El partido socialista se fundó hace poco menos de un siglo y medio en una taberna madrileña. Es en ese histórico lugar donde Jordi Évole decide grabar su entrevista con Pedro Sánchez siete años después de otra muy distinta. En aquella época Sánchez quería reconquistar el puesto de secretario general y consiguió hacerlo gracias al apoyo de una militancia que votó contra su cúpula directiva. Pero ahora lleva cinco años como presidente del Gobierno y acaba de convocar unas elecciones anticipadas. Tampoco ha sido una época normal. Le ha tocado torear con una pandemia que nos obligó a confinarnos y se llevó a mucha gente por delante, porque no teníamos los equipamientos adecuados para hacerle frente. Aparte de los fallecimientos, hay gente que contrajo patologías tan diversas como persistentes y otra que arrastra serios problemas de salud mental abonados por sus circunstancias personales combinadas con el confinamiento. Al poco se declaró una contienda bélica con desastrosas incidencias económicas.
Desde una perspectiva económica y político-social resulte difícil afear la gestión del actual Ejecutivo
Pese a todas esas turbulencias, el Gobierno de colación presidido por Sánchez puede presentar un balance muy positivo. Ha promulgado muchas leyes con un gran calado social, como el aumento del salario mínimo y la revalorización de las pensiones o una reforma laboral que sirve para estabilizar los contratos de trabajo. La denominada excepción ibérica dejó pronto de serlo para moderar unos beneficios caídos del cielo que arruinaban a quienes pagan servicios básicos con tarifas injustificadamente muy elevadas. El conflicto con Cataluña rebajó su alta tensión gracias al diálogo y a la concesión de unos polémicos indultos. Desde una perspectiva económica y político-social resulte difícil afear la gestión del actual Ejecutivo.
Por eso sus adversarios políticos recurren a la descalificación personal y a una difamación sistemática basada en ocurrencias repetidas hasta la saciedad. A Pedro Sánchez se le ha caricaturizado para no hablar de los problemas que tiene la ciudadanía. Se desprecia su gestión por sus malas compañías parlamentarias. Cuando lo suyo es aprobar leyes con el apoyo de aquellas formaciones que decidan respaldarlas. Pero una mentira repetida muchas veces cala en el imaginario colectivo y daña con ello las reglas del juego democrático. Toca recordar grandes obviedades. Algunas tan sustantivas como que la organización terrorista ETA se disolvió sin concesiones hace más de diez años bajo un gobierno socialista y con un lehendakari de igual signo político. Y otras de carácter mucho menos transcendente, como que la flotilla de aviones gubernamental fue comprada por José María Aznar.
Pedro Sánchez reconoce haber minusvalorado la erosión de su imagen que provocaba una calumnia sistemática. Lo daba por hecho, al defender los intereses de una mayoría social y poner en cuestión ciertos privilegios de algunos corrillos. Había demasiados frentes que atender como para estar atento a ese desgaste provocado por la maledicencia. Cuesta mucho responder a los improperios con argumentos y una gestión acreditada por los indicadores al uso. Razonar frente a meras ocurrencias difamatorias imposibilita el diálogo, al tratarse de dos frecuencias que no cabe sintonizar simultáneamente.
El presidente confía en una elevada participación electoral y en que la ciudadanía decida no dejarse llevar por los bulos. Hay dos opciones claramente diferenciadas. Una de talante progresista y con mayor sensibilidad hacia las cuestiones de tipo social. Enfrente tiene a un modelo antagónico que rehúye todo cuanto pueda limitar unos beneficios desorbitados en la iniciativa privada. Conviene seguir la pista del dinero para detectar a quienes pueden perjudicar unas medidas que defiendan los intereses de una mayoría social y atempere unos privilegios basados en la depredación.
En la entrevista con Évole desfilaron muchos temas y las rectificaciones que se fueron haciendo al acometer la tarea gubernamental. Siempre se aducía perseguir un bien mayor cuando una situación lo requería por su complejidad. El electorado debería informarse y no dar pábulo a meras gracietas con muy poca o ninguna gracia. Unos debates que merecieran ese nombre podrían dar ocasión a despejar muchas dudas, permitiendo comparar una gestión y el proyecto que se propone como alternativa. Limitarse a sostener una enmienda global es tanto como reconocer que se prefiere seguir en la oposición sin relevar al actual Ejecutivo.
A mi me gustço más la entrevista del Intermedio. Allí Pedro Sánchez estuvo mucho más relajado y espontáneo. Abordó someramente los mismos temas con un tono mucho más distendido y cercano. Comoquiera que sea, resulta imprescindible hacer esta labor pedagógica en los medios de comunicación, para reivindicar lo bien hecho y recordar todo cuando podría perderse si se trata simplemente de abolir todos esos logros políticos. Porque no debemos dar por hecho que no puedan desaparecer y que todas las políticas vienen a ser iguales. Hay que tomarse la molestia de comparar los respectivos proyectos y sus correspondientes efectos.