sábado. 27.04.2024
puigdemont
Carles Puigdemont en una imagen de archivo.

El bloque (ultra)nacionalista e independentista del Parlamento se identifica votando al unísono por intereses presuntamente contrapuestos. Lo que se diría rareza o una extraña casualidad, en realidad es un retrato de familia. Junts comparte con Vox y el PP mucho más de lo que parece. Por de pronto una ideología ultra neoliberal, que prima el enriquecimiento desmedido del capitalismo especulativo. También les une una reivindicación exacerbada de cierta identidad cultural excluyente, que deja fuera cuanto no se corresponda con las esencias de una u otra patria. Esto genera desconfianza para con los recién venidos y a veces alcanza tintes de xenofobia.

Es una lástima que Feijóo no consiguiera verse respaldado en su investidura por quienes comparten tantas afinidades políticas. Eso nos permitiría comparar por vía de los hechos el gobierno alternativo que hay para la coalición gubernamental. El PSOE y Sumar han tensado todas las cuerdas para hacer una polémica ley de Amnistía, que apoyan todos los grupos parlamentarios, menos el que la propuso y sería su beneficiario. Se visualiza una vez más el distanciamiento de Junts con Esquerra Republicana. Por algo estos gobiernan en la Generalitat con un grupo propio muy exiguo. Han comprendo que los diálogos pueden ser beneficiosos para las dos partes en liza y que la política no es otra cosa.

¿Cuál sería el discurso político de Feijóo sin tener a Puigdemont como chivo expiatorio para caricaturizar al presidente del gobierno?

Sin embargo, el excéntrico personaje afincado en Waterloo únicamente se interesa por su destino personal. Podría haberse buscado un empleo en su presunto exilio, pero se hizo eurodiputado y siempre aplica las leyes en beneficio propio, ignorando todo cuanto no le conviene. Su grupo parlamentario recuerda un poco a los 7 samuráis de Kurosawa, salvando todas las distancias. En este caso creen defender los intereses de un pueblo imaginario y una República independiente presidida por un huido de la justicia. Su imagen cuando entran y salen del congreso todas a una resulta extemporánea. Conmueve su ingenuidad, teñida de maquiavelismo barato. Juegan con ventaja. Poco tienen que perder. Un gobierno de izquierdas no les interesa desde su cosmovisión del mundo.

¿Cuál sería el discurso político de Feijóo sin tener a Puigdemont como chivo expiatorio para caricaturizar al presidente del gobierno? ¿Qué haría Puigdemont sin presentarse como una víctima de la represión españolista? Se necesitan y jalean mutuamente, mientras los demás intentan ser los adultos en la sala. No tiene nada de divertido este juego pueril de bloque doblemente nacionalista e independentista. ¿Madrid es España o esta debe identificarse con la capital del reino y su emperatriz? ¿Sería mucho pedir que se mantuviese una mínima compostura entre las confrontaciones políticas? ¿Tienen que abochornarnos tanto con tan inusitada frecuencia?

 

Puigdemont y sus 7 samurais