sábado. 27.04.2024
Joan Coscubiela
Joan Coscubiela

¡Qué grande que es Coscu! La hemeroteca de la historia contra el relato de los esloganistas [1]. Y su contenida crítica a las 35h francesas o a la semana de cuatro días es muy necesaria y muy a tener en cuenta. Lo dicho ¡Qué grande que es Coscu!

Coscu sabe bien, y por eso dice lo que dice, que la reducción de la jornada laboral es el efecto de la lucha de clases, y no una mera concesión desde ningún poder [2]. Es la correlación de fuerzas sociales, cuando es favorable, la que permite esa reducción.

Harían mejor nuestras amadas lideresas y nuestro amados lideresos en preguntarse cómo -y luego obrar en consecuencia para- hacer que la fuerza social del "trabajo" (tomada en su más amplia acepción, y no sólo la de los trabajadores por cuenta ajena: es decir, la fuerza social de los que directa o indirectamente dependen de los salarios, sus cotizaciones y sus impuestos directos [3]) gane puntos en esa lucha sin fin.

Lo fácil es creer que mediante leyes se cambia la sociedad, lo difícil es dar a la sociedad herramientas de todo tipo, instrucción, educación las primeras, pero también sociales, económicas y políticas, para que sea ella, su parte más objetivamente interesada, la que opere ese cambio.

Coscu sabe bien, y por eso dice lo que dice, que la reducción de la jornada laboral es el efecto de la lucha de clases, y no una mera concesión desde ningún poder

Los cambios promovidos indirectamente desde un poder progresista, por ser las fuerzas sociales concernidas, precisamente los interesados, sus ejecutores directos, tienen más posibilidades tanto de éxito como de consolidación: entonces, sí, los cambios legales no antecederán, sino que expresarán la voluntad de cambio, y sobre todo la fuerza para hacerlo, la hegemonía de una mayoría social ¿Dispondrá de ella, un posible, deseable, gobierno de coalición PSOE-Sumar? No preguntarse tal cosa, no analizar sin ambages la realidad social española, nos pasará factura. 

La historia, desde el extremo Oriente al extremo Occidente, está llena de ejemplos de cómo los cambios de la ley, si no vienen prácticamente impuestos por unas fuerzas sociales hegemónicas en el punto social, político o económico a cambiar, no sólo se los lleva el viento, sino que las más de las veces acaban siendo contraproducentes.

Saber cuándo se da esa fuerza social, es decir, cuándo no sólo se desea, como si fuéramos adolescentes, sino cuándo se quiere y por eso, como adultos responsables de las consecuencias de nuestras actos -y no actos-, se lucha por ello, es labor de un ejecutivo progresista. Por ello, saber cuando se da o no se da esa fuerza hegemónica (como ahora ocurre: por una parte, necesitamos de partidos de derechas en lo social, político y económico para la investidura; por otra parte, las redes sociales, incluso las manifestaciones, cuando éstas tienen su fin en sí mismas, sólo expresan deseos, y no querencias) nos permitirá saber cómo y para qué crearla.

Todo en la vida se paga

¿Hasta qué punto no es un brindis al sol ese pacto entre PSOE y Sumar, si luego PNVJxCCC y también ERC y Bildu, por no formar parte de esa fuerza social progresista, convertirán en papel mojado este pacto tan histriónicamente anunciado?

No soy fan de Echenique, pero acierta cuando en X dice que "PSOE y Sumar han anunciado un acuerdo programático (los titulares sin gran concreción). Si algo he aprendido yo en política es que, mucho más importante que lo que ponga un papel, es quién va a pelear para que eso se cumpla" [4].

Y seguramente su quién se refiere a qué partidos se van a partir el lomo, pero más bien deberíamos pensar qué parte de la sociedad, y cuánta y cómo, va a querer, y no sólo desear, que lo pactado se cumpla.

Es necesario facilitar herramientas a las fuerzas sociales progresistas para que lideren realmente los cambios, y no sólo se beneficien de lo que el poder, por muy progresista que sea, otorga

Más aún, y como muy bien advierte dice Albert Sáez en su newsletter de hoy, 24 de octubre:

Los voceros de La Moncloa llevan hoy a sus portadas de papel el tramo final de lo que se supone que han sido unas arduas negociaciones entre el PSOE de Pedro Sánchez y el Sumar de Yolanda Díaz [...] Esta comedia sirve a los de Díaz para justificar su existencia y reivindicar que es útil votarles porque así hacen que el PSOE gobierne siendo un poco más feminista, un poco anticapitalista (sin pasarse) y un poco más plurinacional (lo justo que convenga) [...] la jornada laboral que se supone que se va a reducir a 37,5 horas. En una democracia avanzada, eso no lo decide el gobierno sino los agentes sociales. Solo hace falta escuchar lo que dijeron este mismo lunes los representantes de la empresa familiar para ver lo complejo de esa propuesta” [5].

Por todas estas razones, porque es necesario facilitar herramientas a las fuerzas sociales progresistas para que lideren realmente los cambios, y no sólo se beneficien de lo que el poder, por muy progresista que sea (lo que hoy da, el poder mañana quita si no lo has ganado y lo sigues peleando), otorga; porque, como bien ve Echenique, es necesario saber contar las fuerzas reales, y en su caso saber qué hacer; porque ya deberíamos saber que de relatos, o como dice Albert Sáez, de teatrillos no se vive, si caso se sobrevive o se malvive; porque, en fin, tratar temas complejos con eslóganes no solo nada explica, sino que acaba desmotivando las capas más necesitadas, con el riesgo de desmovilización (si es que aún queda algo) e involución, por todo ello veo necesario acabar citando in extenso al gran Coscu:

La propuesta de Sumar nos ofrece la oportunidad de debatir cómo debe ser una reforma legal de la jornada de trabajo que responda a la realidad de la empresa y la sociedad de hoy. Mi opinión es que el marco de referencia debería ser el de la jornada anual. La jornada diaria o semanal responde a un modelo de empresa fordista y taylorista que ya no existe. Por esas mismas razones creo que establecer una distribución homogénea y clónica de cuatro días a la semana es no entender la complejidad y diversidad del mundo del trabajo y la empresa. Esta fue una de las muchas lecciones que nos dejó la frustrada aplicación en Francia de la ley de las 35 horas. Y debería ser una de las enseñanzas aprendidas.

La jornada anual permite más flexibilidad organizativa a las empresas, un objetivo que debiera ser compartido en la medida que es una estrategia útil para que los ajustes de empleo no se hagan por la vía de los despidos, la contratación temporal o a través de Empresas de Trabajo Temporal.

La jornada anual es también más útil para los trabajadores en la medida que les ofrece más flexibilidad. Cada vez más personas trabajadoras requieren formas de personalización de su trabajo –no confundir con individualización– que requiere una flexibilidad con rostro humano, o sea pactada para que no mute en desregulación.” (Joan CoscubielaReducir la jornada laboral: sí, pero no así, elDiario)

Aquello tan valenciano, y también tan tortosino, y tan vago y tan complaciente de sopa, cau-me a la boca, no es de recibo cuando lo cierto es que, en este mundo -y no hay otro- nada se regala, no hay duros a cuatro pesetas y, como remata el bolero. “tonta, todo en la vida se paga”.

Pues eso, no vayamos a pagar con amargura los dulces que con eslóganes y relatos desde el poder -dicen que- nos otorgan.


[1] https://www.eldiario.es/129_a218d4, OPINIÓN | Reducir la jornada laboral: sí, pero no así, por Joan Coscubiela, @jcoscu, elDiario, 24/10/2023.
[2] https://tinyurl.com/ElPaisSumarPsoePSOE y Sumar alcanzan un acuerdo de Gobierno que incluye la semana laboral de 37,5 horasEl País, 24/10/2023
[3] https://tinyurl.com/SalarioEnSraffa-NT Rafael Granero ChulbiLa centralidad del salario excedente (ex-post) en Sraffa, epígrafe “Clase asalariada”, Nuevatribuna, 08/04/2022.
[4] https://tinyurl.com/EcheniqueXPablo Echenique, @PabloEchenique, 24/10/2023
[5] https://tinyurl.com/AlbertSaezEPAlbert SáezEl teatrillo de la MoncloaEl Periódico, 24/10/2023

¡Qué grande que es Coscu!