sábado. 27.04.2024
Carlos Fortea
Carlos Fortea.

Recientemente galardonado con el Premio Nacional a la Mejor Traducción 2023 por la traducción de Los Effinger: una saga berlinesa, de Gabriele Tergit, Carlos Fortea compagina su labor como traductor y profesor universitario con la escritura. A sus ciento cincuenta títulos traducidos de la literatura alemana, y por los que ha obtenido otros galardones como el Premio Ángel Crespo o el Premio Esther Benítez, se une la publicación de siete novelas, un ensayo y distintas publicaciones científicas. ‘El aviador’ (2023) es su último trabajo. Una novela que rescata personajes de ‘Los jugadores’ (2015) y que se sitúa en un momento concreto del siglo XX en Europa, en el Londres de 1940, en plena invasión alemana de Europa Occidental en la Segunda Guerra Mundial.


Nuevatribuna |¿Cuál y cómo es la trama de esta novela?

Carlos Fortea | Es difícil pedirle una sinopsis al propio autor… Digamos que, entre enero y septiembre de 1940, coinciden en Londres un grupo de españoles que acaban de salir de una guerra civil y a los que les espera una guerra mundial. Uno de ellos es un general de aviación, cuyo pasado representa un papel importante en la novela. Ha tenido ocasión de tratar con varios personajes de nuestra historia, que también se pasean por el texto.

"El aviador (2023) no es una novela histórica, sino una novela cuya acción se sitúa en un punto concreto de la historia”, dices en la nota de autor del libro. ¿Por qué ves necesaria esta precisión?

Vivimos y actuamos conforme a la historia, aunque no tengamos conciencia clara de ello

Porque no quiero contar unos acontecimientos reales, sino la historia personal de unos hombres y unas mujeres que tuvieron que vivir en aquellos momentos de dificultad extrema, sobre todo moral. Los acontecimientos es mejor leerlos en los libros de historia que en las novelas. A mí lo que me importan son las personas y los conflictos de las personas, y para eso la realidad histórica no es más que un marco, como lo es ahora. También nosotros vivimos y actuamos conforme a la historia, aunque no tengamos conciencia clara de ello.

Sin embargo, el peso de la historia en esta novela es indudable, como también lo fue en ‘Los jugadores’(2015)  ambientada en los años ’20. Los personajes de ficción figuran en paralelo con personajes reales de la historia de España. Hay un capítulo concreto dedicado a ellos y que también mencionas en tu nota de autor. Háblanos de ello.

Es un capítulo importante… en junio de 1940, cuando se produce la caída de Francia en manos de los nazis, el presidente del Gobierno de la República en el exilio, Juan Negrín, se da cuenta de que tiene que salir del país. Pero no lo hace sin tratar de rescatar y llevarse con él a los altos cargos del Estado derrotado, al menos a los que tiene localizados. Intenta convencer al presidente Azaña de que le acompañe, se lleva consigo al ex presidente del Gobierno Casares Quiroga… los detalles de esto los dejó por escrito el que entonces era embajador de México, Luis Rodríguez, y escribí ese capítulo basándome mucho en sus informes a su ministerio, porque se trata de uno de esos momentos en que la realidad supera cualquier ficción.

Gonzalo Rojas, Laura Sastre, Clara Suances, Daniel Zaldívar y Miguel el ferroviario. Estos son los personajes de ficción que dan vida a tu novela. Españoles exiliados que primero tuvieron que lidiar con los avatares de la Guerra Civil y que ahora se enfrentan a otro terrible conflicto bélico que marcó la historia de Europa. ¿Por qué ellos? ¿Has querido de algún modo plasmar en ellos la sociedad española del momento?

He querido plasmar los posibles perfiles de personas que adoptan posiciones distintas en aquel momento, cada una de ellas con sus motivaciones individuales y sus condicionantes. Porque los condicionantes pesan mucho, y representan un papel muy importante en esta novela.

Laura Sastre, de apodo ‘Carta Blanca’, es uno de los personajes que retomas de la novela ‘Los jugadores’. ¿Por qué regresas a ella?

Laura se apoderó de la novela. Es la gran protagonista, aunque comparta podio con Gonzalo y Clara

Laura se apoderó de la novela… En “Los jugadores” representaba ya un papel central, pero terminó quedando desplazada por otro personaje femenino. Aquí volvió a cruzarse en mi camino, necesité contar la parte de su vida que no había contado en el libro anterior. Su vida de periodista en un país en el que eran muy pocas las mujeres periodistas, y su vida personal de mujer libre. Y creo que es la gran protagonista, aunque comparta podio con Gonzalo y Clara.

Gonzalo Rojas, ‘el aviador’. ¿Qué te inspiró a la hora de crear este personaje?

Yo siempre había querido escribir una novela cuyo protagonista fuera uno de nuestros primeros aviadores, porque la historia de la aviación española es una aventura fascinante que no ha sido contada y que no conocemos. Había que contarla desde dentro, así que “incrusté” a Gonzalo en la primera escuadrilla aérea de nuestra historia, la de 1912, compartiendo aviones con Emilio Herrera, que inventó el primer traje espacial, y aportó tanto al primer viaje a la Luna que la NASA regaló a uno de sus colaboradores una roca lunar recogida por Neil Armstrong; con Virgilio Leret, el primer muerto de la guerra civil, que había sido el primero en inventar un prototipo de avión a reacción cuyos planos acabaron en Berlín y en Londres; con otros personajes del momento.

Pero además Gonzalo es un prototipo de español, quizá la antítesis de Laura Sastre (y por eso su relación me importó tanto en la novela). He querido explorar a esos españoles que tratan de mantenerse al margen de la historia, y a los que no les queda más remedio que comprobar al fin que la historia discurre para todos, y que mantenerse al margen es imposible, irresponsable y, en no poca medida, insolidario.

Mantenerse al margen es imposible, irresponsable y, en no poca medida, insolidario

Aunque la novela está ambientada en una época diferente a la de tu propia vida, ¿tiene algún tinte autobiográfico?

La respuesta a esa pregunta siempre es que sí y que no, porque toda novela se alimenta de la vida de su autor, de las de quienes lo rodean, de sus lecturas y de sus películas, de los acontecimientos que dan forma a su carácter. Diría que no hay rastro visible de mí, pero todo está lleno de rastros invisibles. De cosas transformadas. De frases que yo he dicho o que me han dicho.

Relatas en una entrevista que a la hora de escribir una novela no tienes un plan preconcebido, sino una idea inicial plasmada en una escena de arranque de la historia de la que vas tirando del hilo. En ‘El aviador’, esta escena, un tanto cinematográfica, nos pone en contexto. ¿A partir de ahí, sitúas a los personajes en el tablero de juego y te pones a escribir? ¿Cómo se desarrolla tu trabajo como novelista?

Una novela es una exploración, y a partir de esas primeras páginas que escribo de un tirón sin saber muy bien qué es lo que va a pasar, los personajes se me van revelando

Para mí es esencial no saber adónde voy. Una novela es una exploración, y a partir de esa idea inicial, de esas primeras páginas que escribo de un tirón sin saber muy bien qué es lo que va a pasar, los personajes se me van revelando, y empiezan a interactuar entre ellos, y sus movimientos, conversaciones y decisiones generan otras cosas que se me van haciendo necesarias. ¿Por qué ha dicho eso, qué hay en su pasado que se lo ha hecho decir, y que tal vez sea preciso contar? ¿Cuál es el contexto? ¿Qué reacciones provocan sus actos? Los echo a andar y me pongo a seguirles, y de manera un tanto misteriosa me van llevando a algún lugar. Muchas de las respuestas a las preguntas anteriores solo puedo darlas ahora que he llegado, y no habría podido responderlas durante el trayecto. Han sido ellos los que les han dado respuesta. Eso es, para mí, lo apasionante de escribir. En mi caso particular, la escritura no se diferencia mucho de la lectura. Escribo como leo: para saber qué va a pasar después. Sé que va a ser un proceso lento, que algunos días no me va a salir, que me va a llevar por lo menos un año y normalmente más, que me voy a tener que documentar, que voy a tener que “corregir” a mis personajes cuando lo que digan no tenga sentido, no coincida con su carácter o sea directamente imbécil e impropio de ellos, pero es que es fabuloso. No lo cambiaría por nada.

¿Qué valores humanos quieres reivindicar en ‘El aviador’?

Ninguno. Reivindicar valores me parecería de un moralismo insoportable. Lo que quiero es mostrar actitudes, plantear conflictos, y dejar que el lector saque sus conclusiones. Si al final consigo que mis personajes actúen como personas, serán un tremendo batiburrillo de cosas buenas y malas, de códigos morales respetados y violentados, de incongruencias y contradicciones, sentimientos de culpa e insatisfacciones. Como todos nosotros.

Por último, ¿qué se puede extraer de ‘El aviador’ en su traslación a la época actual que nos toca vivir?

Mucho me temo que los conflictos a los que se enfrentaron mis personajes se nos plantean una y otra vez. ¿De parte de qué estoy? ¿De verdad puedo no estar de parte de nadie, o eso ya es una forma de tomar partido? ¿Seré capaz de tener el valor de defender aquello en lo que creo?

Carlos ForteaEl aviador. Nocturna. Madrid.2023. 265 pp  COMPRA ONLINE

 

Carlos Fortea | "Escribo como leo: para saber qué va a pasar después"