jueves. 25.04.2024
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La desigualdad social es aquella en la que, dentro de un mismo territorio, se dan diferencias entre las personas, por factores como la renta, las normas jurídicas, la educación, el género, las preferencias sexuales, la cultura o la religión. Esta desigualdad constituye uno de los mayores retos éticos y políticos en el mundo actual. La mitad de la riqueza mundial está en manos del 1% de la población según un informe de Oxfam.

Existen variables que influyen en la desigualdad social como son las variables cognitivas y las variables sociodemográficas. Las Variables cognitivas podrían estar vinculadas con la justificación de la desigualdad social. Así, las atribuciones causales son un método para evaluar cómo la gente percibe su propio comportamiento y el de los demás. La literatura psicológica indica que las atribuciones causales sobre la pobreza pueden ser clasificadas en tres niveles: fatalistas, estructurales e individualistas. Las primeras colocan las causas de este fenómeno fuera del control humano, en situaciones tales como la mala suerte o la voluntad divina. Otro tipo de explicaciones situacionales son las atribuciones estructurales o sociales, en el marco de las cuales se concibe que es la propia organización social la determinante de la pobreza. En último lugar, las explicaciones individualistas sitúan a las personas pobres como las causantes de su condición, efectuando atribuciones disposicionales. Las Variables sociodemográficas: Ser desempleado, mujer o adulto mayor, tiene un efecto negativo sobre las percepciones respecto a la distribución del ingreso, mientras que el nivel de educación e ingreso afectan positivamente las percepciones respecto a la distribución del ingreso. Se puede dividir la percepción de justicia social en dos, la atribuible a la pobreza y la atribuible a la desigualdad. Respecto a lo atribuible a la desigualdad no parece que el género afecte la percepción de justicia social del individuo, pero sí la edad y el nivel de educación tienen un efecto positivo en la percepción de justicia social. La edad, la educación y el género (ser hombre) afectan positivamente la percepción de justicia social. 

Montesquieu dijo: ”la democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo”

Una de las más graves consecuencias de la desigualdad social, es la desigualdad educativa, que a su vez es una manifestación de la desigualdad de oportunidades. La desigualdad de oportunidades se da cuando las oportunidades para ocupar cualquier posición no están distribuidas de una forma igualitaria para todos de acuerdo con criterios competitivos, sino que intervienen en la distribución el estatus social, los recursos económicos, ideología política, ideología religiosa, etnia, su género, su orientación sexual, entre otras.

Los países con mayores desigualdades económicas tienen mayores problemas de salud mental y drogas, menores niveles de salud física y mental, menor esperanza de vida, peores rendimientos académicos​ y mayores índices de embarazos juveniles no deseados.​ En esos casos también se sabe que no es el nivel de renta, sino la desigualdad económica el factor explicativo principal. Así, entre los países más desarrollados, los más igualitarios obtienen un mejor comportamiento en una serie amplia de índices de bienestar social.

Hay que resaltar que la motivación económica de estudiar la percepción de justicia social y sus determinantes radica en la creación e implementación de políticas de redistribución que respondan y entiendan mejor lo requerido por los ciudadanos y, sobre todo, que sean más efectivas.

Finalmente decir que las principales consecuencias directas de la desigualdad social son el aumento de la tasa de paro, el aumento del índice de violencia, la mayor desnutrición infantil, las desigualdades flagrantes de renta, peor acceso a la educación y a la sanidad, y por supuesto, marginalidad junto a estigma social

Por último, compartir esta reflexión de Montesquieu: ”la democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo”.


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La desigualdad social desde la psicología política