lunes. 29.04.2024

Andábamos metidos en una discusión casi tertuliana sobre las formas y los fondos, justo en la frontera del inicio de la moción de censura de Tamames y Vox, cuando la realidad en forma de discursos con sus fondos y sus formas nos pilló con las manos en la masa.

Todo empezó en referencia a si el nuevo instrumento de mass media Canal Red, y a pesar de que según un tertuliano esté libre de “las garras de los grandes medios de comunicación” (sic), estaba o no relacionado con Roures, padre, hija o conglomerado empresarial. “Sólo cuenta qué diga y cómo lo diga. En este medio y en todos.”, fue nuestra contestación.

Se nos respondió que “lo principal, en cualquier medio de comunicación, es que no mientan.” ¡Difícil negar la importancia de la verdad, el qué, y, en sentido contrario, la de las fake news! No nos convence, en cambio, circunscribir meramente al mundo de la estética el cómo (“El cómo lo diga, es algo que va más a gustos.”, remataba en nuestra contra).

Al igual que el medio afecta al mensaje, el mensaje fuerza al medio. Y si no van a la par, en ese forcejeo se pierde parte del mensaje

El medio

Nos vino a la cabeza ¡cómo no! ideas y conceptos que en su día volcamos en un trabajo para la UOC sobre Theodor W Adorno y su libro L’assaig com a forma (Breviaris, 1958). Adorno defiende que la forma conforma y transmite significado al fondo y a su vez el fondo da forma y fuerza a la forma. Por el hecho de escoger una forma determinada también estamos escogiendo en algún sentido la sustancia (ουσία) del discurso, pues el pensamiento de éste viene condicionado “por el procedimiento formador de los conceptos” (ob cit). Y en sentido opuesto, la materia del discurso condicionará su forma.

También trajimos a colación la famosa frase de McLuhan advirtiéndonos (de) que el medio es el mensaje. 

Hoy, removiendo los documentos usados, hemos dado con el breve ensayo Forma y contenido de Alonso Takahashi, entonces profesor titular del Departamento de Matemáticas y Estadística de la Universidad Nacional de Colombia, que ilustra muy bien el peligro de no entender la imbricación entre forma y fondo, continente y contenido:

En sus comunicados, la ciencia tiende a privilegiar el contenido sobre la forma; el científico quisiera abolir la forma para destacar el contenido. En el arte, por el contrario, la forma prima sobre el contenido. Para el artista lo principal es la forma: la poesía, por ejemplo, no está en lo dicho sino en la manera de decirlo [...] En la Ciencia la preocupación principal es el conocimiento, no la forma de expresarlo. Nos importa qué se dice, no cómo se dice; lo dicho, no la forma de decirlo. [...] Una sensibilidad o preocupación por la forma y el estilo nos deja indiferentes. El estilo es, después de todo, una cualidad estética; deseable, no indispensable.

Los tres autores de forma distinta, pero entre ellas complementarias, paran mientes en que la forma afecta al fondo, y que un contenido, al verse afectado por el continente, y a despecho de la voluntad del emisor, llega distinto al receptor en función de la forma en que se dice: el medio (también) es el mensaje.

Si el profesor Tamames hubiera adecuado el contenido a la forma de una moción de censura, debería haber escogido unos pocos temas que en su criterio fueran especialmente dolorosos

El contenido

Al igual que el medio afecta al mensaje, el mensaje fuerza al medio. Y si no van a la par, en ese forcejeo se pierde parte del mensaje. Y de las formas, que no es lo mismo. La actuación, por no decir performance, del profesor Tamames ha sido tanto agente como paciente de esa máxima.

El profesor Tamames llevaba escrito su discurso sobre 25 temas, más cuatro introductorias y un agradecimiento, en poco más de 30 páginas. En base a nuestra lectura podemos afirmar que estamos ante un texto ambicioso, tal vez demasiado [1], con problemas muy complejos, algunos reales, pero presentados a brochazos, los más de ellos deformados y en su caso resueltos con generalidades.

El medio era una moción de censura, con sus formalidades (es decir, con unas formas pactadas). El contenido del texto un exhaustivo índice de temas, propio de una tesis o del sumario de un máster de, tirando por lo bajo, dos años. El resultado, un esperpento.

Si el profesor Tamames hubiera adecuado el contenido a la forma de una moción de censura, debería haber escogido unos pocos temas que en su criterio fueran especialmente dolorosos -de fácil ataque y difícil defensa-, y haber argumentado el porqué de la inoperancia del actual gobierno

Después, sobre ellos y junto al resto de los 25 temas, debería haber planteado un programa de medidas, que es lo que pide el formato de una moción de censura que quiera ser constructiva (lo que no debe ser de otra manera, si se presenta como alternativa y no como mero torpedo a la línea de flotación), una propuesta clara y distinta para que los diputados pudieran escoger entre dos estrategias de gobierno.

Pero el contenido, más académico -y redactado como haría un catedrático muy o demasiado experimentado- que político, choca con la forma y degenera en un esperpento nada inocuo, como bien le retrajo la vicepresidenta Díaz: “Parece que usted está deteriorando esta Democracia, convirtiendo esta moción en una moción destructiva”, echándole en cara, de paso, que “no cumpla con el reglamento de esta cámara” al no “presentar un programa de Gobierno”.

Al profesor Tamames, como dice el proverbio, en el pecado le fue la penitencia. Y si pensaba que usar una moción de censura era un buen medio para un buen fin, hacer llegar con la mejor de las intenciones su mirada sobre el estado de la Nación, cabría recordarle que el fin no justifica los medios, y que los medios pueden contaminar el fin.

Díaz ejemplificó en su intervención lo importante que son las formas para impulsar el fondo. Además de aprovechar la ocasión para desmontar el discurso de toda la derecha

Las formas

La vicepresidenta Díaz agarró encantada la ocasión por los pelos (el presidente Sánchez, obvio, también). Su réplica dio razón de que, tal y como se dice en los mentideros políticos, peor que ser un político malvado es ser un político tonto. Y Tamames no es malvado.

Díaz ejemplificó en su intervención lo importante que son las formas para impulsar el fondo. Además de aprovechar la ocasión para desmontar el discurso de toda la derecha, gracias a sus cuidadas formas ha podido dejar constancia de su programa, consiguiendo una resonancia inesperada. Si hubiera descuidado las formas, no podría haberlo hecho.

Las críticas, y también las alabanzas con poso de crítica a su astucia, como la presente, no han faltado. Para desespero de tirios y algunos troyanos, y forzando la razón de ser de una réplica a la moción de censura de Vox, su intervención devino en un anticipo de la presentación de su candidatura, prevista para el proximísimo 2 de abril. Ningún estratega de Sumar podría haber ideado una mejor fecha para esta moción de censura.

Que Díaz pueda ser bastante santa de nuestra devoción no quita que critiquemos, aunque con sordina, pues nos ha convencido -al menos, lo que ha dicho-, que en su discurso se haya quedado solo en el pim pam pum (merecido) contra Tamames.

Ya podemos entender que nunca es el momento de reconocer en el hemiciclo ciertas carencias (en especial: ley electoral, 17+1 sanidades, partidocracia judicial, vivienda pública), sobre todo si al hacerlo se pisan callos, propios (del gobierno de coalición) y, aunque ajenos, de actores próximos, a veces tristemente brillantes por su ausencia.

Pero las formas, sus sosegadas formas, ese guante de seda que envolvía al puño de hierro de su pim pam pum, aún forzando la forma debida de una réplica al discurso de moción de censura, fue sin duda una estrategia sagaz e ingeniosa, un medio que le permitió alcanzar un fin.

Pero el fin, se dice, no justifica los medios.

Sus sosegadas formas, ese guante de seda que envolvía al puño de hierro de su pim pam pum, fue sin duda una estrategia sagaz e ingeniosa, un medio que le permitió alcanzar un fin

El mensaje

¿Llegaron los mensajes a los receptores? Sí y no. Sí, en el sentido de que el medio, un discurso en el hemiciclo, procuró un éxito de los mismos como espectáculo, que era lo que Vox y Tamames querían, y también lo que sin disimulo esperaban aprovechar desde el gobierno de la Nación. La moción de censura tuvo 1.068.000 espectadores, 19,7% de share, algo más del doble de la audiencia obtenida por la anterior moción de octubre de 2020.

Pero por diferentes causas el mensaje no llegó, al menos no de la manera que tanto el proponente como el paciente de la moción esperaban. Y nos referimos a que, sabiendo el uno y los otros que ni aquél proponía ni los otros respondían a una moción de censura, ni Tamames, por las razones ya expuestas, pudo desplegar una lección magistral, ni el ardid de Díaz le sirvió, pues a diferencia de tener una estrategia, cuando lo que usas es una estratagema y ésta se ve, como así ha pasado, la sensación de que te quieren colar gato por liebre no sólo debilita el objetivo alcanzado, la presentación de un programa, sino que puede defraudar la confianza necesaria para alcanzar confluencias ya de por sí escamadas por otras razones.

En los dos casos, el mensaje y el medio, el discurso académico y el programa político emitidos a través de una moción de censura, se interfirieron para mal: el discurso de Tamames no pasará a los anales de ninguna Academia y el programa político de Díaz adolecerá de un defecto de nacimiento. El estilo, la forma, tal y como AdornoMcLuhan y Takahashi afirman, sí afecta a la sustancia del contenido, sí es de alguna manera contenido y no sólo una mera opción estética.

En los dos casos, el mensaje y el medio, el discurso académico y el programa político emitidos a través de una moción de censura, se interfirieron para mal

El porqué, el a quién y el para qué

Nuestro amigo Jaume Munné, cuyas reflexiones ya hemos utilizado otras veces, nos indica en una respuesta -a medias lección a medias crítica nada disimulada- a un artículo nuestro en Nuevatribuna la pertinencia de, antes de escribir algo, hacernos las siguientes preguntas:

1. ¿Cuál es el objetivo del texto que voy a redactar?

2. ¿A quién está dirigido? Es decir, cuáles serán sus lectores. Esta variable condicionará el registro del texto (formal, informal y su estilo)

3. ¿Cuál es el tema? (¿Tengo claro qué es lo que debo o quiero redactar?)

4. ¿Qué tipo de texto debe ser: una argumentación, una exposición, una combinación de ambas?

5. ¿Qué organización de la información es la más efectiva y eficaz para mis objetivos?

6. ¿Cuánta información debo dar?

El artículo era Le malade imaginaire, y aunque agradezco y mucho de otros lectores sus más que amables comentarios, es gracias a las buenas y fundadas críticas [2] que obtendremos espacio para mejorar.

Si pensamos en dicho artículo, las respuestas son 1: divulgar a Sraffa; 2: un público variopinto, el de Nuevatribuna, unidos por una cierta mirada progresista; 3: desvelar el engaño de la explicación ortodoxa sobre la formación de precios; 4: una exposición argumentada a la vez tan rigurosa y comprensible como seamos capaces de desarrollar; 5: un mini ensayo; 6: mínima, veraz, argumentada y visual.

El pim pam pum, aunque merecido, no es suficiente y debemos criticar un uso no del todo legítimo de la réplica de Díaz a Tamames

Si Díaz y Tamames contestaran a este cuestionario ¿acaso no tendrían que o bien retorcer sus respuestas o bien aceptar que ni una ni otro podían en buena ley sostener que sus textos eran para rebatir o defender respectivamente la moción de censura?

El pim pam pum, aunque merecido, no es suficiente y debemos criticar un uso no del todo legítimo de la réplica de Díaz a Tamames. Que los yerros de los otros no nos ofusquen el sentido crítico para con los nuestros, pues si de los de Vox se alimenta el PP, por nuestros errores será la abstención la que crezca.

A modo de post data. Los seis puntos de alguna manera desarrollan el “a quién” y el “para qué”. Falta una tercera cuestión: el “porqué”. ¿Por qué quiero transmitir algo?

Mientras que el a quién y el para qué son objetivables, el porqué siempre será subjetivo. Por ello contestaremos de la mano de la filósofa Zambrano:

Solo se vive verdaderamente cuando se transmite algo. Vivir humanamente es transmitir, ofrecer, raíz de la trascendencia y su cumplimiento al par” (Los bienaventurados)

Para vivir verdaderamente. Escribimos para vivir humanamente.


[1] Como bien dice el profesor Takahashi, tanta ambición “porque pretende decir demasiado [provoca] contenido sin forma: en cualquier caso, hay una falla de estilo.” (ob cit).
[2] El profesor Mora Plaza nos advierte sobre el uso de la ecuación base de Sraffa que usamos como premisa en nuestra crítica [I(1 + r) + w = O): “Mi respuesta es que la relación entre salarios y ganancias sobre la inflación responde primordialmente con lo que pase con la productividad general y cuál sea la política monetaria de los bancos centrales. Por otro lado, la ecuación de Sraffa no es correcta pero tiene arreglo. Si quieres te puedo enviar un artículo mío donde he desarrollado una formulación correcta. El problema de Sraffa es que su teoría se enreda con lo del numerario y para que sea correcta tiene que dividir sus ecuaciones entre el total de la producción en términos monetarios y también entre el total de las horas de trabajo empleadas. Se supone que lo hizo implícitamente, pero la fórmula oculta que los precios pueden influir indirectamente en la razón-patrón, con lo cual esa relación es inestable.” Poder responder requiere de una lectura rigurosa y atenta de los artículos que nos ha enviado, por lo que debemos dar tiempo al tiempo.

Yolanda Díaz y las formas