martes. 19.03.2024
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Italia tiene una extensión de 301. 270 km2. Limita al sur con los mares del Mediterráneo Tirreno, Jónico, al sur y el este, y al norte con el Adriático, Eslovenia y Austria y al noroeste con Francia, Suiza y el mar de Liguria, en el Mediterráneo. Dentro de la península itálica se encuentran, además, los países independientes de San Marino y Ciudad del Vaticano.

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Podemos distinguir cuatro grandes unidades de relieve en Italia: los Alpes, la llanura Padana, los Apeninos y las islas volcánicas. En realidad la península itálica se organiza en torno al sistema de los Apeninos, que queda al sur de la gran cordillera de los Alpes.

Entre ambas unidades se encuentra una amplia llanura de sedimentación sobre la que discurre el río Po. La isla de Cerdeña es un enclave de los Alpes que surge en el Mediterráneo, junto con Córcega, y las islas del Mediterráneo, desde Sicilia a otras menores, son estructuras volcánicas de reciente surgimiento.

Los Alpes abarcan más de 233.000 km², con casi 1.300 km de largo y entre 120 y 225 km de ancho. Se trata de una cadena, paradigma del relieve alpino, en la que encontramos mantos de corrimiento sucesivos, organizados en escamas, y cumbres de crestas vivas. En el sector axial, donde aparecen los materiales más duros, se encuentran las montañas más altas. A medida que nos desplazamos hacia el exterior aparecen los materiales calizos y los pliegues directos de tipo jurásico. Podemos distinguir tres unidades dentro de los Alpes: los Alpes Piamonteses, los Alpes Lombardos y los Alpes Vénetos.

Los Alpes Piamonteses u Occidentales, comienzan en el golfo de Génova, y van desde el paso de Cadibona hasta el Simplón. Dominan las regiones de Liguria, Valle de Aosta y el Piamonte. Se muestran como un gran murallón que ascienden rápidamente desde la llanura Padana hasta los 3.000 metros, donde hacen frontera con Francia. Aquí se encuentran el monte Rosa con 4.634 m, el más alto de Italia, y el monte Cervino con 4.478 m. Están en el entorno del Mont Blanc, que cae del lado francés.

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Los Alpes Lombardos van desde el Simplón hasta el paso de Resia. Son los Alpes centrales. Hacen frontera con Suiza en su mayor parte. Se caracterizan por que sus estructuras de relieve se disponen en bandas longitudinales, donde las condiciones climáticas se diferencian mucho de su entorno.

Los Alpes Vénetos van desde el paso de Resia hasta la frontera con Austria. Es el sector oriental de los Alpes. Mantienen las características estructurales de los Alpes Lombardos, pero son mucho más anchos y las alturas menores. Aquí se encuentra la cordillera de las Dolomitas, que ascienden a más de 3.000 metros, con la Marmolada de 3.342 m, y los Alpes Cárnicos, de hasta 2.700 metros de altitud. La gran característica diferenciadora de este sector es el gran desarrollo del relieve kárstico.

Al pie de los Alpes se desarrolla la llanura del Po, o Padana. Es una llanura de casi 400 km de largo y una anchura de 275 km llegando hasta el mar Adriático. Se trata de una gran fosa tectónica que albergó un golfo del Adriático, pero que se ha ido rellenando con los sedimentos procedentes de los ríos alpinos y de los Apeninos, sobre la que se desarrolló, una vez colmatada, el río Po. La mayor parte de la sedimentación se produjo durante el cuaternario, y especialmente tras el deshielo de la última glaciación.

Es una llanura arcillosa ligeramente ondulada en la parte más próxima a las montañas y más llana cuanto más nos acercamos al mar. Los sectores más próximos a las montañas presentan materiales más gruesos, cimentados por el “ferreto” una matriz arcillosa.

A este tipo de depósito en español se lo llama raña. Tras la zona de rañas aparece un sector de terrazas altas, y tras ellas la llanura de inundación, extraordinariamente plana. La fachada litoral es baja y pantanosa. Está formada por una serie de cordones litorales llamados lidos.

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Los Apeninos son la espina dorsal de la península itálica. Tiene unos 1.500 km de largo y una anchura variable de entre 30 y 150 km. Se trata de una cordillera alpina, pero con una menor incidencia de los mantos de corrimiento. Predominan los pliegues calizos.

La zona sur se encuentra muy cerca de un límite de placa, por lo que son frecuentes los terremotos y los fenómenos volcánicos. Podemos distinguir tres sectores: los Apeninos septentrionales, los centrales y los meridionales. Son más bajos que los Alpes. La mayor altitud se alcanza en el monte Cimone con 2.163 m.

Los Apeninos septentrionales van desde el paso de Cadibona hasta la Bocca Serriola. Predominan las rocas arenosas y arcillosas, y los pliegues directos de tipo jurásico. Los Apeninos centrales o Abruzos, van desde la Bocca Serriola hasta el paso de Tionero. Aquí predominan las calizas, y los pliegues suelen estar fracturados, por lo que aparecen estructuras de horst y graven.

Los Apeninos meridionales van desde el paso de Tionero hasta su encuentro con el mar Jónico. Se dividen en tres cadenas, los Apeninos Napolitanos, Lucano y Calabrés. El conjunto, y la península se cierran con los macizos de Sila y Aspromonte, de origen herciniano.

En torno a esta parte axial de los Apeninos aparecen los Antiapeninos, cadenas montañosas que dan paso al sector axial, y rodeándolas a todas las llanuras litorales, más o menos desarrolladas, que ponen en contacto estas estructuras con los mares del Mediterráneo.

Muy cerca de las costas del sur de Italia pasa el límite de placa entre las placas Euroasiática y Africana. Se trata de una zona de subducción en la que la placa Africana empuja sobre la euroasiática, origen de las estructuras alpinas.

Se dan frecuentes terremotos y sobre ella se desarrollan grandes volcanes como el Etna, que forma la isla de Sicilia, el Pantelleria, el Lipari, el Stromboli o el Vulcano. Casi todas las pequeñas islas del sur de Italia son volcanes más o menos desarrollados.

Italia no tiene grandes cuencas hidrográficas, debido a la disposición de su relieve. La mayor es la del Po en el norte, ya que recorre la mayor llanura del país. Los ríos italianos son de tipo mediterráneo, es decir, tienen un estiaje en agosto muy pronunciado. En general son de alimentación pluvionival, salvo los ríos que tienen su cabecera en los Alpes, que son de alimentación nivopluvial. En general son cortos, rápidos y de gran poder erosivo.

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La mayor cuenca hidrográfica italiana es la del Po, con 74.970 km², que recoge las aguas de los Alpes y el norte de los Apeninos. El Po nace en el monte Monviso, cerca del Mediterráneo, corre hacia el este y desemboca en el mar Adriático tras 652 kilómetros. Es un río caudaloso y navegable hasta Turín.

Su curso es tranquilo y meandriforme en la mayor parte del recorrido. Es un río sobreexplotado, sobre todo para usos agrícolas, lo que ha mermado su caudal de manera significativa. Atraviesa ciudades importantes como Turín y Cremona. En Ferrara comienza su amplio delta, de más de 380 km². Aquí Po se divide en cinco ramales: Po di Maestra, Po della Pila, Po delle Tolle, Po di Gnocca y Po di Goro.

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La rama principal desemboca en el mar Adriático cerca de Porto Tolle. No obstante, el río se divide en diversos ramales a lo largo de buena parte de su curso, por lo que son abundantes las islas más o menos grandes, como la Isola Serafini. El Po tiene cientos de afluentes.

En su último tramo el Po discurre paralelo a los ríos Adigio, al norte, y Reno, al sur, que desembocan, como el Po, en su gran delta. El río Adigio es el segundo en longitud de Italia (410 km). Entra en Italia tras recorrer el Tirol. Nace cerca del lago Resia, cerca de las fronteras de Suiza y Austria, y desemboca en el Adriático cerca de Chioggia. Sus principales afluentes son: Passirio, Isarco, Noce, Avisio, Fersina. Las principales ciudades por las que pasa son: Trento, Verona y Legnano.

El Tíber es el tercer río en importancia de Italia. Tiene 405 km de longitud y una cuenca de 17.169 km². Nace en el monte Fumaiolo en la Toscana. Pasa por Perugia y Roma, y desemboca en el mar Tirreno dividido en dos brazos a partir de Ostia, el Isola Sacra al sur y Fiumicino al norte. Es, pues, el río de Roma, y en tiempos del Imperio un río navegable que le proporcionó a la ciudad su ventaja en el comercio de la época.

El cuarto río en importancia es el Arno, con 241 km de longitud y 8.247 km² de cuenca. Nace en monte Falterona y desemboca cerca de Pisa, en el mar de Liguria. Atraviesa las ciudades de Florencia y Pisa. Es un río típicamente mediterráneo, con profundas sequías y grandes avenidas.

Otros ríos importantes son el Piave (220 km), el Reno (212 Km) el Volturno (175 Km) y el Liri-Garigliano (158 Km).

En Italia hay, también, varios lagos de importancia. La mayoría tienen un origen glaciar y se encuentran en el interior de la península y, sobre todo, en los Alpes, pero también hay numerosos lagos litorales de tipo marisma.

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El mayor lago de Italia es la laguna de Venecia, un área pantanosa separada del mar Adriático por un estrecho cordón litoral, o lido. Tiene unos 550 km², 118 pequeñas islas separadas por 160 canales y unidas por más de 400 puentes. Entre esas islas se levanta la ciudad de Venecia. La mayor parte de la laguna está ocupada por un gran pantano de llanuras fangosas y cubiertas por una fina capa de agua.

No obstante, muchas zonas han sido dragadas para hacerlas cultivables, por lo que la superficie del lago ha mermado considerablemente. Se trata de una marisma prácticamente colmatada, pero la constante subida del nivel del mar está ganando terreno e inundando la laguna. Ha sido necesario construir un complejo sistema de compuertas para que el mar no invada Venecia, que en la actualidad queda bajo el nivel medio del mar.

El lago Garda, o lago de Benaco, es el mayor lago italiano de origen glaciar. Tiene una superficie de cerca de 370 km² y se encuentra al pie de los Alpes, a unos 25 km al oeste de Verona. Su principal afluente es el río Sarca.

El lago Mayor es tercer lago de Italia, gracias a sus 212 km². Es un lago glaciar que se encuentra en plenos Alpes. Parte del lago se interna en Suiza. Tiene una forma alargada de 54 km y una anchura máxima de 10 km. Está rodeado de montañas que superan los 1.500 metros de altitud.

El lago de Como es el cuarto gran lago. Se encuentra en la región de Lombardía, en plenos Alpes. Tiene una superficie de 146 km², y 416 metros de profundidad, lo que le convierte en uno de los lagos más profundos de Europa. Tiene tres brazos, al oeste el de Como, al este el de Lecco y al norte el brazo de Colico.

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Italia es un país mediterráneo. Sólo en las montañas alpinas encontramos condiciones climáticas diferentes, gracias a su altitud y a la orientación de los valle italianos a sotavento de los vientos dominantes del oeste. Se caracteriza por unos inviernos medianamente húmedos y veranos secos, con entre tres y cinco meses de aridez. La aridez es mayor en la Italia del sur que en la del norte.

Los centros de acción que dominan el clima son el anticiclón de las Azores, que actúa en verano, y el frente polar que trae las lluvias de primavera y otoño. Las masas de aire que encontramos son de tipo tropical marítimo y polar marítimo. En invierno se ve afectada ocasionalmente por el anticiclón siberiano, que trae masas de aire polar continental muy frías, y que provocan fuertes nevadas.

En otoño es muy frecuente el fenómeno de la gota fría, especialmente en el entorno del mar de Liguria, donde se instala una baja presión que afecta a toda la región. En verano, ocasionalmente, llega la acción de la baja presión sahariana, que induce masas de aire tropical continental, cálidas y secas con tiempo de calima.

La llanura Padana tiene un clima mediterráneo con tendencias a la continentalización. Esto es debido a que se encuentra relativamente lejos del Mediterráneo, y, sobre todo, a sotavento de los Alpes y los Apeninos, lo que quiere decir que las masas de aire marítimo llega con dificultad a la región, por culpa del efecto barrera que ejercen las montañas.

En la llanura Padana se observa con frecuencia el viento foehn: rápido, cálido y seco, que baja de las montañas resecando el clima. Por el contrario la llanura está abierta a las llegadas de masas de aire frío polar continental, que en invierno llegan desde las regiones occidentales del anticiclón siberiano. Así, en el valle del río Po los inviernos llegan a ser muy fríos, y los veranos muy cálidos.

Las lluvias tienen un significativo cariz orográfico. Son muy similares en toda la península, con mayor incidencia en el norte que en el sur, pero las alturas de los Apeninos son bastante más húmedas que su entorno, y con una clara disimetría entre la vertiente de barlovento, mucho más húmeda, y la de sotavento, más seca.

La costa de Liguria es la más lluviosa, ya que recoge en torno a los 1.000 mm anuales, y las costas del sur: Catania, Sicilia, etc..., recoge sobre los 600 mm anuales. Es un clima mediterráneo ligeramente más húmedo que la media.

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Las lluvias aumentan espectacularmente con la altitud de los Alpes. En las cumbres más altas son siempre de nieve, y se pueden ver algunos glaciares locales en los valles del interior. En las cumbres de los Alpes se llegan a recoger más de 3.000 mm anuales.

El efecto foehn, y el efecto barrera, son característicos de esta región. Provoca enormes diferencias climáticas entre las alturas y el fondo de un mismo valle. En los valles transversales del centro y el este alpino, las masas de aire se canalizan a lo largo de ellos, generando importantes diferencias y peculiaridades climáticas que varían mucho de un valle al contiguo.

Los Apeninos también ejercen una importante labor de barrera de las masas de aire húmedas que se generan en el Mediterráneo. Así, la costa mediterránea es notablemente más húmeda que la del Adriático. Estamos hablando de diferencias entre una y otra de 200 y 300 mm anuales.

La sequía es en Italia un mal endémico, no sólo por la escasez de precipitaciones, que provocan sequías ecológicas recurrentes, sino por el alto grado de desarrollo del país y las limitaciones almacenamiento, lo que provoca sequías socioeconómicas casi constantes, especialmente en las regiones del sur.

Italia tiene algo menos de 59.879.234 habitantes, lo que da una densidad demográfica de unos 195 h/km², una densidad muy alta para un país mediterráneo de tales dimensiones. Se trata de una nación rica y moderna, que terminó la transición demográfica hacia el año 1975.

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Desde 1985 el crecimiento es prácticamente cero, con algunos años de decrecimiento. Es, por consiguiente, una población que ha envejecido rápidamente. Tan sólo el 14% de la población tiene menos de 15 años, el 66% entre 15 y 65 y sobre el 20% más de 65 años. La tasa de natalidad es muy baja, en torno al 8‰, lo que da poco más de un hijo por mujer, muy lejos de la tasa de reemplazo.

La mortalidad es muy baja, sobre el 10‰, y la mortalidad infantil mucho menor, sobre el 6‰. La esperanza de vida al nacimiento es muy alta, sobre los 80 años. El saldo migratorio, a pesar de la nueva inmigración, es bajo, sobe el 2‰.

La alta densidad de población del país hace que esta se reparta más o menos uniformemente por toda Italia. Las regiones más pobladas son: Campania, Lombardía, Liguria, Lacio, Véneto y Apulia, todas ellas con más de 200 h/km²; y las menos pobladas las de Umbría, Molise, Cerdeña, Tretino-Alto Adigio, Basilicata y Valle de Aosta, con entre 30 y 100 h/km², más densidad que muchas regiones de Europa.

Esta homogeneidad se debe a la larga historia urbana del país. Italia no se caracteriza por las grandes metrópolis, pero sí que tiene una vasta red de ciudades medias, aunque en torno a las principales ciudades se pueden encontrar conurbaciones bastante importantes. Las principales ciudades italianas son:

Roma con 2.600.000 h y su conurbación 3.750.000 h, Milán con 1.300.000 y su conurbación con 4.300.000 h, Nápoles con 1.000.00 h, y su conurbación 4.000.000 h, Turín, con 900.000 h y su conurbación 1.800.000 h, Palermo, con 700.000 h.

En el norte predominan las ciudades industriales, y los centros económicos del país. Bolonia, Génova, Turín y Milán crean una red de ciudades industriales, que son el motor económico de Italia, y están entre las regiones más desarrolladas de Europa.

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La población italiana también tiene una larga historia de migraciones. Desde la unificación en 1861 ha habido un lento pero constante proceso de migraciones interiores que ha favorecido al norte, en detrimento del sur, pero sólo en las décadas de 1950 y 1960 fue un hecho importante.

Las áreas industriales de Turín, Milán y Génova crecieron hasta un 27%, la región en torno a Roma un 18%. Pero más importantes que las migraciones interiores han sido las exteriores. Hay descendientes de italianos en casi todas partes del mundo. Desde la unificación y hasta 1988 más de 30 millones de italianos salieron de su país para trabajar. Este proceso sólo se detuvo durante las guerras mundiales, y con la crisis de 1973.

Hasta la segunda guerra mundial los destinos favoritos eran los americanos: Estados Unidos, Argentina, Brasil, Uruguay, etc. Durante las décadas de 1950 y 1960 los destinos favoritos fueron los europeos: Alemania, Francia, Suiza, Bélgica, etc. Esta emigración se alimentaba, fundamentalmente, de población urbana, por lo que con el tiempo se produjo un apreciable desequilibrio entre la población rural y la urbana. En las décadas de 1960 y 1970 se produjo un intenso éxodo rural, que da a Italia el actual carácter urbano de la población.

En la actualidad, y debido al bajo crecimiento y el envejecimiento de la población, Italia se ha convertido en un país receptor de inmigrantes, especialmente de África y los países del este de Europa: Albania, Rumanía, Bulgaria, etc.

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LA ECONOMIÁ

Italia es una de las primeras economías del mundo. Su moneda es el euro; desde el 1 de enero de 1999. Anteriormente era la lira italiana. El desarrollo económico italiano se fundamenta en su potente sector industrial, aunque hoy en día, como en todos los países desarrollados el sector servicios es el que más aporta al PIB.

La agricultura aporta al PIB menos de un 2% y acoge sobre un 5% de la mano de obra, la industria aporta un 29% y acoge al 32% de los trabajadores, y los servicios suponen un 69% del PIB y un 63% de la fuerza de trabajo.

Italia es un país deficitario en términos agrícolas, ya que su producción no abastece a toda su población y debe de recurrir a las importaciones. No obstante, se trata de una agricultura moderna y muy productiva que usa de todos los avances que le proporciona la revolución verde.

El paisaje rural italiano se diferencia notablemente entre el norte y el sur. En el norte predomina la pequeña propiedad, de gestión directa, carácter familiar y explotación intensiva, en torno a los cuales aparecen pueblos de pequeñas dimensiones.

La producción es un policultivo mediterráneo muy diversificado. Está muy extendida la agricultura a tiempo parcial. En el sur, por el contrario, predomina el latifundio, de explotación extensiva o semiextensiva y gestión directa pero con contratación de jornaleros durante las temporadas más activas. Los pueblos son mucho más grandes.

El trigo es el cultivo más importante, le siguen el maíz y el arroz, junto con otras frutas y hortalizas. La vid es otro de los cultivos mediterráneos clásicos. Se destina, sobre todo, a la obtención de vino. Por último, el olivo es el tercer gran cultivo mediterráneo. La actividad ganadera siempre ha sido de menor importancia. Es claramente deficitaria en carne y leche. También es deficitaria en pesca y aprovechamiento silvícola.

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La industria es el gran sector italiano, sobre el que se apoya todo el resto de la economía. Se trata de una industria potente y diversificada en todas las ramas de actividad modernas. La mayor parte de su producción industrial está destinada a la exportación, tras haber satisfecho la demanda interna.

Sus principales clientes son los demás miembros de la Unión Europea y Estados Unidos. Existe una clara disimetría entre el norte industrial y el sur, muy poco industrializado. La escasez de recursos naturales que hay en Italia ha hecho que muchas de las regiones industriales se instalen cerca de los grandes puertos.

La producción de hierro y acero bruto es muy grande, pero sobre todo destaca la fabricación de aluminio. Junto a ella se desarrolla la industria naval: Génova-Sestri, Nápoles, Ancona y Trieste-Monfalcone. También la industria química es muy potente, especialmente en fertilizantes químicos. Destaca la industria automovilística y del motor en general, muy localizada en el norte, con coches que van desde el turismo urbano al coche de lujo.

La industria textil es el tercer gran sector italiano. No sólo se trata de un textil diversificado y abundante, si no que alimenta la moda italiana, de gran prestigio en todo el mundo. Se concentra en regiones como Véneto, Lombardía y Piamonte.

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Es muy importante la industria agroalimentaria, la cual, curiosamente, ha de importar buena parte de sus productos para luego reexportarlos, como ocurre con el trigo de Francia, que lo exporta como pasta italiana, o el aceite español. En Italia las empresas industriales están muy bien diversificadas, y van desde la pequeña empresa, pasando por empresas de tamaño medio, hasta las grandes multinacionales como Fiat, Olivetti, Pirelli, Ferrari, etc.

El sector terciario es el más potente en la actualidad. Incluye un poderoso comercio, tanto interno como exterior, y el ser uno de los principales destinos turísticos del mundo. La red de transportes es muy densa y rápida.

El sector turístico no sólo se centra en Roma, Venecia, Florencia, las ciudades renacentistas y la costa sur mediterránea, si no que se extiende por la costa del Adriático, la Riviera, los Alpes y los lagos italianos. También el sector de las telecomunicaciones aporta mucho al PIB de Italia, acogiendo algunas de las empresas de comunicación más poderosas del mundo.

Cabe mencionar también que los niveles de vida italianos tienen una considerable división entre el Norte y el Sur del país: el PIB per cápita medio en las regiones del norte y el centro de Italia supera significativamente la media de la Unión Europea, mientras que algunas regiones y provincias del sur de Italia están dramáticamente por debajo. 

Históricamente se puede dividir el país en dos zonas económicas: el norte es más industrializado y desarrollado, dominado por empresas privadas y dónde se ubica el principal centro financiero del país, Milán. Por otra parte, el sur es más agrícola, menos desarrollado, muy dependiente de los subsidios del gobierno y con una de las más altas tasas de desempleo del país.

LA HISTORIA DE ITALIA

Entre los años 2000 y 1000 a. C la península Itálica recibió a los pueblos indoeuropeos provenientes de la Europa Central. Se desarrollaron en ese periodo dos áreas culturales homogéneas: una en la parte septentrional, que se caracterizó por la construcción de palafitos y la incineración de los restos mortuorios y otra en la zona meridional, que se abrió a las influencias de las culturas mediterráneas.

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A finales del segundo milenio a. C fuertes corrientes migratorias debilitaron la cultura septentrional y fragmentaron la meridional. Surgió una multitud de culturas regionales: latina, ligur, véneta, villanoviana e ilírica.

La fundación de colonias griegas a partir del siglo VII a. C. se convirtió en un elemento culturalmente significativo. Por su parte, las ciudades de Sicilia originariamente poblada por los pueblos sicanos, sículos y elimios, y Cagliari, en Cerdeña, fueron fundadas por los fenicios.

Al desintegrarse el imperio hitita, los etruscos se asentaron al norte del río Tiber por el año 900 a. C Su influencia se extendió por el valle del río Po hasta finales del siglo VI, cuando la presión de los celtas logró quebrantar la unidad territorial de sus dominios.

Según la leyenda, en el año 753 a. C Rómulo fundó la ciudad de Roma y durante ocho siglos las colonias de la colina Palatina, Esquilina, Quirinal y Capitolina comenzaron un proceso de unión, que tenía un lugar común de encuentro, el foro. La primera forma de gobierno fue una monarquía electiva y no hereditaria limitada por un Senado y una asamblea de los clanes, encargada de otorgar el mandato.

Existían dos clases sociales: los patricios y los plebeyos, que debían unirse para defenderse de los abusos de los grandes propietarios de las tierras.

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Con el rey Tarquino Prisco 616-578 a. C., Roma entró en la Liga Latina. La pobreza de los plebeyos y el sistema de esclavitud por deudas llevó a que en el año 509 se expulsara a los reyes.

Se promulgaron las doce tablas de la ley en el siglo V, válidas también para los plebeyos. Tras violentas luchas. Estos lograron incluir sus derechos en las disposiciones legales.

Las guerras púnicas contra Cartago del siglo III a.C. permitieron a Roma expandir sus posesiones y a comienzos del siglo II, tras desplazar a los macedonios, se hizo protectora de Grecia. En pocos años, Asia Menor, el noreste de la Galia, España, Macedonia y Cartago con lo que todo el norte de África cayó en manos romanas.

A finales del siglo II, los tribunos Tiberio y Cayo Graco fueron asesinados por los nobles juntos son sus seguidores, porque estos tribunos favorecían a los plebeyos. Octavio se consolidó como primer emperador en el año 27 a. C., iniciando un largo periodo de paz.

El Imperio nació dominando tierras desde el Rin en Germania hasta el norte de África, abarcaba la península Ibérica y los actuales territorios de Francia, Gran Bretaña, Europa central y Oriente Medio hasta Armenia. Su expansión duró hasta comienzos del siglo II, cuando los disturbios internos volvieron a sumir a Roma en el caos.

El emperador Constantino trasladó la capital a Bizancio en el año 330 y se convirtió al cristianismo y prohibió las crucifixiones y defendió las fronteras romanas contra los francos, alemanes y godos. A la muerte de Teodosio en el año 395 el Imperio se dividió en dos el de Occidente y el de Oriente.

El final del siglo V se caracterizó por las invasiones de los mongoles y de otras tribus del norte y las luchas de Bizancio por recuperar los territorios perdidos. A mediados del siglo VI, Italia volvió a ser una provincia, pero los lombardos, dirigidos por sus jefes militares llamados duces con quistaron el norte de la península.

Desde el traslado de la capital imperial al Bizancio, los obispos romanos se presentaron como alternativa de poder en la ciudad. Cuando los reyes lombardos empezaron a defender el cristianismo con las armas, contra los enemigos de la ciudad, los obispos ya denominados entonces Papas abandonaron la alianza, para mantener su poder terrenal.

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El Papa Esteban II pidió ayuda a Pipino el Breve en el año 754 y en reciprocidad lo coronó rey de los francos. Luego de derrotar a los lombardos, Pipino entregó al Papa el centro de la península. Carlomagno, hijo de Pipino, fue coronado rey y emperador de Roma en el año 800, pero las invasiones musulmanas de mitad del siglo dejaron a la región nuevamente sin gobierno.

Entre los siglos IX y X, la iglesia formó los Estados Pontificios en la zona central, Roma inclusive. La falta de un poder central favoreció, a partir del siglo XII, el autogobierno de varias ciudades que, con el gran desarrollo del comercio, la manufactura y el artesanado, desafiaron a las autoridades de un imperio que era meramente nominal.

Se produce la lucha de los guelfos que eran los partidarios del Papado y los gibelinos, defensores del Imperio y como consecuencia de ello el Papa Inocencio VI decidió refugiarse en Avignon ya en el siglo XIV. La prosperidad y estabilidad de las ciudades como Venecia, Florencia, Génova y Milán, produjo dos siglos después el movimiento intelectual y artístico del Renacimiento.

A comienzos del siglo XVI, la península fue atacada por franceses, españoles y austríacos que se disputaban Italia. Napoleón Bonaparte entró en Italia en el año 1794 y expulsó a los austríacos. Cuatro años después ocupó Roma y creó la República romana y la república Partenopea en Nápoles.

Sólo dos estados italianos quedaron fuera de la denominación napoleónica: Sicilia y Cerdeña, donde gobernaba Víctor Manuel I. El emperador francés abolió el poder temporal de los Papas y deportó a Pío VII a Savona.

Después de la caída de Napoleón en el año 1914, el Congreso de Viena (1815) restauró la situación prenapoleónica, reincorporó Génova a Saboya y la zona del Véneto y Lombardía a Austria.

La lucha por la independencia italiana recibió un nuevo impulso. Víctor Manuel II de Saboya nombró en el año 1852 a Camilo Di Cavour presidente del consejo de ministros. Artífice de la unificación, Cavour logró que el reino sardo piamontés se convirtiera en el Reino de Italia, del que sólo Roma y el Véneto quedaron excluidos.

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Los italianos invadieron Roma en el año 1870 y ante la negativa del Papa Pío IX de entregar el poder temporal, lo confinaron en el Vaticano, donde sus sucesores permanecen hasta el año 1929. El rey Humberto I firmó la Triple Alianza con Austria-Hungría y Alemania en 1878 y comenzó l conquista colonial de Eritrea y Somalia en África.

Al influjo de la Comuna de París, en el año 1872 se formó la primera organización socialista italiana, que en el año 1892 dio origen al Partido Socialista italiano. La industrialización que se desarrolló en esos años facilitó la inserción en el norte del país, pero no logró los mismos resultados en el sur agrícola y que era mucho más atrasado. La encíclica Rerum Novarum del año 1891 orientó a los católicos hacia la militancia sindical.

Al estallar la I Guerra Mundial, Italia se mantuvo neutral, pero ante las presiones de sectores nacionalistas y de izquierda terminó declarando la guerra a sus viejos aliados de la Triple Alianza.

Al finalizar la guerra, Benito Mussolini canalizó el resentimiento por los insuficientes resultados de la contienda, con una mezcla de nacionalismo y pragmatismo.

Una escisión encabezada por Amadeo Bordigas y Antonio Gramsci formó el Partido Comunista de Italia en el año 1921, dejando al PSI sin su ala más radical.

Tras sucesivas crisis de gobierno y de una impresionante marcha sobre Roma, Víctor Manuel III ofreció a Mussolini el gobierno. Una reforma electoral le otorgó la mayoría al Partido Fascistas. En 1925 seguidores de Mussolini asesinaron al socialista Giácomo Matteoti.

Una nueva Constitución implantó la censura de prensa y en el año 1929 se firmó el Pacto de Letrán con el Vaticano, por el cual se restablecía el poder temporal de los Papas, con lo que el gobierno se ganó el apoyo de los católicos.

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La política internacional de Mussolini se dirigió casi exclusivamente a la conquista de las colonias. Italia invadió Etiopia en el año 1936 y un año después constituía el Imperio italiano de África Oriental. Durante la guerra civil española se estrecharon los lazos con la Alemania hitleriana conformando el eje Berlín / Roma. Las tropas italianas ocuparon Albania en el año 1939.

Italia declaró la guerra a Francia e Inglaterra en junio de 1949 y en octubre invadió Grecia. Los fracasos militares en el norte de África y Grecia llevaron a Alemania a correr en su auxilio. Los aliados invadieron Sicilia en julio del año 1943 y muy pocos días después el Gran Consejo Fascista pidió al rey que reasumiese sus poderes.

Humberto I destituyó e hizo encarcelar a Mussolini y nombró primer ministro a Pietro Badoglio. Cuando Badoglio concertó un armisticio con los aliados, los alemanes invadieron la península y rescataron a Mussolini.

Éste fundó la República Social Italiana actuando como títere de los alemanes hasta que en abril de 1945 fue capturado y ejecutado por los resistentes comunistas. Los partisanos jugaron un papel crucial para la caída del fascismo especialmente entre los años 19423 y el final de la guerra.

Humberto I traspaso su poder a su hijo Humberto II y se produjo un referéndum en junio de 1946 y el pueblo italiano se decantó por una república. El Partido Demócrata Cristiano liderado por Alcide de Gasperi ganó una mayoría relativa y marcaron el inicio del dominio de la democracia cristiana en Italia. Luigi Einaudi fue elegido primer presidente de la república en mayo de 1948.

La Conferencia internacional de 1946 permitió a Italia seguir administrando Somalia, situación que duro hasta el año 1960. Durante la década de 1950, el país participó en la reconstrucción europea y en el año 1957 firmó como fundadora el Tratado que creó el Mercado Común.

Entre los años 1952 y 1962 se duplicó la renta per cápita de los italianos como consecuencia del desarrollo industrial. Se creó un triangulo industrial formado por Milán, Turín y Génova.

Su sistema político se mostró firme en sus formas pero muy inestable en sus contenidos. Los gabinetes elegidos sólo duraban poco tiempo. Las denuncias contra el gobierno demócrata cristiano de Arnaldo Forlani que lo vinculaban con la logia Propaganda Dos y provocaron la caída de su gobierno.

En febrero de 1991, el PCI se transformó en el Partido Democrático de Izquierda, que solicitó el ingreso en la Internacional Socialista. A finales de ese año un grupo escindido del PCI fundó Refundación Comunista.

En las elecciones de abril de 1992, los democristianos perdieron por primera vez las elecciones desde el año 1946. Como consecuencia Julio Andreotti anuncio la dimisión de su gobierno y el presidente Cossiga también renuncio. El impacto nacional causado por el asesinato a fines de mayo en Sicilia del juez Giovanni Falcone, enemigo número uno de la mafia, fue el detonante de la derrota.

Dos meses después del asesinato de Falcone, la mafia mató a Paolo Borsellino, que era el sucesor de Falcone en las investigaciones contra el crimen organizado.

En el año 1993, una investigación permitió desvelar un complejo sistema de operaciones ilegales que involucraba a políticos de todas las tendencias, a empresarios y a la mafia. Más de mil dirigentes políticos y empresariales fueron procesados en la operación “Manos limpias”, entre ellos los ex primer ministros, el socialista Bettino Craxi y el democristiano Giulio Andreotti.

Entre los años 1980 y 1992, la corrupción arrebató a las arcas del Estado unos 20.000 millones de dólares. Además, a raíz de los pagos ilegales otorgados a funcionarios y políticos, las inversiones públicas italianas eran un 25% más costosas que en el resto de la Comunidad Europea.

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El PDS, menos afectado por los escándalos de socialistas y democristianos, era el favorito para las elecciones legislativas de marzo de 1994. Sin embargo, en pocos meses, el magnate de la comunicación Silvio Berlusconi ceo el partido Forza Italia que, aliado con la federalista

Liga del Norte de Umberto Bossi y la neofascistas Alianza Nacional de Gianfranco Fini conquistó la mayoría absoluta en el Parlamento.

Berlusconi fue nombrado primer ministro, y en junio consolidó su popularidad cuando Forza Italia ganó las elecciones europeas.

Los últimos años de la historia de Italia es por todos conocida. País donde la corrupción política y la existencia de la mafia no permite un desarrollo general del país.

La bella e histórica Italia