sábado. 27.04.2024

Como muchos, he recibido con un suspiro de alivio el acuerdo de Sumar con Podemos para concurrir junto a las elecciones del 23 de Julio. Lo contrario hubiese sido un duro golpe a las posibilidades de repetir el gobierno de coalición progresista. No es que el acuerdo asegure la victoria de las izquierdas, pero, como se ha demostrado en las municipales y como las encuestas más fiables señalaban, concurrir por separado otorgaba una baza casi definitiva a las derechas.

El acuerdo implica tres cosas: el apoyo de 16 partidos a la candidatura de Yolanda Díaz a la presidencia del gobierno, el reparto de las subvenciones electorales y la adjudicación de los puestos de salida. Podemos intenta corregir este último asunto, pero no es fácil que lo consiga.

No hay más compromisos entre los 16 partidos. Pero, a tenor de las declaraciones, el objetivo que se persigue es reeditar la coalición progresista, si los números alcanzan.

Más que analizar los recovecos de la negociación conviene percatarse de que el espacio que lidera Yolanda Díaz es bastante distinto a la coalición UP que, liderada por Pablo Iglesias, obtuvo 35 escaños hace 4 años.

Para empezar, obvio es decirlo, ha cambiado el liderazgo. Y eso, en un espacio que se identifica por su líder no es poca cosa. Yolanda Díaz no es de Podemos ni encabeza ninguno de los partidos que componen su “espacio político”. Es un espacio que se articula de un modo bien distinto al que en 2019 encabezó Pablo Iglesias.

El espacio que lidera Yolanda Díaz es bastante distinto a la coalición UP que, liderada por Pablo Iglesias, obtuvo 35 escaños hace 4 años

Desde 2015 el “espacio” que lideraba Pablo Iglesias estaba vertebrado por Podemos. Pero Podemos es un partido en franco declive. Desde los 69 escaños del 2015 hasta los 35 actuales ha habido un retroceso sostenido. Pero ha sido en las últimas elecciones municipales y autonómicas cuando se ha producido un desplome de tal calibre que Podemos corría el riesgo de quedar extraparlamentario, caso de concurrir en solitario a las próximas elecciones. La conclusión evidentísima es que Podemos no estaba ya en condiciones de vertebrar el nuevo espacio político que Pablo Iglesias mandó construir a Yolanda Díaz. De eso, Yolanda Díaz se percató hace mucho, pero no las nuevas dirigentes de Podemos, que seguían aferradas, primero, a la idea de que Yolanda Díaz iba a ser “la candidata de Podemos” y después a que Podemos podría negociar de igual a igual con Sumar. Se comprende que les haya costado mucho asumir el cambio de rol de su partido: pasar de ser el partido vertebrador de un espacio que en 2015 cosechó más de cinco millones de votos a ser uno más de los pequeños partidos que, finalmente, no ha tenido más remedio que incluirse en Sumar.

El papel que le tocaba jugar Podemos en el “espacio de Yolanda” es lo que ha hecho tan difíciles las negociaciones. Pasar de ser el protagonista de la película a ser un mero actor de reparto no es fácil. La exclusión de los puestos de salida de Irene Montero y de Echenique transmite muy bien la imagen que se quiere proyectar. Se ha buscado que las candidaturas “huelan a Podemos” lo menos posible. Simplemente, esto ya no es Podemos. Es otra cosa. Es otra “nueva izquierda”. 

Para entender lo que pasa, quizás fuera interesante tratar de explicar el rapidísimo auge y declive de Podemos. Sobre las causas del declive Pablo Iglesias habla de una ola reaccionaria, de una conspiración de todos los poderes contra él y del poder mediático volcado en su contra. Algo de razón tiene. Debería añadir que su ascenso fue también producto del empuje ascensional a su favor del poder mediático que vio en el surgimiento de Podemos una forma de debilitar al PSOE. Cuando Podemos se convirtió en el socio del PSOE al poder mediático le ha dejado de gustar Pablo Iglesias. Con todo, el poder mediático no es monolítico, ni mucho menos.

La conclusión evidentísima es que Podemos no estaba ya en condiciones de vertebrar el nuevo espacio político que Pablo Iglesias mandó construir a Yolanda Díaz

Pero no todo se explica por el poder mediático y por teorías conspirativas. Creo que el que varios millones de criaturas que votaron Podemos en 2015 no le voten ahora tiene otras explicaciones.

Conozco gente en mi entorno personal que votó Podemos en 2015 y que ahora votaría cualquier cosa, menos a Podemos. Lo que pasa es, sencillamente, que Podemos ha decepcionado a muchos de sus electores. Una decepción que tiene que ver con las expectativas que crearon y lo que, finalmente, han dado.

Podemos nació prometiendo nada menos que un cambio de régimen. En concreto, derogar la Constitución del 78 y hacer otra nueva desde cero. Una nueva constitución, entre otras cosas, republicana y que incluyera el derecho de autodeterminación de regiones y nacionalidades. En definitiva Podemos prometió fundar un nuevo Estado, esta vez, un Estado democrático, porque al actual “lo llaman democracia y no lo es”. Un disparate, pero un disparate que, al parecer, gustó a mucha gente.

El gobierno de coalición progresista ha sido exitoso porque ha producido una buena cantidad de políticas o, si se prefiere, de reformas que cualquier analista de buena voluntad y sin sectarismo identificaría como un paquete de corte socialdemócrata. Añadiría que socialdemócrata moderado: nada que ver con el laborismo de Atlee o el socialismo de Mitterrand. Prueba de la moderación de las políticas socialdemócratas mencionadas es el aval que, sin excepción, han tenido de Bruselas, donde los “vigilantes de la playa” son, básicamente, conservadores y no hubieran dejado pasar ni una sola medida radical. Dejando a un lado las políticas en relación a Cataluña y en relación al feminismo, el bloque principal de las medidas del gobierno, en lo sustancial, son socialdemocracia en estado puro y no precisamente de la más avanzada. Si a eso le añadimos un buen desempeño en economía y una buena gestión de la pandemia tendremos el cuadro de gobierno exitoso.

Pero si resulta que prometiste un cambio de régimen y has entregado un paquete de socialdemocracia vulgar y corriente, no es de extrañar que hayas decepcionado a una parte de tu electorado. Parafraseando a Shakira, prometiste un ferrari y has dado un twingo. Claro que no había ferrari para entregar. Es más: lo que la gente necesitaba era un twingo y no un ferrari. Pero eso no borra el hecho de que tú les habías prometido el ferrari. Les prometiste acabar con las élites y, con razón o sin ella, ante los ojos de muchos de tus votantes, te has convertido en parte de ellas. Me parece que la diferencia entre las expectativas levantadas por Podemos y la realidad de su acción de gobierno es muy notable y explica, en buena medida la decepción.

Cuando Podemos se convirtió en el socio del PSOE al poder mediático le ha dejado de gustar Pablo Iglesias

Dicho sea de paso, los temores de algunos veteranos socialistas de que el PSOE se podría “podemizar” no se han cumplido, en absoluto. Antes al contrario, ha sido Podemos quien, en su acción de gobierno, al menos, se ha “social democratizado”. Y cuando han querido marcar diferencias lo han hecho de la peor manera posible. La pertinaz negativa de Montero a corregir la Ley del “solo sí es sí” sólo se explica por un intento desesperado y a última hora de diferenciarse del PSOE. Ha sido un gravísimo error de Podemos que ha tenido repercusión mundial (que en España se excarcele a violadores y pederastas no parece muy feminista a los ojos de la ONU) y, me parece, ha contribuido a la decepción. De paso ha erosionado al PSOE y lavado la cara al PP en materia de feminismo. Por eso, sacar a Montero de las listas tiene un sentido: corregir el rumbo en materia de feminismo. Nunca más.

En política respecto de la crisis catalana, Podemos ha acatado sin rechistar mucho las medidas decididas por Sánchez. Eso sí, ha mantenido un discurso que les hace aparecer como la muleta de los indepes. Lo cual solo sirve para alimentar el discurso de las derechas. Por cierto, ahora, Pablo Iglesias parece profundizar en el error, declarando que ERC y Bildu son sus socios estratégicos para, algún día, ensayar otro proceso disruptivo del Estado Español. Como proyecto de futuro, él sabrá. Pero como presente, es una cagada en términos electorales. ¿Está llamando al voto a ERC y a Bildu?

En resumen, estamos ante la segunda edición de la nueva izquierda en España. Desde que tengo uso de razón vengo oyendo hablar de la nueva izquierda, entendiendo por tal una que no es ni comunista ni socialista. El desprestigio del comunismo soviético era palpable en los años 70, sobre todo, a raíz de la invasión de Checoslovaquia lo cual hacía atractiva la idea de una nueva izquierda. La socialdemocracia, sin embargo, vivía sus años dorados. Esta es la razón esencial por lo que los reiterados intentos de fabricar una nueva izquierda fracasaran. Al parecer por aquellos años en Europa pululaban unos 50 grupos distintos de los partidos socialista y comunista que no consiguieron levantar una nueva izquierda con un cierto fuste aunque intentos los hubo. Ahora, desaparecido el comunismo y con la socialdemocracia en crisis, hay más posibilidades de organizar una nueva izquierda, aunque, paradójicamente lo que se está organizando es una nueva derecha.

Desde que tengo uso de razón vengo oyendo hablar de la nueva izquierda, entendiendo por tal una que no es ni comunista ni socialista

En España, tuvo que producirse el desplome del PSOE a raíz de la crisis del 2008, para que se abriera una ventana de oportunidad para una operación de nueva izquierda. El mérito de Iglesias y su grupo fue percatarse de eso y lanzarse a crear un instrumento político para intervenir en la crisis política que siguió a la económica. No es poco mérito. En buena lid hay que alabar la perspicacia política de Pablo Iglesias y su arrojo al ofrecerse a poner la cara. Chapó.

Pero, me parece, que cometió un error tremendo, al valorar que había que empezar de cero. Creo que falló también en analizar la gran crisis del sistema capitalista del 2008, su naturaleza, sus causas y su posible desarrollo. Digamos en su descargo que no fue el único.

Para explicar esta idea, me fijo en lo que está pasando en Chile. Allí hay un presidente, apoyado por algo asimilable a una nueva izquierda ganó las elecciones y se propuso hacer desde cero una nueva constitución. Y lo hizo: hicieron una constitución elaborada por las izquierdas. Para su gran sorpresa, el referéndum constitucional fue una debacle: el pueblo chileno rechazó de plano el proyecto de constitución elaborado por las izquierdas, lo cual, de rebote, ha supuesto una gran victoria de la extrema derecha. Han aprendido la lección y ahora buscan hacer un texto constitucional de consenso. ¡Joder!, exactamente eso fue lo que hicimos en España en el 78 y eso es lo que Podemos rechaza con enorme énfasis, dejando al PP la bandera del constitucionalismo. En política es inevitable cometer errores. Pero hay errores y errores. Algunos errores son catastróficos y cometerlos te hunden.

La segunda nueva izquierda, la de Yolanda, es una segunda oportunidad. Ojalá no cometa los mismos errores que la primera. Pero a los efectos que interesa, si hay una coalición de gobierno será una coalición distinta de la que aún tenemos.

La nueva izquierda: segunda oportunidad