martes. 23.04.2024
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Placa que luce en la fachada de Casa Labra, la taberna madrileña donde se fundó el PSOE.

@Montagut5 |

El Partido Socialista Obrero Español nació el día 2 de mayo de 1879 en la madrileña calle de Tetuán, en una fonda a espaldas de la Puerta del Sol. En aquella taberna se reunieron veinticinco personas: dieciséis tipógrafos, el núcleo principal de la segunda formación socialista fundada en Europa, dos joyeros, un marmolista, un zapatero, cuatro médicos y un doctor en ciencias.

En ese mismo día se nombró una comisión organizadora dirigida por Pablo Iglesias. Hasta su muerte, acaecida en 1925, lideró el Partido, destacando por una actividad febril cuando su mala salud no se interponía, y ejerciendo un liderazgo bien definido por una autoridad moral que nunca fue cuestionada.

Entre los fundadores podemos recordar a los tipógrafos Antonio García Quejido y a Matías Gómez Latorre, siendo éste último un protagonista abnegado de la Historia del socialismo español, llegando hasta el primer exilio después de la Guerra Civil, siendo el número 2 en el registro de la Agrupación Socialista Madrileña porque el primero quedaría reservado a Pablo Iglesias.

Allí estuvo José Bermejo, también tipógrafo, y que sería tesorero. Inocente Calleja Navarro, de oficio diamantista y platero fue compañero de Pablo Iglesias. También fue diamantista Olaf Guillaume Aagren.

Entre los médicos podemos destacar a Gonzalo Hernández Zubiaurre, y en el sector intelectual, tenemos que nombrar a Vicente Vera López, doctor en Ciencias, dedicado a la enseñanza y divulgación de la Química.

En todo caso, el intelectual fundamental del socialismo español, manteniéndose en el Partido, a pesar de algunas épocas más retraído al defender una estrategia de acercamiento a los republicanos, fue Jaime Vera López. En realidad, se puede decir que fue el único intelectual del socialismo español durante mucho tiempo hasta que en el siglo XX entraron intelectuales de gran peso como Julián Besteiro o Fernando de los Ríos, por nombrar a dos de los más brillantes.

No olvidemos que por encargo de la Agrupación Socialista Madrileña, Vera redactó el trabajo sobre el Partido Socialista Obrero ante la Comisión de Reformas Sociales sobre el estado y las necesidades de la clase trabajadora y las relaciones entre el capital y el trabajo (1884), seguramente el mejor texto marxista español. Al regresar a primera línea redactaría el Manifiesto electoral de 1891, cuando se inició la participación electoral del PSOE, recién aprobado el sufragio universal.

MANIFIESTO FUNDACIONAL

Una vez fundado el PSOE el 2 de mayo de 1879 sabemos que en julio de ese año se aprobó y se dio a conocer su primer programa, así como el documento de organización del Grupo Socialista Madrileño, redactado el día 9 de julio, y aprobado el 20 de dicho mes junto con el mencionado programa o manifiesto fundacional en una asamblea celebrada en una taberna de la madrileña calle de la Visitación. Se da la circunstancia de que el programa es muy conocido, pero no el documento de organización. Aquel texto organizativo fue redactado por Pablo Iglesias, Alejandro Ocina, Victoriano Calderón, y Gonzalo Hernández Zubiaurre.

La base primera del documento de organización establecía que el objetivo del Grupo era fundar el PSOE. Porque, realmente, el 2 de mayo de 1879 se había creado la que sería la Agrupación Socialista Madrileña. Para conseguir tal objetivo el Grupo, según la base segunda, debía procurar aumentar el número de sus individuos y crear grupos análogos en cuantas localidades pudiera. Mientras no existiesen dichos grupos, como decía la base tercera, y no hubiera una comisión que represente a todos, el Grupo Madrileño sería el encargado de sostener las relaciones con los socialistas de otros países. Para pertenecer a este Grupo (base cuarta) se necesitaba tener buena conducta y estar conforme con el programa.

La base quinta establecía la cotización de cada miembro: una cuota mensual de dos reales, que debía entregar personalmente al tesorero. Se entendía que renunciaría a pertenecer al Grupo, no teniendo derecho a reclamación alguna, aquel que no estuviera al corriente de las cuotas. También se estableció que estarían exceptuados del pago los que se ausentasen de Madrid más de un mes, teniendo que avisar.

La base sexta establecía el destino de las cuotas, que no eran otros que poder sufragar los gastos de correspondencia y administración, así como los que considerase oportunos el Grupo.

La base séptima tenía importancia porque establecía que debía nombrarse una comisión, llamada Ejecutiva, que tendría el deber de administrar los fondos, mantener toda clase de correspondencia, acordar la manera de celebrar las reuniones ordinarias y extraordinarias, y llevar a cabo cuantas resoluciones o acuerdos tomase el Grupo. La Comisión tendría la potestad de admitir o no a los que aspirasen a ingresar en el Grupo.

La base séptima planteaba como debía estar establecida la Comisión. Tendría cinco miembros: un secretario, un contador, un tesorero y dos vocales. El secretario sería el encargado de la correspondencia, mientras que el contador y el tesorero se encargarían de la administración de los fondos, y los vocales estarían para ayudar en lo que el secretario necesitase.

La Comisión, como disponía la base novena, se reuniría siempre que lo estimase oportuno, levantado acta de dichas reuniones. Según la base décima, las reuniones ordinarias del Grupo debían celebrarse cada tres meses, y las extraordinarias cuando aquél lo estimase conveniente o lo acordase la Comisión Ejecutiva. En cada sesión debía nombrarse un presidente y secretarios que debían componer la Mesa. La Comisión Ejecutiva tenía la obligación (base undécima) de someter todos sus actos a la aprobación de los miembros del Grupo en las reuniones ordinarias.

La base duodécima establecía que las bases podrían reformarse siempre lo que acordase la mayoría del Grupo en sesión ordinaria, si bien la discusión y aprobación de la reforma que se proyectase solo tendría efecto en junta extraordinaria.

Por fin, la base decimotercera y última indicaba que siempre que se produjera un cambio político que variase las condiciones en las que se vivía en ese momento, la Comisión Ejecutiva convocaría al Grupo a junta extraordinaria para resolver a la vista de dicho cambio lo que más conviniese a sus ideas.

PRIMER COMITÉ NACIONAL DEL PARTIDO

Tenemos que tener en cuenta que en la reunión de 18 de enero de 1881, cuando ya se habían fundado otras Agrupaciones Socialistas, y previa consulta con las mismas, se nombró el primer Comité Nacional del Partido, compuesto por Iglesias, Quejido, Vilar, Calderón y Robledo.

Por su parte, el Manifiesto fundacional del Partido Socialista Obrero Español, que fue abocetado por Francisco Mora y redactado por Pablo Iglesias, y que seguramente fue fruto de los cambios de impresiones con José Mesa, que pudo hablar con Marx, Engels o Lafarge, ya que residía en Francia, según nos explicó en su día Manuel Tuñón de Lara, decía lo siguiente:

«Considerando que esta sociedad es injusta, porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas: una, la burguesí­a, que, poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clase dominante; otra, el proletariado, que, no poseyendo más que su fuerza vital, es la clase dominada.

Que la sujeción económica del proletariado es la causa primera de la esclavitud en todas sus formas: la miseria social, el envilecimiento intelectual y la dependencia polí­tica.

Que los privilegios de la burguesí­a están garantizados por el Poder Polí­tico, del cual se vale para dominar al proletariado.

Considerando que la necesidad, la razón y la justicia, exigen que la desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase desaparezcan, reformando o destruyendo el estado social que tiene sumidos en la más espantosa miseria a los que emplean toda su vida en producir la riqueza que poseen los que muy poco o nada son útiles a la sociedad; (…)

El Partido Socialista tiene por aspiración:

Primero.- La posesión del poder polí­tico por la clase trabajadora.

Segundo.- La transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo (la tierra, las minas, los transportes, las fábricas, etc.) en propiedad común de la sociedad entera.(…)

En suma, el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación de la clase trabajadora. Es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres e iguales, honrados e inteligentes (…)”.

Veinte obreros y cinco intelectuales fundaron el PSOE