jueves. 02.05.2024
Foto de archivo
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“Es preferible perder con honor que ganar haciendo trampa”.
(
Sófocles)


Gestionar la duda, manejar la incertidumbre, son causas que producen cierta ansiedad: desmotivan, estresan, generan impotencia emocional para poder dirigir y organizar nuestras vidas, incluso, para saber a quién debemos votar en unas elecciones y a quién no. Los desencuentros de nuestros actuales políticos, a nivel nacional e internacional, siguen siendo una fuente de ansiedad asociada al miedo y a la sensación de inseguridad presente que nos dejan fuera de control para hacer frente a circunstancias difíciles y poder afrontar con confianza lo desconocido. Sin tener que hacer encuestas dudosas ni someter a la ciudadanía a psicoanálisis colectivos, lo que en el fondo anhelamos, como seres humanos, es información veraz y seguridad, siendo conscientes de nuestros límites, para poder controlar nuestra vida, enfrentando lo desconocido con más confianza y así llegar a alcanzar ese mínimo de felicidad al que todos aspiramos y al que, sin duda, tenemos derecho, simplemente por haber nacido. 

Para explicar el curso de los fenómenos el hombre recurrió a la fantasía y al mito antes que a la razón o a la observación. Vivir en el mito o la fantasía es vivir en la apariencia, no en la realidad. Pero los mitos, antes que la filosofía, tuvieron una función positiva: enseñaron al hombre a no limitarse a los simples hechos en su multi­plicidad no organizada, sino a considerarlos relacionados unos con otros, a buscar los principios de lo que sucede a su alrededor y de este modo hallar los medios para actuar sobre la naturaleza y transformarla en beneficio del propio hombre. Sin embargo, no se puede considerar el mito como un conjunto de falsedades y un obstáculo para la conquista de la verdad. Sabemos que los griegos, como tantos otros pueblos de la antigüedad, contaron con numerosos e interesantes mitos y fantasías para explicar la composición y el origen del mundo, el destino de los hombres y las enigmáticas fuerzas que dominan el desarrollo de los aconte­cimientos y de la historia. Tampoco la filosofía surgió “de repente”, como el estallido de un volcán. Fue el resultado de una lenta evolución del pensamiento a partir de la antigua sabiduría “gnómica”, apta para ser asimilada por el pueblo y responder así a las necesidades de una orientación ética y política.

Para explicar el curso de los fenómenos el hombre recurrió a la fantasía y al mito antes que a la razón o a la observación

Según el mito de “la caja de Pandora”, recipiente que contenía todos los males, Zeus, para vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a los humanos, presentó al hermano de este, Epimeteo, a una mujer llamada Pandora con quien se casó; abierta la caja por la curiosidad de Pandora, fue suficiente para que todas las desgracias salieran hacia el mundo. La venganza de Zeus acababa de hacerse efectiva y, desde el Olimpo, sonriente y con una voz atronadora, exclamó: “Así los hombres comprenderán que no se debe engañar a los dioses”. La ventaja de los mitos es que contienen una sabiduría que se expresa con un relato muy simple, comprensible hasta para los ignorantes. Desde su visión trágica de la vida, pero con certera intuición, ya advirtió Sófocles en uno de sus aforismos, que el futuro nadie lo conoce, pero que el presente avergüenza a los dioses. Y los dioses, como dice el mito de Pandora, a veces se vengan. Hoy, el aforismo de Sófocles habría que modificarlo, pues analizando el presente, y viendo que hay “humanos que se creen dioses”, al existir otros humanos que les ponen trono y altar, somos los ciudadanos los que sentimos vergüenza viendo cómo están construyendo el mundo actual esos “dioses humanos”, esas élites políticas y económicas que, encerrados en una burbuja de aduladores y cortesanos no llegan a asumir sus mentiras y errores, porque nadie de los que les adulan se lo hacen ver.

La mitología griega inspiró al poeta romano Virgilio a escribir sus Églogas o Bucólicas, una serie de poemas ambientados en la Arcadia, una región mítica de la antigua Grecia que, con el trascurso del tiempo, se convirtió en el nombre de un país imaginario, creado y descrito por diversos poetas y artistas, sobre todo del Renacimiento y el Romanticismo: un lugar imaginado en el que reina la felicidad y la paz en un ambiente idílico habitado por una población de pastores que vivía en comunión con la naturaleza. En sus poemas Virgilio deja entrever sus deseos de pacificación al exaltar la tranquila vida pastoril. En la famosa égloga IV, canta la llegada de un niño que traerá una nueva edad dorada a Roma; la cultura cristiana posterior interpretó en ella el vaticinio del nacimiento de un salvador, su figura más importante: Jesucristo. Viendo y analizando la actual realidad mundial, también la nacional, y analizado el inquietante azul del mapa español después de los pactos en Comunidades y Ayuntamientos, “esa mítica Arcadia feliz”no deja de ser más que un iluso sueño para evocar un deseo de armonía y de paz, un estado perdido y deseado en el que el ser humano viviría en equilibrio con la creación, un lugar donde el hombre no se sentiría desarraigado ni abandonado.

Ya advirtió Sófocles en uno de sus aforismos, que el futuro nadie lo conoce, pero que el presente avergüenza a los dioses

Con esta introducción, con este sueño imposible de “una Arcadia feliz”, sólo pretendo resituar la complicada situación de retroceso que estamos padeciendo a nivel universal; se está generalizando e imponiendo el “trumpismo”, un neologismo que lo estamos padeciendo en todas las naciones: si entonces el “mito” se había impuesto al pensamiento filosófico, hoy, en el marco de la política, también la española, ha vuelto a imperar el mito y el engaño; hoy, frente a la racionalidad del pensamiento crítico, imperan las “fake news”, otra modo de engañar la realidad; asistimos a un duelo entre la mentira y la verdad, entre el desordenado interés por el poder y la confusión y la ética de la necesaria solidaridad. Quienes arrojaron sombras en vísperas de las elecciones del 28-M (Feijoo, Ayuso, Abascal, Bendodo, Arrimadas y determinados medios de comunicación de la derecha) sobre un supuesto pucherazo de Pedro Sánchez, poniendo en duda la limpieza de nuestro sistema electoral democrático, bien se han callado cuando los resultados les han sido positivos. De nuevo han arrojado sombras sobre el adelanto electoral que se va a producir en la primera fecha disponible atribuyéndolo a un intento taimado del “sanchismo”, según su despectivo lenguaje, al coincidir con el éxodo vacacional. Ese ha sido el elocuente sentimiento del partido popular en un comentario malicioso de Feijóo, como es su costumbre: “Sánchez obliga a los españoles a elegir entre urnas y vacaciones”. Las artimañas para descalificar lo que ellos llaman “el sanchismo” no tienen límites. Miguel Colmenero, quien fuera presidente de la conservadora Asociación de Fiscales y presidente actual de la Junta Electoral Central, acaba de manifestar que no existen duda alguna sobre lo impecable del sistema electoral español; considera un error que la derecha lo haya cuestionado al hablar de alguna opción real de pucherazo. 

El sistema democrático debe defenderse de quienes siembran el odio, la mentira, la confrontación, incluso la violencia. En nuestro Estado de Derecho, si la justicia funcionase, quienes siembran tales patrañas, deberían ser inhabilitados e, incluso, enjuiciados. Hubo un tiempo, no tan lejano, en que los grandes políticos europeos, también los españoles, eran gente con fuertes convicciones democráticas, honestas, serias y profesionales, con buena formación para desempeñar su gestión: cumplían lo que prometían y entendían de lo que opinaban y llevaban entre manos. Hoy, con la llegada desafiante e incendiaria de los Orban, Bolsonaro, Trump, Meloni, Putin o el fallecido Berlusconi, y los que les admiran, basta leer las listas españolas entre los de VOX y el PP, y les siguen admirando, se ha implantado la duda. 

Henry Kamen, el historiador británico, especialista en los siglos XVI y XVII del Imperio español, es uno de los hispanistas más reputados del panorama internacional. Su obra, La invención de España, es una aproximación a algunas de las imágenes que con el tiempo han ayudado a formar nuestra percepción de España, al tener que buscar su propia identidad a lo largo de los siglos a través de contextos en los que mitos, leyendas e ilusiones han contribuido a inventar una realidad a partir de elementos que, inspirados en las ideologías y en las distorsiones que puedan acompañarlas, tenían como fin dar forma a un anhelo: conseguir la unidad de la nación. Así lo expresa con esta frase: "La realidad y el mito se entrelazan en la experiencia de los pueblos y sabemos que los mitos han tenido siempre un papel crucial en la formación de la identidad de los países…, pero en el siglo XXI conviene tener claras las diferencias entre los mitos y la realidad de los hechos históricos probados”.

El sistema democrático debe defenderse de quienes siembran el odio, la mentira, la confrontación, incluso la violencia

Pasan los días, y después de la subida de las derechas en las elecciones pasadas del 28-M, y cómo se están consolidando los acuerdos de gobierno y reparto de “carteras y sillones” (las mamandurrias de Aguirre), los que somos y nos consideramos ciudadanos de progreso, no podemos ver el futuro con pasividad: no podemos procrastinar lo que algunos señalan, y muchos medios de comunicación con manipuladas encuestas lo celebran como inevitable: el triunfo de la derecha. La verdad que daña es siempre mejor que la mentira que alegra. Hay verdades que no hace falta decirlas, hay que enseñar a vivirlas. La vida es demasiado importante como para destrozarla en un momento. En estos días se han cerrado miles de acuerdos municipales y autonómicos, neutros en principio, cargados de buenas promesas que anuncian la buena nueva y “las ganas” de una felicidad universal que, en cuanto empiecen a ser gestionadas, acabarán teniendo consecuencias imprevisibles y devastadoras. El tiempo lo dirá. Yo mismo, desde estas reflexiones, exhorto a apoyar y a adherirse al Manifiesto de la sociedad civil progresista, con un llamamiento a la participación y al voto en las elecciones generales del 23 de julio que se encuentra en Nuevatribuna. Si quieres adherirte al manifiesto puedes envíar un WhatsApp con nombre, apellidos y profesión al teléfono 628045196 o al correo electrónico gasstton181@gmail.com. En esas elecciones se trata de escoger entre la inteligencia y el paletismo, la eficiencia o la ineptitud, el avance o el retroceso, ser un país referente, como hoy lo es España en Europa o quedarse a la cola de los más retrógrados e ineficientes… Es necesario conseguir una revolución de acceso a las urnas: ir a votar. Pero votar con ilusión a quienes tienen proyectos políticos reales y viables para solucionar sus problemas y no a aquellos que sólo quieren votar a quienes siempre ayudarán a los mismos: a los que tienen el poder económico. Es necesario un gobierno de coalición progresista frente a un gobierno que quiere volver a una España sin derechos. Si el 28-M las izquierdas se desmovilizaron en las urnas, hay que movilizarlas para el 23-J.

Dicen que uno no aprecia lo que tiene hasta que lo pierde. Nos dirigimos el 23-J a una cita electoral donde el bloque de la derecha carece de programa o, al menos, no le interesa defenderlo como un ariete de cambio. Parece que su agenda solo tiene una premisa, un mantra reactivo: acabar con el fantasma del “sanchismo”, esa extraña condensación emocional que evoca a la vez, en los que lo mantienen “odio, envidia, insulto, ansia de poder, mentira, enemistad”. Poco importa en este plebiscito que los datos económico sen buenos, como ha reconocido el Foro Económico reunido la semana pasada por el 45 aniversario de Cinco Días, en el que han participado empresarios y altos directivos de las grandes empresas españolas, miembros del Gobierno, agentes sociales y máximos representantes de las grandes instituciones económicas, para abordar los grandes dilemas que se ciernen sobre la coyuntura actual, así como los retos de futuro a nivel global. En estas jornadas, en ponencias y mesas redondas se han abordado temas como la transición energética, la estabilidad financiera, la irrupción de la inteligencia artificial o el papel del diálogo social, entre otros asuntos. Y aunque lo nieguen Feijóo o Gamarra, negando la evidencia, la mayor parte de los asistentes alabaron la situación económica actual de España.

Evaluar el resultado de las elecciones del 28-M, desde la perspectiva del ciclo del gobierno de coalición de Pedro Sánchez genera desazón dependiendo desde qué opinión política se analice. En los medios de comunicación la mayoría de las tertulias finalizan sus diversas reflexiones sobre los temas expuestos, a propuesta del director, con esta o parecida sugerencia: “Sintetiza con una frase tu opinión”. Si hubiese que reducir en una sola frase todo lo que los partidos de las distintas derechas pretendían conseguir en las elecciones pasadas del 28-M, el Partido Popular, VOX y Ciudadanos, nada de propuestas, nada de programas, sólo repetían una idea hasta aburrir: “Adiós al sanchismo”. Detallando, y desde la honesta sinceridad de la realidad, “cargarse el sanchismo” “decir adiós al sanchismo” era y es lo mismo que afirmar: “adiós a la subida del salario mínimo”, “adiós a la ley rider”, esa normativa que pretende acabar con el abuso sistemático de falsos autónomos en el reparto a domicilio y que obligó a las plataformas de envío a domicilio a contratar a sus repartidores como asalariados”, “adiós a la creación de empleo y a los más de 20 millones de afiliados a la Seguridad Social”, “adiós a una legislación laboral que recupera derechos y protege a los trabajadores”, “adiós a la primera ley de vivienda que evita la venta de suelo público a los fondos buitre”, “adiós a la revalorización de las pensiones para volver al 0´25% de Fátima Báñez y Montoro”, “adiós al impuesto a las grandes fortunas”, “adiós a la bajada del IVA en los productos femeninos”, “adiós a la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad”, “adiós a la ley de eutanasia”, “adiós a la excepción ibérica, ese mecanismo de intervención en el mercado eléctrico de España y Portugal que fijaba un tope al precio del gas y al precio de la luz, que, impulsada por Pedro Sánchez, la aprobó la Comisión Europea en junio de 2022”; “adiós a la normalización del conflicto catalán”, “adiós a la gigantesca inversión en transición ecológica”, “adiós a los impuestos a las entidades financieras y a las empresas energéticas”, “adiós a la Ley de Memoria Histórica”, “adiós a la ley trans”, “adiós al pacto de Estado contra la violencia de género”, “adiós a la recuperación del diálogo social”…, y todo esto, en medio de una pandemia y con una guerra en Europa. ¡Cuántos adiós han votado quienes, votando PP o Vox, están prefiriendo el retroceso que significaría un gobierno presidido por Feijóo y con Abascal como vicepresidente! Los acuerdos firmados en ayuntamientos y CC AA entre PP y VOX no son avances sino retrocesos y éstos debe hacer saltar todas las alarmas a los ciudadanos de progreso, sin fisuras, como en Fuenteovejuna: “todos a una a votar el 23-J por un país de progreso”. El conocimiento, la buena información, la verdad es la única riqueza que se puede transmitir sin empobrecerse.

En esas elecciones se trata de escoger entre la inteligencia y el paletismo, la eficiencia o la ineptitud, ser un país referente o quedarse a la cola

Los pactos que se están llevando a cabo en toda España entre PP y VOX son la legitimación de la dependencia futura del PP con VOX, pues como bien ha repetido Abascal, no les van a dar su voto para gobernar a cambio de nada. El PP está demostrando sus debilidades con tal de gobernar. Como Trump, Feijoo piensa que nada le va a pasar factura. Pero se equivoca. La firma del acuerdo en la Comunidad Valenciana entre el PP y VOX ha sido un puñetazo contra el progreso y volver a una España en blanco y negro. Carlos Mazón, sin visión ni estrategia política, no tiene talla para presidir la Comunidad Valenciana; admite todo con tal de estar en el poder: sus cinco puntos insultantes son el acuerdo de un vacío ridículo elevado a escala nacional. Con este pacto en Valencia se está demostrando que la gobernabilidad futura de España depende de VOX: han entrado con el PP en las instituciones para quedarse, incluso, para llegar a gobernar las instituciones, si no se les para. Sin hacer comparaciones, no se puede olvidar que Hitler ganó unas elecciones en las urnas: colonizaron los votos para después hacer lo que hicieron. Es lo que trae abrazarse a la ultraderecha, retroceso y pérdida de derechos. Después de negar la violencia de género vendrá la marcha atrás de la ley de eutanasia, la vuelta a pensiones actualizadas al 0,25%, al salario mínimo de 700 euros, etc... O por ignorancia o por torpeza política Feijoo le está poniendo la alfombra roja a VOX para llegar al poder.

Porque, ¿quién es realmente Feijoo? A Feijoo no se le conoce, es un desconocido internacional, flojo de ideas e inestable; cambia y se contradice con demasiada frecuencia en sus afirmaciones poco trabajadas. Feijoo es deudor del relato que le marcan los medios de comunicación de la derecha. De moderado, como se decía de él, ha pasado a ser normalizador de la ultraderecha. Lo acordado en Valencia lleva ya el sello de Feijoo. Incluso Mazón ha afirmado que Feijoo le ha felicitado. En el pacto con Vox, el PP ha firmado derogar muchas leyes aprobadas en la anterior legislatura que beneficiaban a la mayor parte de la sociedad. Con los pactos con VOX, Feijoo, el PP, ha traspasado la línea roja marcada en Europa al dar todas las facilidades a la ultraderecha para eliminar derechos adquiridos e imponer retrógradas políticas. ¿Acaso alguien ha escuchado a Abascal hablar de economía o de educación, más allá de los tópicos de siempre? Y estos son los que van a salvar el país. Madrid es ya un ejemplo del abandono de derechos sociales adquiridos. La libertad de Ayuso, con la anuencia de Feijoo, no es para todos, sino sólo para los que ya tienen y, encima, más se les da. Su libertad educativa es dar más a la educación privada y concertada, y quitársela a la pública. Para ellos la educación y la sanidad son un negocio, en un modelo de sociedad que les funciona. Han cambiado el modelo actual de sociedad por un proyecto ideológico neoliberal impuesto por las élites económicas. Es evidente cómo les conducen ciertos medios de comunicación. Razón tiene el autor anónimo de Sobre lo sublime, que algunos atribuyen a Dionisio Longino, filósofo griego, cuya elocuencia le granjeó mucha reputación en el siglo III al considerar que el afán de riquezas y poder es una gravísima enfermedad, capaz de corromper no sólo al ser humano, sino también a la sociedad y a la vida civil.

No quiero finalizar estas precipitadas reflexiones sin un merecido recuerdo a Nuccio Ordine, el filósofo y escritor italiano ganador de la última edición del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, muerto por un derrame cerebral a los 64 años, el pasado día 12 de junio, quien fuera una de las figuras más destacadas de la filosofía contemporánea. En su obra, un best seller“La utilidad de lo inútil” (Acantilado 2013), fijó las ideas que han marcado el debate público actual sobre la cultura y el conocimiento. En su manifiesto, como él lo subtitula, un ensayo contra la derrota del pensamiento frente al dinero, Ordine respondía a ese ethos de la supervivencia utilitarista de los peores años de la crisis con una reivindicación del conocimiento como la única manera de hacer digna la experiencia humana. La utilidad de lo inútil era otra manera de decir Indignaos, como reclamaba el libro de Stéphane Hessel, pero con más contenido intelectual que emocional. La utilidad de lo inútil también sirvió para definir las paradojas del debate de la educación, en el que muchas medidas aparentemente progresistas tenían un efecto contrario al pretendido. La laxitud en la exigencia académica, decía, llevaba a la cronificación de la pobreza porque impedía que los hijos de la clase trabajadora ascendieran socialmente a través del trabajo y la educación. El abandono de las disciplinas clásicas llevaba a una sociedad de consumidores dóciles y resignados a una nueva proletarización. Ordine hablaba desde el vocabulario progresista para refutar la dirección que había tomado la izquierda en la educación, su campo predilecto a lo largo de la historia y su pasión por los clásicos. Para él, los clásicos son una forma de resistencia, un antídoto contra la lógica y la dictadura del utilitarismo, pues su tarea es despertar nuestra atención, estimular la reflexión y alimentar nuestra pasión, al desmontar una de las mayores tonterías que perviven en nuestra sociedad al asegurar que para entender el presente hay que estudiar el presente, pues sin pasado, no se puede entender el presente. Y lo ilustraba con un ejemplo político, en estos momentos electorales, muy actual. Así cita: “Hay un fragmento de Francesco Guicciardini, contemporáneo de Maquiavelo, que dice que entre el palacio y la plaza siempre hay una niebla muy espesa. El palacio es el poder y la plaza el pueblo, y Guiccardini dice que el pueblo a causa de esta niebla no sabe qué sucede en el palacio y viceversa. Aún hoy, nosotros cuando vamos a votar no sabemos qué sucede en las salas del poder y los de dentro de la sala no saben cuáles son las auténticas necesidades de la gente”.

¡Qué sabias y actuales reflexiones nos proporciona Ordine en el oxímoron de su obra “La utilidad de lo inútil”; citando a Juvenal nos dice que “Una vida sin virtud ni principios no es vida. Ten por infamia suprema preferir la vida al honor y para salvar la vida perder la razón de vivir”. O como nos recuerda Séneca en sus Cartas a Lucilio, al evocar la metáfora del teatro del mundo: “La riqueza y el poder generan, sobre todo, en definitiva, falsas ilusiones”. Los ricos y los poderosos son felices como pueden serlo los actores que representan el papel de rey sobre un escenario; mas, acabado el espectáculo y despojado de los hábitos regios, cada uno vuelve a ser lo que en verdad es en la vida de cada día. “En el escenario los actores pueden caminar engreídos envueltos en sus ropajes, pero tan pronto salen de la escena y se desvisten, vuelven a su ser normal. Ninguno de ellos a los que la riqueza y el poder les sitúan en un nivel superior es grande si no lo es en su vida sin ser actor”. Y concluye Séneca: “No valoramos a las personas por lo que son sino por el papel y el ropaje que representan y visten”.

Titulaba estas reflexiones, “Detener el desastre”. En nuestro voto está detener la apertura de la Caja de Pandora, desatando los males que los que valoramos y defendemos el progreso, puede significar el triunfo de una derecha antieuropea de la mano del PP, en las elecciones del 23-J. Para muchos votar, puede parecer “inútil”, pero yo me acojo y defiendo lo que escribió, con enorme inteligencia Nuccio Ordine: la importancia de “La utilidad de lo inútil”: votar, sabiendo qué y a quién se vota y sus consecuencias: desastre o progreso.

Detener el desastre