otros primates. Estos grupos organizados, tanto primates como humanos, tienen una jerarquía de dominancia y eligen un líder admirado y respetado en la tribu.

Nuestra organización social actual es mucho más grande y compleja que la tribu. Las investigaciones en este campo aportan la preferencia que tenemos por un individuo dominante, cuando se produce un incremento de la incertidumbre (económica, social, física u otra) en el ambiente que nos rodea.

En el año 2017 se realizó un experimento social con indicadores macroscópicos para estudiar la influencia de la incertidumbre económica (tasa de pobreza y desempleo, entre otros). Los resultados revelaron que los estadounidenses que participaron en el estudio consideraban a Trump como más dominante que Hillary, y a esta como más prestigiosa a nivel profesional, independientemente de si eran demócratas o republicanos. Una mayor incertidumbre económica predijo una preferencia por Trump. 

En el movimiento socialista internacional, se empezó a utilizar “populismo” para designar un movimiento que se oponía a las clases altas pero que, a diferencia del marxismo, se identificaba con el campesinado y era nacionalista. Hoy el término ha adquirido connotaciones muy distintas. El término “populismo”, cada vez más escuchado en la sociedad, aparece asociado como sinónimo de demagogia. Se aplica de manera indiscriminada a gobiernos, regímenes políticos, formas de Estado, personalidades o políticas económicas.

Hay tres formas de enfocar el populismo: Bien como una ideología, separa pueblo de elite. Bien como estrategia política, que contempla la aplicación de determinadas políticas económicas, como por ejemplo la nacionalización de empresas. Bien como modo de organización política en el que un líder ejerce el poder con el apoyo de sus seguidores, frecuentemente pertenecientes a sectores que pueden estar marginados.

El movimiento socialista internacional comenzó a utilizar el término populismo para denominar a movimientos que se oponían a las clases altas pero que, a diferencia del marxismo, se identificaba con el campesinado y era nacionalista.

En EEUU, se comenzó a utilizar el término para referirse al que fue efímero People´s Party, nacido de granjeros de poco poder adquisitivo con ideología anti alienista y progresista y fuerte componente anti intelectualista.

En la década de los años sesenta del siglo XX, se tomó el término en otro sentido. Se utilizó para denominar a una serie de movimientos reformadores del Mundo en Desarrollo (Peronismo de Argentina, el Varguismo en Brasil o el Cardenismo en México), con rasgo común basado en un liderazgo personal, sin pluralismo de partidos políticos. En la década de los setenta del pasado siglo, se denomina populismo a cualquier movimiento político que amenazaba a las democracias, teniendo por tanto siempre una connotación negativa. Estos movimientos se caracterizaban por una soberanía popular, una debilidad estatal y una reacción populista que se opone a las limitaciones de los sistemas que los preceden, pretendiendo dar voz y votos a los desposeídos de la fortuna.

Winston Churchill dijo: ”el político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que predijo”

La retórica populista ha sido asociada a la generación de la polarización, esta erosiona las bases de la convivencia política y social, subyace en la narrativa populista los vínculos con la polarización de la política

Un enfoque sobre el populismo de creciente aceptación en la ciencia política denominado como la “perspectiva ideacional”, define al populismo como un discurso entre actores, partidos y movimientos políticos que se caracteriza por concebir a la política como una lucha maniquea entre la voluntad del “pueblo” y una “élite” que conspira contra el primero. La visión del enfoque ideacional destaca la fuerza causal de las ideas y propone que las mismas, expresadas en la retórica de los líderes, influyen sobre el comportamiento de los votantes. Tal perspectiva es de suma importancia para explorar la relación entre retórica populista y polarización.

La polarización es lo opuesto a la tolerancia. Las actitudes polarizadas se caracterizan por el debilitamiento de orientaciones de los individuos fundamentales para la organización de la vida social como lo son las que van desde la aceptación de las diferencias entre ellos, hasta la predisposición a cooperar unos con otros.

La narrativa populista extiende la rivalidad a múltiples díadas de actores sociales. Una idea que caracteriza a la retórica del populismo es la creencia de que algún “otro” es el causante de los males sociales.  Así, ese papel es asignado por la retórica populista a actores o procesos tan diferentes como lo son los inmigrantes en EE. UU., la idea en España de los proyectos independentista, o en la Unión Europea el caso del Brexit. Aunque con diferencias, lo que constituye a tal creencia –y que es común a los populismos de derecha e izquierda– es la enunciación de un “otro” que es el responsable de los problemas de un país. Un máxima del populismo es que las políticas de contenido simplista pueden resolver problemas complejos. Así mismo, para el populismo, este todo lo puede. Para el populismo el ejercicio del gobierno es concebido no como un tema de conocimiento o de experiencia, sino como un asunto de un pueblo sabio que debe ser la directriz de la política y de aquí el rechazo al rol de expertos.

Por último, compartir esta reflexión de Winston Churchill: ”el político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que predijo”.


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