martes. 23.04.2024
psico

Las obras de Freud han influido profundamente en el pensamiento del hombre contemporáneo sobre muy diversos aspectos de la realidad social. En el malestar de la cultura en 1930, señala el papel represor que juega la sociedad respecto a los impulsos instintivos del hombre. Freud apunta que la organización social sirve de protección al individuo frente a los peligros naturales, al tiempo que regula las relaciones entre los individuos. 

El sujeto del psicoanálisis es el sujeto del inconsciente, lo que es una cualidad de lo específicamente humano. En consecuencia, el sujeto de la psicología política es también el sujeto del inconsciente. La necesidad de articular la psicología individual con lo social y, por consiguiente, también con lo político, resultó clara para Freud cuando escribió en 1921 Psicología de las masas y análisis del yo. En este texto, señala que la oposición entre la psicología individual y la psicología social no tiene sentido, ya que en la psicología individual el sujeto aparece integrado e integrando a otro. Por lo tanto, la psicología individual es simultáneamente psicología social en un sentido amplio. Freud establece la diferencia de lo social y su carácter vincular con los fenómenos narcisistas, en los que el sujeto prescinde del otro y obtiene su satisfacción renegando absolutamente de la influencia del otro. Posiblemente, esto implica la satisfacción narcisista sin referencia al otro (pareja, familiar, amigo, gobernado, etc.), cuestión esta que nos lleva al recuerdo de algunos dirigentes políticos que tuvieron en sus manos el destino de un país, una comunidad o un ayuntamiento, y que en su quehacer político hicieron caso omiso del bienestar, entendido como bien común, de ese pueblo que los eligió.

Como ejemplo ilustrativo el del expresidente norteamericano Thomas Woodrow Wilson. Analiza Freud las características psicológicas de quien fuera presidente de los Estados Unidos de 1913 a 1921, durante la Primera Guerra Mundial, y que contribuyó a aumentar de modo notable la participación estadounidense en la política internacional, por lo cual pudo desempeñar un papel fundamental durante las negociaciones del Tratado de Versalles, en su carácter de líder de una potencia mundial emergente, juntamente con Francia, Inglaterra e Italia. Este personaje fue un acreditado académico, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Princeton y Rector de esta, así como un prestigioso político liberal, que fue gobernador del estado de Nueva Jersey y que posteriormente ganó la presidencia de su país. Desde la perspectiva del análisis de Freud, se trataba de un personaje “deliroide de tipo religioso”, poco ducho en las cuestiones más elementales de política internacional, carencia que suplía con la recurrencia a máximas religioso-fundamentalistas, a través de las cuales creía demostrar su poderío y su relación con lo divino. En ese sentido, su participación en la paz europea, le hizo creer que su intervención cuasi mesiánica, produciría el efecto de la paz perpetua, tan ansiada en ese momento histórico.

Sigmund Freud parafraseando a Platón dijo: “los buenos son los que se contentan con soñar aquello que los malos hacen realidad”

En un texto de Freud de 1916 titulado, Los que fracasan cuando triunfan, este autor expresa su sorpresa y su desconcierto al observar que, contrariamente a la tendencia predominante en todos los seres humanos, como es, la búsqueda del placer y la satisfacción por los logros que se han propuesto, había personas que se hundían enfermizamente cuando habían logrado satisfacer un deseo largamente insatisfecho. Al respecto, dice textualmente: “Parece como si no pudieran soportar su dicha, pues el vínculo causal entre la contradicción de la enfermedad y el éxito no puede ponerse en duda”. Freud intenta dar una explicación al fenómeno descrito, pero solamente aporta una lectura superficial, la cual está relacionada con la situación edípica por la que transcurren las vidas de estos individuos, y por las cargas de culpas inconscientes que les ocasiona la plena satisfacción por los logros obtenidos y deseados, a la par que se imponen la necesidad de constituirse en los ejecutores del propio fracaso. En su obra Más allá del principio del placer de 1920, acuña el concepto de pulsión de muerte. Uno de los basamentos de la existencia de esta tendencia pulsional, es la que tiene todo ser vivo por retornar a su estado primario de “no vida”, que a su vez está representado por el concepto de compulsión a la repetición, aquello que Freud mismo denomina fuerza demoníaca, que impulsa a algunos sujetos a repetir una y otra vez los acontecimientos y acciones que en alguna oportunidad fueron causantes de dolor, displacer, frustración y el consabido fracaso que aquéllas producen. Otro texto fundamental de Freud, para todo análisis sociopolítico está referido a la obra de 1921, Psicología de las masas y análisis del yo. En ella, la masa, como fenómeno social, es explicada como una reaparición, en ciertas circunstancias, de las características de la horda primitiva, por lo cual es posible inferir que al menos algunas de las particularidades del hombre primitivo sobreviven en cada individuo a lo largo de la historia; por esa razón, considera acertado suponer que la psicología de las masas es anterior a toda psicología individual. El esclarecimiento de determinados aspectos del funcionamiento de la sociedad humana y del psiquismo individual en un contexto social, implica, en los postulados freudianos, la génesis de lo social, que abarca desde el paso de la horda a la cultura; la supervivencia de la Ley a través de un pacto entre los individuos y un representante de ella encarnado en el líder que, mediante el amor que profesa a sus liderados, garantiza la permanencia e integridad del grupo; la existencia de vínculos libidinales (afectivos) entre los miembros del colectivo y la identificación con el líder a través de un “ideal del Yo”. La naturaleza libidinal (afectiva) de tales vínculos se pone en evidencia cuando existe un peligro que implique la eliminación del líder. En esos casos, sus miembros entran en pánico por el peligro que lleva implícita la desaparición de esos lazos libidinales. Esa es una de las razones por las que son frecuentes los sentimientos de intolerancia, incluyendo el odio hacia los integrantes de otros grupos sociales culturales, religiosos, políticos, nacionales o lingüísticos, entre otros, ya que por el simple hecho de ser en algo diferentes al endogrupo de referencia y también obviamente al de pertenencia, o debido a que están liderados por formas de pensamiento distintas, son percibidos como amenazadores para la cohesión interna de ese grupo. La dependencia del individuo con relación a lo social se observa en sus opiniones, sus prejuicios y en la influencia que sobre su pensamiento y creencias tiene la sociedad o la comunidad a la que pertenece.

Por último, compartir esta reflexión de Sigmund Freud parafraseando a Platón: “los buenos son los que se contentan con soñar aquello que los malos hacen realidad”.


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Relación con el psicoanálisis