sábado. 27.04.2024

El día 1 de enero de 1901, una familia pobre del barrio de San Andrés se convirtió en la más afortunada de todo Valladolid. No, no recibió una herencia fabulosa de un pariente de América, ni un hijo torero firmó un contrato millonario. No: el matrimonio acababa de tener una hija. Una niña en esos tiempos no era la mejor noticia, pero aquella niña vino con algo más que un pan debajo del brazo.

  1. Un trabajo para el padre
  2. Le pagaron la carrera
  3. No todo fue dulzura

La que fue bautizada siete días después como Margarita Manuela, nació a las “doce y quince”, según consta en el certificado de nacimiento. Era la tercera criatura del matrimonio formado por Eulalio Carbajosa, guarnicionero en paro, y Elvira Cubero.

Vayamos unos días atrás. El año 1901, primero del siglo XX venía con aires milenaristas, y el Ayuntamiento quería dar a tan señalada fecha un realce especial. Para ello se reunieron los concejales el día 28 de diciembre. Estudiaron las diferentes propuestas que había sobre la mesa y, finalmente, acordaron que el día primero de enero se diera una comida extraordinaria en el Asilo y en la cocinas de San Vicente a cuantos pobres lo soliciten previa inscripción. Acordaron igualmente invitar a los ciudadanos a que la noche del 31 de diciembre pusieran colgaduras o iluminaran las fachadas de sus casas, así como que las instituciones iluminaran sus edificios. 

El Ayuntamiento apadrinaría el bautismo del primer niño o niña del nuevo siglo XX que fuese de familia legítima y pobre

Y otro acuerdo fue que el Ayuntamiento apadrinara el bautismo del primer niño o niña que naciera pasadas las 12 de la noche del día 31 de diciembre. Eso sí, siempre que la criatura fuera hija legítima de matrimonio formado por una familia pobre, así como donar a los padres con una cantidad de 250 pesetas o ingresarlas en una cuenta para que el recién nacido agraciado pudiera disponer del dinero, con sus intereses, una vez alcanzada la mayoría de edad o que mudara de estado (es decir que se casara sin haber llegado a esa mayoría de edad).

El ánimo que inspiraba dichos acuerdos era conmemorar el nuevo siglo que habría de entrar con actos que redundaran en beneficio de la clase menesterosa. Y así se hizo llegar a la población mediante un bando emitido por el alcalde el 29 de diciembre.

Conocidos los primeros alumbramientos del día 1 de enero, se comprobó que la primera criatura nacida que cumplía los requisitos era una niña. El alcalde se presentó personalmente en el domicilio de la criatura para comprobar el estado de pobreza del matrimonio, así como los documentos oficiales que corroboraban que había nacido de un matrimonio formalmente constituido: según el historiador Enrique Berzal de la Rosa antes que ella nació otra niña pero que murió nada más nacer, y otros dos niños, pero no eran de matrimonio legítimo. 

Antes que Manuela nacieron otros dos niños, pero no eran de matrimonio legítimo. 

Un trabajo para el padre

Comunicado esto a la corporación, los ediles acordaron que a mayores de lo que se dijo en el pleno, a la madre se le pagaran los gastos de lactancia dado que ella no podía criarla y precisaba de contratar una nodriza, y que a la niña se la eduque de una manera decente dándola una carrera de profesora de 1ª enseñanza, de música u otra cualquiera del “uso femenino”, así como colocar al padre en la plantilla del Ayuntamiento. ¡Aquello sí fue realmente el premio más importante que a una familia pobre le podía tocar!, sobre todo si años más tarde se colocó en el Ayuntamiento a Juan, uno de los 5 hermanos que tenía Margarita.

El bautizo, que se llevó a cabo el 8 de enero no pudo ser más popular: se constituyó una comitiva con el alcalde a la cabeza compuesta de concejales, funcionarios de alto rango, maceros con traje de gala y un cabo y cuatro guardias de la policía montada, acompañada la comitiva de las notas musicales de los timbaleros y clarineros municipales. La comitiva se desplazó hasta la iglesia en medio de una gran muchedumbre y por calles engalanados con colgaduras en los balcones de las casas. Y penetraron en la iglesia a los sones de la marcha de Infantes. Fue bautizada como Margarita Manuela. El Manuela era voluntad de los padres y el Margarita porque así se llamaba la madrina de boda que era hija del alcalde, que a su vez era el padrino.

Concluida la ceremonia, la comitiva visitó la casa de la nacida y una vez que la corporación volvió a la Casa Consistorial, que por aquellas fechas estaba habilitada en las dependencias del antiguo seminario que había junto a la Escuela Normal de Maestros de la calle López, y desde el balcón del mismo se arrojaron 4.500 perras chicas -o sea 225 pesetas- para que las recogieran los más de 2.000 niños y niñas que había en la plaza.

A la niña, además se la compraron vestidos, abrigo y delantales.

Colocado el padre en el Ayuntamiento, Margarita cursó, llegada la edad, los estudios de maestra que se los pagó el presupuesto público municipal

Le pagaron la carrera

Colocado el padre en el Ayuntamiento, Margarita cursó, llegada la edad los estudios de maestra –que se los pagó el presupuesto público municipal- y en julio de 1920 comunica al Ayuntamiento que había aprobado la última asignatura de la carrera. La corporación acuerda que se la page el título para que pueda ejercer y que empiece haciéndolo de auxiliar, de forma gratuita, dado que no hay presupuesto, en una escuela municipal hasta que el próximo año se habilite partida presupuestaria para pagarla, sin perjuicio de que si en ese tiempo saliera una plaza fija, Margarita la ocupara. 

Y en junio de 1930 se va a casar con Juan de la Mata, empleado de la Compañía Nacional de Telefónica, y el alcalde, generoso, propone a los munícipes que también la apadrinen en la boda, que esta revista carácter de auténtica solemnidad y que el Ayuntamiento corra con los gastos de la misma. Hay que mostrarse espléndidos, dijo, por cuanto desde su nacimiento la corporación no ha dejado de atenderá y, además es hija de un excelente funcionario municipal.

La boda se celebró el 20 de junio en la iglesia de Santiago, oficiada por el arzobispo de Valladolid con presencia de la corporación municipal y en medio de una gran asistencia de público. La novia salió de la Casa Consistorial, donde reside, pues su padre era conserje del Ayuntamiento. Concluida la ceremonia, los invitados a la boda se desplazan de nuevo a la Casa Consistorial, en cuyo salón de fiestas se serviría un lunch preparado por el Hotel Inglaterra.

Margarita lo tuvo todo en la vida gracias a un azar del destino, pero no todo fue dulzura

No todo fue dulzura

Margarita, aun casada, siguió ejerciendo de maestra y tuvo varios destinos. El último en Valdestillas, un pueblo de Valladolid, donde falleció de muerte súbita el 20 de marzo de 1950. Su esposo había muerto en enero de 1933 en Salamanca, donde estaba trabajando.

El funeral fue seguido por numeroso público de todas las clases sociales, el alcalde de Valladolid, y el alumnado de su escuela. Ofició la ceremonia su hermano Carlos, que era párroco de Valdestillas.

Y así concluye una de las historias más curiosas de Valladolid. Margarita lo tuvo todo en la vida gracias a un azar del destino, pero no todo fue dulzura, pues a la temprana muerte de su marido –falleció a los dos años y medio de matrimonio-, se une a que uno de sus hermanos, Juan, fuera fusilado extrajudicialmente el 10 de agosto de 1936 por ser dirigente del Sindicato de funcionarios municipales. Y otro hermano, Luis murió por heridas durante la Guerra Civil. 

Valladolid: la niña que nació con algo más que un pan debajo del brazo