martes. 19.03.2024
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National Geographic

A pesar de desempeñar un papel decisivo en la expansión del Imperio Romano por el mar Mediterráneo, la marina romana nunca tuvo el prestigio de las legiones.


PRINCIPALES CLASES DE NAVES ROMANAS

  1. Las Trirremes​
  2. Los Quinquerremes

Las Trirremes​

Era una nave de guerra inventada hacia el siglo VII a. C. Fue desarrollado a partir del pentecóntero [1], era más corto que su predecesor, que era un barco con una vela, que contaba con tres bancos de remeros superpuestos a distinto nivel en cada flanco, de ahí su nombre.

Los trirremes aparecieron en Jonia y se convirtieron en el barco de guerra dominante en el mar Mediterráneo desde finales del siglo VI hasta el siglo IV a. C.

A pesar de las dificultades iniciales en la arquitectura del trirreme, esencialmente sus dimensiones, ángulo de inclinación y recorrido de los remos a los que se sumaba el entrenamiento de las tripulaciones para conseguir una boga organizada, la concentración de esfuerzos permitía un mejor gobierno del buque y el aumento de la potencia en tramos de boga cortos durante el combate para emplear el espolón de boga. 

La hegemonía del trirreme en las escuadras del Mediterráneo abarca los siglos V y IV a. C., hasta que fueron superadas por las galeras de gran tamaño de la época helenística. No obstante, el trirreme se siguió utilizando hasta bien entrada nuestra era, como nave de exploración o de escolta, si bien más pesado y orientado al combate de abordaje

Estas naves tenían cerca de 36 m de eslora, y tenían una manga próxima a los 5 m. La altura bajo el techo de los navíos era de 4,026 metros, y se estima que la altura del casco fuera del agua era 2,15 m. 

El calado era más reducido, de apenas un metro con finalidad de facilitar la varada y puesta en seco del casco. La relación eslora-manga era en cambio muy elevada de diez a uno, lo que hacía que el buque fuera muy rápido.

Su capacidad para aproximarse muy cerca de la costa se explica por el fondo prácticamente plano, sin quilla. La forma redondeada de la popa, característica de los navíos antiguos, ayudaba a esta maniobra, ya que el trirreme se disponía de cara al mar.

El casco estaba formado por la quilla, los costados de babor y de estribor, los listones, los tablones y las regalas. El método de construcción del casco es el habitual en la antigüedad, conocido con el nombre de caparazón primero.

Consiste en construir primero la tablazón exterior, ensamblando las piezas entre sí mediante un sistema de caja y espiga y clavijas de madera, y superpuestas, que se unen a la quilla y al mascarón, reforzándolo desde el interior mediante cuadernas de madera y baos que son vigas transversales. Los elementos longitudinales se unían mediante anclajes y se recubrían con un forro de planchas colocadas canto contra canto, en lugar de solapadas.

Para mantener el casco unido, se tensaba este mediante una cuerda muy gruesa llamada hypozoma, ubicada seguramente en el interior del casco, engarzada a la roda y la popa, y tensada con una especie de molinete en el centro del barco. 

Cada trirreme llevaba cuatro cuerdas de recambio, según se especifica en los registros navales y se obliga en las ordenanzas militares atenienses. Para las travesías largas se colocaban seis cuerdas de este tipo. Era una de las piezas más importantes del navío. 

Platón alude a ella llamándola vendaje del trirreme. Un trirreme se describía como fajado cuando estaba dotado de hypozoma. En un decreto ateniense mencionado en una inscripción se prescribe que el número mínimo de hombres necesarios para colocar un hypozoma era de cincuenta.

La solidez de la nave era un factor fundamental, ya que se combatía a golpe de espolón, y se debía evitar que el casco se quebrara al impactar contra el barco enemigo. La resistencia del casco debió ser secundaria para los atenienses, viendo el gran énfasis que pusieron en la ligereza de la construcción.

El saledizo o arbotante donde se colocaba la fila superior de remeros estaba trabado con el costado del casco mediante largueros transversales. Sobre la fila superior de remeros existía una cubierta que se extendía de una banda a la otra y sobre la que había una pasarela, que se extendía a su vez a lo largo de la eslora y servía más como plataforma de maniobra y protección que como refuerzo estructural.

Sobre el estrave se colocaba un espolón de bronce destinado a las maniobras de embestida, táctica que se fue generalizando al ser una nave tan ágil. Estaba situado al nivel de la línea de flotación en la proa, con el fin de infligir el mayor daño posible y así hundir el barco enemigo.

Se hallaba forrando la punta delantera de la quilla, acorazada y construida con tres hojas afiladas que quedaban justo sobre el nivel del agua. La forma de la juntura entre el espolón y el poste de proa, que se curvaba hacia arriba y hacia delante, permitía reducir la resistencia del agua para que la estructura actuara como un arma y a modo de corta aguas.

Podía abrir un boquete en un barco enemigo e inutilizarlo, pero no lo hundía inmediatamente. 

La proa del trirreme se llamaba pora. En cada lado del estrave [2] había un engrosamiento situado por debajo de línea de flotación era el hombro. Encima estaba la mejilla que era una​ parte redondeada del casco comprendida entre el mástil de mesana y el estrave.

El escobén era representado por un ojo con su pupila, párpados y ceja. Algunas monedas muestran al menos dos escobenes en un único lado del barco, situados en niveles distintos. Con el paso del tiempo, el escobén se redujo a ser una simple abertura para dar paso al cable del ancla. 

Otras piezas de la proa eran las epotídes, que servían para suspender el ancla. Eran el equivalente a los modernos. Eurípides, al hablar de las diversas maniobras que tenían lugar en la partida de los navíos, dice que servían para completar el sistema de defensa de la proa. 

Los trirremes ofrecían en ambos flancos dos partes delicadas y frágiles: la galería exterior que se llamada parodos y el conjunto de los remos. Bastaba, incluso sin abordar el trirreme, con pasar en sentido inverso a una muy corta distancia para romper sus remos y su parodos y así conseguir ponerlo fuera de combate.

La parodos no estaba protegida por epotides, pero la parte superior de la carena se alargaba y ensanchaba hacia la proa. Como sobresalía era sostenida por ménsulas. Vista de frente la nave, este ensanchamiento tapaba totalmente la parodos.

La popa tenía una fisonomía tan característica como la proa. La proa y la popa no se diferenciaban de una forma tan marcada como en la marina de los últimos siglos. Si el constructor naval proporciona a la proa formas finas para que rompa fácilmente las olas, puede alargarse la popa. 

Su popa era delgada y fina como la proa, para que pudiera maniobrar libremente, y marchara hacia atrás a la primera señal dada a los remeros. En las representaciones monumentales se aprecia que los barcos griegos con espolón tenían generalmente la proa más hundida que la popa. La proa debido al espolón, se construía de manera más sólida, más pesada y tenía más calado. 

Como era la parte destinada a estrellarse contra los barcos enemigos debía ser más robusta y pesada. En cambio, la popa se podía aligerar. El codaste [3] formaba con la quilla un ángulo obtuso y se levantaba en una curva imperceptible, de manera que en un desembarco la nave se podía varar en una playa de arena, inclinada en pendiente suave. 

El codaste, a la altura del puente, sobre el que iba superpuesto un conjunto de piezas que se unían en la vertical, después formaba una curva entrante hacía el interior del navío. De la extremidad de esta prolongación del codaste partía una serie de ligeros adornos llamados aflastas, que se extendían por encima de una parte del castillo de popa. 

Los aflastas eran a la popa lo que el acrostilo a la proa. Estaba compuesto de tablas recurvadas con las que se cruzaba otra tabla que las reunía y que reposaba sobre un soporte fijado detrás del timonel. En estas tablas y en la trasversal que las unía se suspendía el gallardete que era el emblema del navío. 

El sistema empleado por los griegos para dirigir sus barcos difiere completamente del actual. En lugar de un único timón enganchado al codaste, cada nave tenía dos timones de espadilla. Estaban situados en la popa, uno a estribor y el otro a babor. 

Los Quinquerremes

Los quinquerremes no parecen haber sido más estables que sus antecesores los trirremes, ni más rápidos, Los griegos, bien sea por conservadurismo o a causa de la escasez de remeros entrenados, siguieron empleando el trirreme como la principal fuerza de las marinas de guerra de la época.

Fue el tipo más pesado de buque de guerra a menudo utilizado como buque insignia de las flotas compuesta por trirremes y cuatrirremes. Contaba con una tripulación de 400 hombres y contaba con un destacamento de 70 a 120 soldados que colocaban sus escudos en las bordas, y 300 marineros de los que 270 eran remeros que se disponían en tres órdenes: dos remeros en el orden superior, dos en el medio y uno en el inferior.

Cuando la República romana, que hasta entonces carecía de una flota importante, se vio envuelta en la I Guerra Púnica, el Senado romano mandó construir una flota de 100 quinquerremes y 20 trirremes. 

Según Polibio, los romanos capturaron un quinquerreme cartaginés y lo usaron como modelo para sus propios barcos, pero las copias romanas eran más pesadas que los barcos cartagineses, cuya construcción era mejor. 

El quinquerreme proveyó las bestias de carga de las flotas romana y cartaginesa en sus conflictos, aunque cuatrirremes y trirremes también son mencionados. De hecho, era tan omnipresente que Polibio lo utiliza como abreviatura de buque de guerra en general.

Polibio informa de que en la batalla del Cabo Ecnomo los quinquerremes romanos transportaban un total de 420 tripulantes, de los cuales 300 eran remeros y el resto marinos. Dejando a un lado la tripulación de cubierta de unos 20 hombres, y aceptando el patrón 2-2-1 de remeros, el quinquerreme tendría 90 remos por cada lado, y 30 filas de remeros.

Un quinquerreme podía tener una eslora de unos 45 m, una manga de 5 m al nivel del agua, con la cubierta de tres metros por encima del mar, y desplazaba alrededor de 100 toneladas. 

Polibio es explícito, al decir, que el quinquerreme es superior al viejo trirreme, que se mantuvo en servicio en un número significativo de pequeñas fuerzas navales. Cuentan Tito Livio y Diodoro Sículo que el quinquerreme siendo más pesado, tenía un mejor rendimiento que los trirremes con mal tiempo.

No hay descripciones explícitas o restos arqueológicos de quinquerremes, por lo que su forma de construcción es imprecisa. Los historiadores se han puesto de acuerdo en el hecho de que los números usados para describir las galeras de guerra tenían en cuenta el número de filas de hombres en cada lado, no el número de remos. 

Hay tres posibles diseños de quinquerreme: 

- Un orden de remeros a cada lado con cuatro hombres.

- Dos órdenes de remeros a cada lado con dos hombres en el orden superior.

- Tres órdenes de remeros a cada lado con dos hombres en el orden superior. Probablemente se construyeron galeras de los tres tipos. 

Los quinquerremes debieron haber tenido tres órdenes de remeros, con dos hombres en el orden superior, dos en el medio y uno en el inferior, dando así cinco remeros por cada fila.

Según Polibio, la tripulación de un quinquerreme constaba de 300 remeros, 120 hoplitas y 50 marineros. El historiador Fik Meijer sugiere que los remeros estaban repartidos así en cada lado:

  • 58 tranitas empujaban los 29 remos superiores.
  • 58 zigitas a cargo de los 29 remos intermedios.
  • 34 talamitas se encargaban de los 34 remos inferiores.

El combate naval se basaba sobre todo en la habilidosa maniobra de colocar la propia nave de modo perpendicular u oblicua a la nave enemiga y embestirla por el flanco con el gran espolón revestido de cobre que remataba la proa de los navíos de guerra a la altura de la línea de flotación, maniobra que precisaba de una gran pericia por parte de los pilotos de la nave.

Los navíos de guerra solían llevar además de los remeros y pilotos, una dotación de arqueros y soldados de marina, que con flechas incendiarias, ganchos y garfios de abordaje conseguían incendiar o asaltar la nave enemiga.

El barco romano destacaba en la proa una pequeña torre de madera o castillete de proa, desmontable, desde la que los arqueros podían lanzar sus flechas al barco enemigo en la cubierta de sus naves y se utilizaban asimismo algunos tipos especiales de arietes.

Los navíos durante el combate arriaban inmediatamente la vela y se desmontaba el mástil, que quedaba tendido sobre la cubierta.

Los navíos de cada escuadra cuando se enfrentaban en los combates navales, estaban apoyados por embarcaciones más rápidas y ligeras las birremes y se desplegaban de diversas formas como semicírculo o de forma de una U, en cuña, o en varias líneas.

Trataban de embestir como ya hemos visto desde un flanco de las naves enemigas, aunque las tácticas del combate naval eran tan variables como lo requerían las cambiantes circunstancias y contingencias que se dan en el mar.

Los remeros y marinos eran reclutados de las poblaciones marineras aliadas o de los socii navales. Recibían una paga por su alistamiento. Cuando se capturaba alguna nave enemiga, se obligaba a los remeros a remar temporalmente en los navíos propios.

Todos los soldados romanos tenían la obligación de saber nadar y formaba parte de su entrenamiento. A los niños romanos se les exigía desde pequeños utilizar la mano derecha, y era habitual que se les atase la mano izquierda a los niños zurdos durante cierto tiempo, para que al menos fuera ambidiestro. En las formaciones romanas de combate no había sitio para los zurdos.

Tras la caída de Cartago, la flota de guerra romana se empleo sobre todo para el transporte de las tropas legionarias y misiones de vigilancia de las rutas marítimas.

Las tropas que servían a la marina romana se les consideraban de poca categoría militar. No solían ser ciudadanos romanos completos, sino que estaban formadas por libertos o gentes de baja extracción social, que sólo obtenían la ciudadanía tras un largo periodo de servicio militar en la flota romana. 

La duración de permanencia de servicio militar de estas tropas era de veintiséis años que era más largo que el que se exigía a los soldados de las legiones que era de veinte años y además recibían un sueldo inferior al de las tropas auxiliares de las legiones.

Los jefes y oficiales de la marina romana eran designados entre personas de rango social inferior a los équites. Servir en la marina romana no era un buen lugar para ascender en la escala social romana.

Con la llegada del Imperio, se produce una gran reforma de la marina romana propuesta por Vipsanio Agripa que era íntimo amigo del emperador Octavio Augusto. Esta nueva marina romana tenía navíos más ligeros y maniobrables abandonando las quiquerremes. Creó el cuerpo de milites classici, que era un cuerpo similar al de la infantería de marina.

Se formaron dos grandes flotas operativas:

  • La primera con base en Miseno en la bahía de Nápoles.
  • La segunda con base en Rávena en el mar Adriático en la desembocadura del río Po.

Junto a estas dos flotas principales, se crearon varias escuadras menores con base en Siria, Egipto, Panonia, Aquitania y África del Norte, junto a una serie de flotillas fluviales en los grandes ríos europeos, el Rin, el Danubio y en el mar Negro.

El jefe de la marina romana era nombrado directamente por el emperador entre las personas de su mayor confianza. Dentro de la jerarquía existían los lugartenientes, varios comandantes y un intendente de la flota. A ello hay que unirle la existencia de centuriones classis y otros grados militares similares al de las legiones.

Con la llegada del Imperio, la marina recupera su prestigio y sus soldados e infantes se convierten en un selecto cuerpo de elite dentro del ejército romano y pasan a ser considerados soldados de primer nivel. Con la llegada de los emperadores Flavios, los soldados de la marina pasan a ser consideradas tropas pretorianas.

Los classiarii de la flota fueron utilizados para labores complejas como fueron el extender los toldos contra el sol y la lluvia en las cubiertas de los anfiteatros, como se puede comprobar en el Coliseo romano.

Otra de las funciones en la que participaban los classiarii o soldados de marina era la preparación y participación ocasional en las naumaquias, los combate navales simulados que ocasionalmente se ofrecían en algunos anfiteatros especialmente preparados para ello, en los que se inundaba de agua el foro o arena y se hacía combatir entre sí algunas pequeñas naves.

Los soldados de la marina romana pasaban más tiempo en tierra en sus bases navales que en el mar, pues desde otoño hasta el inicio de la primavera no se navegaba debido al mal tiempo, salvo en labores de patrullaje de las costas o de transportes militares en caso de urgencia y necesidad.

Estos desplazamientos eran de corta duración, pues la poca capacidad de carga de los navíos de guerra no permitía un gran almacenamiento de provisiones y de reservas de agua potable a bordo, por lo que las travesías no duraban demasiados días sin aprovisionarse en alguna de las muchas bases costeras de las islas y costas del mar Mediterráneo.

La ropa de los infantes de marina destaca porque no tienen ningún tipo de armadura o protección corporal pectoral, lo que se entiende en los soldados de marina, pues estas protecciones pesaban mucho y dificultarían los movimientos y serían un serio peligro para el soldado si éste caía al mar y debía nadar para no ahogarse.

La única protección defensiva de estos infantes de marina, además del yelmo, era el escudo rectangular y convexo estandarizado en las tropas legionarias desde las primeras décadas de la llegada del Imperio.

Como arma ofensiva llevan una especie de chuzo o lanza corta, no la jabalina o pilum característico de las legiones. Estos soldados llevarían también la espada corta legionaria como arma básica para la lucha cuerpo a cuerpo.

Entre los oficiales de la marina destacan por su casco que es de tipo macedónico y era distinto de los que llevaban otros oficiales, lo que los identificaban perfectamente como soldados de marina.

EL FINAL DE LA MARINA ROMANA

La crisis política, económica y militar que sufre el Imperio en el siglo III tuvo grandes consecuencias en el ejército y la marina romana. El proceso de barbarización que sufrió el ejército hace suponer que también afecto a la marina.

La marina romana siguió realizando funciones de apoyo, transporte y abastecimiento de las legiones y al resto de fuerzas terrestres romana, teniendo una gran dependencia y subordinación logística completa.

El dominio completo del mar Mediterráneo fue esencial para el control de las provincias y territorios romanos, para el transporte de contingentes militares, o para operaciones bélicas de gran envergadura que necesitan el concurso y el apoyo logístico de las naves de la flota.

A parte del mar Mediterráneo existía el mar Negro y el océano Atlántico, en el que el imperio romano tenía importantes intereses, que completaban el ámbito de las comunicaciones y del comercio con numerosas bases y puestos costeros y un adecuado sistema de faros a lo largo de sus costas. 

Durante el siglo IV sobre todo con la llegada al poder del emperador Diocleciano se producen cambios militares muy importantes. Se produce la reforma denominada de Diocleciano, donde los sucesivos emperadores buscaran sobre todo tener tropas fieles a su persona y de esta forma paralizar la posibilidad de tener poderes regionales autónomos y con recursos suficientes para las aspiraciones de los cesares o augustos., ya que en aquella época existían los dos títulos de poder.

El emperador Constantino I tomó una decisión importante respecto a la marina romana en el año 330 y fue el traslado de las dos flotas principales, la Misenensis y la Ravennatis a la nueva capital del Imperio, Constantinopla.

Las razones para dicho cambio son obvias pues intentaba disponer del control total sobre la mariana romana, para que ningún usurpador pudiese transportar tropas desde los territorios dominados por sus ejércitos terrestres.

Con la caída del Imperio romano Occidental, la marina romana ya era muy débil y acabó desapareciendo.


BIBLIOGRAFIA

Connolly, Peter. “Las legiones romanas”. 1985. Espasa Calpe. Madrid.
D’Amato Raffaele. “Imperial roman naval fordes 31 A. C. – 500 d. C.” 2009. Oxford.
Goldworthy, Adrián. “El ejército romano”. Edit Akal.
Peris Boscá, Vicente. “La navegación romana”. 2007. Facultad de Geografía e Historia. Valencia.
Potter, David (2004), “The Roman Army and Navy”. 2004. Cambridge University Press. 
Sánchez Sanz, Arturo. “Imperium Maris. Historia de la Armada romana Imperial y Republicana”. 2004. Esfera de los Libros. 
Starr, C.G. “The roman imperial navy”. 1960. Cambridge.


[1] Era un barco de guerra griego impulsado por 50 remeros de ahí su nombre, además de un timonel y quizás otros marinos. También podía navegar a vela. Tenía una eslora de 35 m de largo, y una manga de 5 m de ancho.
[2] Remate de la quilla del navíoque va en línea curva hacia la proa.
[3] Pieza gruesa de madera o hierro puesta verticalmente sobre el extremo de la quilla inmediato a la popa; sirve de fundamento a toda la armazón de esta parte del buque.

Las trirremes y los quinquerremes de la marina en la antigua Roma