viernes. 26.04.2024

Edmundo Fayanás continua con la saga sobre el 'Imperio Romano'. En este caso, centrándose en el ejérctio que conquistó el mundo, y más concretamente, en la legión y la guardia pretoriana.

  1. La Legión
  2. Guardia pretoriana

La Legión

Las guerras en aquella época eran escaramuzas limitadas que acababan con el invierno, y es dudoso que alguna vez se llegara a reunir el ejército al completo. Ni siquiera era un cuerpo permanente, se reclutaba y licenciaba según las necesidades.

Los trescientos caballeros formaban la caballería del ejército de la Antigua Roma. Estaban bajo el mando de tres tribunos de la caballería y el jefe supremo de la caballería era el magister equitum y el de la caballería de cada legión a los tribunos de la caballería. 

La aristocracia al principio y las clases ricas posteriormente ocupaban la primera línea como muestra de su liderazgo del pueblo, y porque podía pagarse el mejor equipamiento, con lo que sus unidades eran muy eficaces y bien armadas. Muy pocos miembros de las clases más bajas podían costeárselo con su paga de soldado.

Con el crecimiento de la población de Roma y las mayores necesidades militares el número de legiones aumentó primero a dos y posteriormente a cuatro.

El mando supremo de los infantes correspondía inicialmente al rey y después a los cónsules o dictadores. El mando de los infantes de cada legión correspondía a los tribunos de la milicia.

Los infantes fueron divididos en cinco clases según su armamento en función de la riqueza personal:

  • Las tres primeras eran las llamadas hastati, los lanceros. 
  • Las otras dos velites, los auxiliares.

En los primeros momentos, el ejército era simplemente una agregación de unidades indiferenciadas inspirada en la falange etrusca. Esta se creó por la influencia de las unidades de hoplitas de la Magna Grecia con las que habían entrado en contacto.

El tamaño de la legión pasó de unos tres mil hombres a más de cuatro mil, pudiendo llegar hasta los cinco mil. También hubo una mayor especialización de los soldados, pero tácticamente no se produjeron cambios y se mantuvo la estructura básica de la falange hoplita.

Como cada soldado debía pagarse el equipo, este dependía de a cuál de las cinco clases establecidas por Servio Tulio. La mejor armada era la primera clase:

  • Escudo: circular, llamado scutum. 
  • Muñequera: muñequera de metal que contenía un cuchillo para atacar por sorpresa en un mano a mano, llamado munnecum.
  • Cuerpo con corseles de cuero, pectorales de bronce, grebas. Para la época de la monarquía etrusca y los primeros tiempos de la República, la armadura sería de tipo helénica. Linotorax de láminas de lino superpuestas, ofrecía buena protección a la par que ligereza y flexibilidad y la lorica musculata de bronce [1] y más raramente hierro.
  • Yelmo con varios modelos en este período: cónicos, etruscos, etruscos-corintios, calcídicos y áticos. Todos de bronce y de origen heleno.
  • Armas: lanza de acometida, espada griega xiphos [2] o kopis [3].
  • Sandalias: reforzadas por una suela de piel gruesa de unos dos centímetros. También llamadas caligae.

Las demás clases llevaban progresivamente menor equipamiento, de acuerdo con el poder adquisitivo. La segunda clase carecía de coraza y el escudo era oval, la tercera carecía además de grebas, la cuarta solo tenía jabalinas y una espada posiblemente griega, o un cuchillo largo en su defecto, y la quinta eran honderos. 

DURANTE LA REPÚBLICA 

A comienzos de la etapa republicana, la legión se organizó con una estructura mucho más formal y estricta. Los equipamientos eran costeados por la propia República y el ejército se hizo profesional. 

Esto hizo que muchos no ciudadanos entraran al ejército para mejorar su posición social. Como las guerras eran más frecuentes y habían dejado de ser simples escaramuzas, las batallas requerían más planificación.

A medida que las campañas aumentaban en duración se hacía evidente que la situación de una ciudadanía militarizada permanentemente no era sostenible. Esto supuso muchos problemas económicos hasta finales del siglo V a. C. y principios del siglo IV a. C., cuando Roma empezó a tener tamaño suficiente, para que los soldados solo fuesen una proporción pequeña de la población.

La caballería adquirió cierta mala reputación por incompetencia o cobardía en las tres principales batallas de mediados del siglo IV. En contraste, la infantería mantuvo su reputación tradicional de excelencia.

La lealtad del ejército se reforzaba por el juramento de fidelidad y obediencia a los superiores y de no desertar de la batalla. Las faltas de disciplina se castigaban de acuerdo a su gravedad con la suspensión del sueldo, con azotes o hasta con la muerte. El castigo para unidades completas consistía en diezmarlas, es decir, aplicar la pena de muerte a uno de cada diez legionarios.

Durante el transcurso de la etapa republicana se solía reclutar un máximo de tres o cuatro legiones. Sin embargo, continuaron teniendo, como durante la monarquía, una existencia efímera. 

Únicamente se hicieron permanentes las legiones I a IV, sin contar con las legiones urbanae, que estaban destinadas a la defensa de la propia ciudad de Roma y a labores civiles o policiales dentro de la misma. 

Cada cónsul tenía dos legiones a su mando junto con los respectivos auxiliares de cada legión, esos eran los ejércitos consulares. Durante la II Guerra Púnica se reclutaron muchas más legiones para poder hacer frente a la gran amenaza de Aníbal.

Cada legión quedó bajo el mando de un cónsul elegido por un periodo de un año. Esto suponía que muchas veces estos dirigentes carecían de dotes militares, y lo más habitual era que los cónsules a su vez nombrasen un legado más profesional y con capacidad de mando, al que situaban al frente de la legión.

La figura del tribuno militar apareció formalmente en el año 331 a. C. La legión se reorganizó en seis cuerpos, dirigidos por los tribunos militares electos. Estos cuerpos se dividían a su vez en otros diez, las centurias, bajo el mando de sendos centuriones.

Nominalmente cada centuria constaba de cien hombres, pero en realidad su número de combatientes podía ser de hasta sesenta, siendo la cifra más habitual la de ochenta combatientes. 

El resto de los hombres que formaban esta centuria eran no combatientes, sirvientes encargados de mantener en las mejores condiciones posibles a los legionarios para combatir eficientemente. 

También les acompañaba una mula por cada ocho hombres para cargar parte del equipo y las provisiones. Así se creó una jerarquía formada en primer lugar por el cónsul electo, sus legados, los tribunos militares y los centuriones.

Otro cambio obligado por la mayor duración de las escaramuzas fue la necesidad de prorrogar el mandato del cónsul en campaña. Así surgió la figura del Procónsul. La lealtad de los soldados, que se iba desplazando desde el Estado hacia sus jefes directos, hizo que los cónsules y procónsules empezaran a obtener un gran poder militar y político.

La infantería ligera o velites no tenía una organización ni función precisas. Su actuación se ajustaba a las necesidades de la batalla. Eran un cuerpo de gran ligereza y movilidad que hacía que en muchas ocasiones fuesen los que más bajas infligían al enemigo. 

Por lo general, no eran todavía ciudadanos romanos, sino socii que eran aliados itálicos, los cuales integraban las alae soiorum, que, desde el siglo III a. C. hasta principios del siglo I a. C., se reducían aproximadamente a la Italia actual.

La caballería ligera o equites estaba formada por jinetes expertos que, al mando de sus oficiales, solían atacar por los flancos. Al cargar por los flancos y por la retaguardia, sorprendían al enemigo y presionaban hasta acorralarle.

El tronco se protegía con una coraza completa, frontal y espalda, de la que hubo varios tipos. La coraza más cara eran dos piezas de metal que protegían completamente el tronco. Por su precio y vistosidad estaban prácticamente reservadas a los oficiales y a la guardia pretoriana, que no aparece hasta el Alto Imperio.

La coraza de escamas, la loriga scamata estaba formada por pequeñas piezas de metal o hueso superpuestas y unidas por alambre. La lorica hamata era una cota de malla. La lorica segmentata estaba formada por hojas de metal alargadas. Proporcionaba mayor protección que la lorica hamata y permitía más movilidad.

Para proteger el vientre utilizaban un cinturón de cuero, con tiras colgantes para proteger los muslos.

El escudo podía ser de bronce o de madera recubierta de cuero, y su forma redonda, oblonga, semicircular o cilíndrica

La muñequera era de metal y contenía un cuchillo para atacar por sorpresa en un mano a mano sin espada. El casco protegía la nariz, mejillas y cuello. El de los oficiales llevaba un penacho.

El calzado consistía en unas sandalias fuertes, con tachuelas en la suela, de gran resistencia en las largas marchas.

Las armas eran un pilum pesado, un pilum ligero, el gladius y un puñal de doble filo. Además, llevaban una mochila con objetos personales, agua y raciones para un mínimo de tres días.

Al frente de la legión marchaban los velites explorando el terreno y las posibles trampas. Luego venían la infantería, la caballería, los encargados de levantar el campamento, el general, su guardia, tropas, las máquinas de asedio desmontadas, los oficiales superiores y más tropa cerrando la marcha.

El campamento desempeñó un papel fundamental en las tácticas romanas con las reformas de Mario. No se dejó su establecimiento al azar, sino que seguía unos principios rígidos. Probablemente, ningún otro ejército de la antigüedad contó con unos campamentos, para una noche o por tiempo indefinido, con tales niveles de seguridad.

Externamente se rodeaba por un foso de cuatro metros de anchura y tres de profundidad que era excavado por una parte de los legionarios, mientras la otra parte se mantenía en estado de alerta. 

La tierra extraída se utilizaba para levantar un terraplén defensivo, el agger, a continuación del foso. En el caso de campamentos eventuales, como los construidos cada día al final de la marcha, el vallum podía ser solamente el agger o también añadir una empalizada de madera. 

Si el campamento era semipermanente, como durante el descanso invernal o un asedio corto, el vallum era de madera o argamasa. Si se trataba de algo permanente, por ejemplo vigilar la seguridad de una zona, se utilizaba la piedra. Después del vallum se dejaba un terreno despejado de treinta a sesenta metros, el intervallum.

La tienda del general se levantaba junto a la intersección de dos calles que se cruzaban en forma de cruz latina. En cada una de las zonas se distribuían las tiendas de los legionarios, siguiendo una ordenación específica según el cuerpo. Las tiendas tenían capacidad para cuatro legionarios, pero alojaban a ocho en turnos rotativos.

El esquema romano clásico de combate constaba de una vanguardia de velites. A continuación, venía la infantería pesada dispuesta en tres líneas:

  • Hastati.
  • Princeps.
  • Triarii que entraban en combate cuando los oponentes estaban cansados de haber luchado con los hastati y princeps, por lo que solían causar un número de bajas bastante elevado.

La formación básica era la infantería en el centro, a la derecha se disponía la caballería romana, y a la izquierda la caballería de los aliados, pero muchos generales variaron las formaciones para adecuarse al enemigo.

La formación en falange fue sustituida por el manípulo en vista de sus defectos, consistente en dos centurias bajo el mando del mayor de ambos centuriones. Cada una de estas tres líneas de infantería ya no era continua, sino que se separaba en manípulos, con un pequeño cambio de orden.

El resultado era una disposición en forma de tablero de ajedrez, que dotaba de gran flexibilidad a los movimientos de la infantería.

Si se ganaba la batalla, tanto las riquezas como tierras del enemigo pasaban a ser propiedad del Estado. Muchas de estas tierras se les entregaban a patricios y generales victoriosos, o bien se les arrendaban a precios muy reducidos. Los habitantes de la tierra pasaban a ser esclavos del propietario o arrendatario.

Con el paso del tiempo cada vez era más habitual que fuese el propio jefe del ejército el que se alzase con la propiedad del botín y la repartiese a su criterio entre sus ayudantes y la tropa, con lo que se ganaba su fidelidad personal. Esto acabó siendo de gran importancia política desde los últimos años de la república.

DURANTE EL IMPERIO

El ejército estaba formado por treinta legiones de unos cinco mil trescientos hombres cada una en esta época. La legión ya era un cuerpo permanente, podía variar en número y composición pero siempre existía, cada una con sus símbolos, historia y glorias particulares. En ellas había gran variedad de especializaciones como soldados, zapadores, policía militar, cuerpo médico, etc.

Cada legión, bajo el mando de un legatus, constaba de infantería y de caballería. Inmediatamente bajo su mando había siete tribunos militares, de los cuales seis eran oficiales procedentes del ordo equester, cinco tribuni angusti clavii con mando sobre dos cohortes y un tribunus sexmestris al mando de la caballería legionaria, y uno era miembro del ordo senatorius como tribunus laticlavius, y era un joven senador que ejercía de segundo del Legado.

Por debajo, se encontraba el praefectus castorum, un antiguo Primus Pilus que en vez de jubilarse había ascendido a este puesto e ingresado en el ordo equester. Era el encargado de la logística, del mantenimiento del campamento y del mando de la artillería y maquinaria de asedio en combate.

La infantería constaba de diez cohortes, de las que la primera era especial. Estaba formada por cinco centurias de ochenta hombres, cada una de ellas bajo el mando de un centurión, siendo el centurión de la primera centuria llamado Primus Pilus, y por tanto el cuarto hombre de la unidad, con acceso directo al Legado. 

Además, incluía un cuerpo de seiscientos hombres que no participaba en la batalla formado por escribanos y comerciantes. En total unos mil hombres.

Las nueve cohortes restantes eran iguales. Cada una de estas cohortes, de cuatrocientos ochenta hombres, se dividía en seis centurias bajo el mando de sendos centuriones. La caballería estaba integrada por unos ciento veinte hombres, en cuatro turmae de treinta jinetes al mando de sendos centuriones.

Por debajo de los centuriones se encontraban los suboficiales, llamados principales, de entre los que destacaban:

  • El optio o lugarteniente del centurión.
  • El signifer o porta estandare o signum de una centuria.
  •  El aquilifer, portaestandarte mayor de la Legión.
  • El tesserarius o suboficial de seguridad.
  • El veterinarius.
  • Los inmunes, exentos de trabajos pesados, formados por algunos especialistas y por todos los jinetes, con doble paga o paga y media. 
  • Los soldados rasos.

El punto débil de las legiones estaba en su propia fortaleza. Básicamente eran unidades de infantería pesada, con un elevado número de especialistas en las más variadas tareas militares y no militares, y por ello poco adecuadas para tareas rutinarias. Además, su carencia de caballería y potencia de fuego a media distancia hacía que necesitaran ser completadas.

El emperador Octavio Augusto decidió que se crearan tropas de auxilia, pero no ya contratadas para campañas concretas, sino formando parte del ejército regular. 

Se crearon unidades específicas:

  • De caballería, las alae.
  • De infantería, las cohortes.
  • Unidades mixtas de infantería y caballería. 
  • Las cohortes equitata especializadas o no, reclutadas de entre las personas libres que carecían de la ciudadanía romana que era la inmensa mayoría de la población del imperio, y que, tras veinticinco años de servicio, obtendrían la ciudadanía romana como premio.

Se crearon unidades mixtas de caballería e infantería, llamadas cohortes equitatae, con una proporción de cuatro a uno de infantes sobre jinetes.

Las unidades auxiliares fueron asignadas permanentemente a legiones concretas con las que podían compartir campamento, pero a mediados del siglo I, fueron separadas de las legiones e instaladas en campamentos permanentes propios, llamados castellum.

Las unidades eran de tipo quincuagenario, similares a las cohortes legionarias ordinarias, con 480 soldados de infantería, 512 jinetes o 480 infantes y 120 caballeros, según fueran cohortes de infantería, alas de caballería o cohortes equitatae. 

Su separación de las legiones y su establecimiento en puntos concretos del limes con su propio campamento provocó la necesidad de que algunos sectores contaran con unidades más numerosas, para lo que se crearon algunas unidades miliarias, con 800 infantes, 720 jinetes, o 800 soldados y 240 caballeros, nuevamente según fueran cohortes de infantería, alas de caballería o cohortes equitatas.

El armamento o forma de vestir podía ser similar al de las legiones, o ser completamente específico, como ocurría con las unidades de arqueros sirios, jinetes ligeros del norte de África o caballería pesada parta. 

Por su parte, los mandos eran siempre romanos. Un caballero, miembro del ordo equester, dirigía cada unidad como tribunus cohortis, praefectus alae o praefectus cohortis, y los centuriones y decuriones siempre tenían la ciudadanía, así como muchos de los principales de las unidades.

Algunas unidades fueron reclutadas también entre ciudadanos voluntarios romanos, y entonces estaban equipadas de la misma forma que las legiones. Otras unidades reclutadas en las provincias, si carecían de ciudadanía, podían obtener, por ciertas acciones meritorias en campaña, el título de civium romanorum, y pasaban a estar equipadas de la misma forma que las legiones, aunque conservaran algunas armas propias.

A mediados del siglo II, el proceso de homologación entre unidades auxiliares y legiones estaba muy avanzado, lo que restaba eficacia al ejército romano, y, además, la aparición de los denominados bárbaros que eran difícilmente encuadrables en un ejército regular, hizo necesario buscar alguna solución. 

La respuesta fue adoptar un modelo similar al republicano, contratando a un grupo de bárbaros, bastante reducido, en torno a 300, ponerlos bajo mando romano. Se busco crear unidades llamadas numerus de infantería y cuneus de caballería, y utilizarlos como verdadera carne de cañón, aunque, con el tiempo, estas unidades tendieron a ser permanentes.

A partir del siglo IV, la diferencia entre auxiliares y legiones desapareció totalmente y solo se conservaron los nombres de las unidades.

Guardia pretoriana

Este cuerpo militar fue establecido por el emperador Octavio Augusto como su guardia personal y fue suprimida por el emperador Constantino I después de vencer a su rival, Majencio, en la batalla del Puente Milvio,  

Recibían un entrenamiento mucho más intenso, su paga era mayor, su servicio era de solo dieciséis años, y solamente participaba en las guerras si el emperador en persona acudía al frente de batalla. 

Al mando de los pretorianos estaban los dos praefecti praetorium, que en ocasiones se reducían a uno solo. Sus hombres eran reclutados de entre los ciudadanos romanos de Italia y, excepcionalmente, de las provincias más romanizadas como la Galia Narbonense, la Bética o la Tarraconense. 

Octavio Augusto organizó la guardia pretoriana en nueve cohortes quincuagenarias de 480 soldados cada una, situadas en diferentes ciudades de Italia. El emperador Tiberio reunió las nueve cohortes en Roma y creó un cuartel permanente para ellas, el castra praetoria. 

Vitelio convirtió las cohortes en miliarias, con 800 hombres, e incrementó su número hasta doce. Sin embargo, al año siguiente, el emperador Vespasiano redujo su número nuevamente a nueve. 

El emperador Septimio Severo licenció a todos los pretorianos itálicos que habían asesinado a Pertinaz y a Didio Juliano, y que se habían atrevido a subastar el puesto de emperador al mejor postor. 

Los substituyó con legionarios de las legiones de Panonia, y, para asegurarse tropas alternativas a las de la guarnición de Roma, instaló en los Montes Albanos a la Legio II Parthica. 

Debido a su cercanía al emperador, la guardia pretoriana acabó transformándose en un instrumento de poder. Muchos emperadores fueron asesinados o depuestos por su guardia pretoriana, y algunos prefectos llegaron a emperador, tal y como ocurrió con Macrino. 

DURANTE LA ÉPOCA TARDÍA

Este periodo abarca desde el ascenso al trono del emperador Diocleciano en el año 284, hasta la división definitiva del imperio en sus mitades oriental y occidental en el año 395. Pocas décadas después el ejército occidental se desintegró con el colapso del Imperio romano de Occidente. 

El ejército romano del Este permaneció intacto y esencialmente estable hasta su organización por themas y su transformación en el ejército bizantino en el siglo VII.

Al contrario que el ejército del Imperio, el ejército del siglo IV dependía de manera importante en las levas y los soldados que los conformaban estaban peor pagados que los del siglo II.  

Los bárbaros procedentes de fuera del imperio probablemente aportaban una mayor proporción de reclutas, que durante los siglos I y II, aunque existen pocas evidencias de este hecho.

El ejército del siglo IV probablemente no era más grande que el del siglo II. El principal cambio en su estructura fue la creación de grandes ejércitos que acompañaban a los emperadores y que estaban asentadas en un punto alejado de las fronteras. Su función principal era hacer frente a posibles usurpadores.  

Las legiones fueron divididas en unidades más pequeñas, comparables al tamaño de los regimientos de tropas auxiliares del principado. La armadura y el equipo de los legionarios fueron abandonados en favor del de los auxiliares. La infantería adoptó el equipo más protector de la caballería del Imperio.

El papel de la caballería en el ejército tardío no parece que fuera mucho más importante que el del Imperio. La caballería adquirió cierta mala reputación por incompetencia o cobardía en las tres principales batallas de mediados del siglo IV. En contraste, la infantería mantuvo su reputación tradicional de excelencia.

Los siglos III y IV fueron testigos de las reformas en muchos de los fuertes fronterizos de cara a hacerlos más defendibles, al igual que de la construcción de nuevos fuertes con especificaciones defensivas más altas. 

Muchos elementos de la defensa romana tardía eran similares a los asociados a la defensa adelantada, como por ejemplo la localización avanzada de los fuertes, las frecuentes operaciones cruzando la frontera, o la existencia de zonas externas habitadas por tribus aliadas. 

Cualquiera que fuera la estrategia defensiva, en apariencia resultó menos exitosa a la hora de prevenir incursiones bárbaras que la de los siglos I y II. Esto pudo deberse a una mayor presión bárbara o a la práctica de mantener los principales ejércitos y a las mejores tropas en el interior, privando a las fronteras de un apoyo suficiente.


BIBLIOGRAFÍA

Goldsworthy, Adrián. “El ejército romano”. 2005. Ediciones Akal. Madrid.
Yann Le Bohec. “El ejército romano”. 2007. Ariel. 


[1] Se trataba de una armadura compuesta por pequeñas escamas de metal, unidas entre sí por alambres, colocados de lado a lado en filas horizontales, que a su vez se superponían verticalmente para formar la armadura real.
[2] El xifos es una espada corta, de una mano y de doble filo, utilizada por los griegos antiguos en el campo de batalla. Era un arma secundaria de los ejércitos griegos, después de la lanza o jabalina. El xifos suele tener un nervio central. Se colgaba de un tahalí situado en la axila izquierda.
[3] La espada Kopis estaba diseñada para ser usada con una mano. Ejemplos tempranos muestran una hoja de hasta 65cm, haciéndola de un tamaño muy similar a la Spatha. El Kopis tenía un solo filo que se curvaba hacia adentro, resultando cóncavo en la zona cercana a la guarda, pero volviéndose convexa cerca de la punta.

La legión y la guardia pretoriana en el ejército de la antigua Roma