sábado. 27.04.2024

Los sondeos de opinión y en especial las encuestas electorales con su apéndice predictivo, raramente son neutros, ni su principal finalidad responde -ni mucho menos ahora- a proporcionar un servicio mediante la puesta a disposición de información para uso científico, político o de simple conocimiento para el ciudadano (o para el elector en el caso de las de naturaleza más estrictamente política) [1].

Las encuestas con sus resultados condensados en su prolongación predictiva se han convertido -ahora mucho más que nunca- en un agente proactivo en las campañas electorales (que se extienden mucho más allá del reducido periodo oficial).

Esa derivada predictiva es la que adquiere máximo protagonismo e importancia al traducirse a diario y de forma machacona en titulares en los ´media´ que operan como poderosos conformadores no ya de los estados de opinión, sino de los estados de ánimo, siendo estos segundos más determinantes al final que los primeros [2]. Y ello a pesar del tan aparente como extendido descrédito hacia esta herramienta [3].

Como una especialidad más del marketing, se rigen por las mismas reglas que éste en un contexto de completa mercatilización de la sociedad en el que el espacio político se ha convertido en un mercado más, y el voto del elector en la respuesta del consumidor azuzado por una publicidad ‘estupidizante’.

Las encuestas con sus resultados condensados en su prolongación predictiva se han convertido -ahora mucho más que nunca- en un agente proactivo en las campañas electorales

En la conversión de los resultados de encuestas y sondeos en pronóstico o predicciones, media inevitablemente una operación, para cuya explicación se acude no en vano al metafórico término de “cocina”.

En efecto, como en ésta, hay que distinguir claramente tres elementos: los ingredientes, la receta y los “secretos”, es decir lo que, más allá de lo prescrito en ella, interviene en la realidad de la elaboración del plato servido.

Y para seguir con el símil de la gastronomía, entre sus agentes hay de todo: quienes manejan ingredientes de buena o por el contrario de pésima calidad; y elaboradores que van desde virtuosos profesionales del ramo- ‘rara avis’ en el campo de la política- hasta zafios chusqueros con delantal de ‘masterchef’ que dan gato por liebre, sobrerrepresentados estos segundos en el referido campo [4]. 

En la actualidad -y más en concreto en esta larga campaña de elecciones locales prolongadas sin solución de continuidad en las generales-, en la publicación de las predicciones extraídas de encuestas y sondeos la desmesura está revistiendo ya tintes de desenfreno. Es comprensible que así sea porque en una situación de inestable equilibrio por el práctico empate entre bloque opuestos, la dimensión proactiva de aquellas puede llegar a ser determinante.

Varias son las observaciones -preventivas- que cabe hacer frente a la publicación de los resultados más llamativos de las encuestas -en particular de las predicciones- y sobre la mayor o menor solidez de los mismos como base de pronósticos, análisis y conclusiones. Entre ellas cabe resaltar:

• Insuficiencias de la muestra: no solo por tamaño sino por inadecuación de la estratificación en relación con las variables más significativas [5].

• Sesgos implícitos y sesgos resultado de lo anterior [6]

• Insuficiente consideración, en la práctica, de los márgenes (técnicos) de error y su ocultación intencionada en la publicación de resultados y sobre todo en los análisis realizados sobre la misma [7].

• Lagunas e indeterminaciones metodológicas en la traducción de los resultados de intención de voto (cifras nacionales) en asignación de escaños (consecuencia de tener que “cocinar” los resultados por ser prácticamente imposible obtenerlos mediante agregación de los correspondientes a cada una de las circunscripciones) [8]

Esa derivada predictiva es la que adquiere máximo protagonismo ya que operan como poderosos conformadores no ya de los estados de opinión, sino de los estados de ánimo

• Secretismo en aspectos metodológicos clave (celosamente ocultados al modo de patentes por los institutos de opinión, por todos, incluido -pero no solo- el oficial por definición, es decir el CIS) [9].

• Ausencia de hipótesis sobre la abstención o subestimación de esa componente tan relevante en la traducción entre intención de voto directa o expresa que registra la encuesta y simulación predictiva del mismo [10]

Ejemplos de cuanto antecede los tenemos a diario. Por seleccionar algunos de los más significativos, en especial por su impacto en la fabricación de titulares periodísticos y por su conversión en argumentos de autoridad indiscutible - o su contrario [11]- por parte del enjambre de tertulianos, opinadores e ‘influencers’ y ‘tuiteros' de toda calaña, valgan los siguientes como ejemplo:

- El CIS con su empecinamiento en no proporcionar explicación razonable a la permanente superioridad del porcentaje de votos y escaños atribuidos al PSOE a partir de una proyección nada contrastada de la intención de voto directo y sin hipótesis igualmente verificables sobre abstenciones, fidelidad y transferencias de votos, todo ello en solitario atrincheramiento frente al resto de predicciones [12].

- 40dB cuyas sucesivas predicciones con simulación de supuestos alternativos sobre el impacto multiplicador -o su contrario- por la incorporación de PODEMOS a SUMAR (en fechas anteriores a que esta se produjese finalmente), traduciendo todo ello a número de escaños a partir de exiguas muestras. En concreto, en algunas provincias, y aún mas en aquellas (26) en las que se eligen menos de 6 diputados, tan determinantes en la formación del resultado global (nacional)- y en concreto en las que SUMAR tendrá que afrontar malos o muy malos resultados como consecuencia del tramposo sistema electoral vigente-, el número de encuestas es muy bajo y hasta ridículo [13]. Y pese al inexistente sustento tanto metodológico como del corpus de dicho Estudio, sus más que discutibles conclusiones de indudable trascendencia política, fueron tomadas como incontrovertibles artículos de fe [14], proporcionando titulares publicados por doquier por medios de todo signo.

A la vista del cuasi equilibrio entre bloques resulta poco compatible con la seguridad con que se traducen en verdades convenientemente amplificadas por los medios de comunicación

- Por último, GAD 3, la consultora de Narciso Michavila [15] que proporciona diariamente el ‘tracking’ [16] para ABC, y cuyas conclusiones constituyen el más sólido sostén de los buenos -e incluso inmejorables - resultado que el PP obtendría en caso de cumplirse sus predicciones (de las que su director no alberga la mínima duda). Y sin embargo, examinados en detalle los resultados publicados sobre las encuestas que realiza, los interrogantes -algunos de gran calado- no se disipan. Por ejemplo, y en ausencia de una explicación metodológica convincente, dos aspectos llaman poderosamente la atención: la ausencia en lo publicado de los resultados directamente extraídos de la encuesta sobre intención directa de voto, con especificación del peso relativo de las respuestas no identificables con cualquiera de los votos válidos (propósito de abstención, ausencia de decisión, más los habituales “no sabe” “no contesta”). Ausencia asimismo de hipótesis sobre abstención y participación prevista. Y una vez más ausencia de explicación del paso de esa intención de voto a la pronosticada que se publica. Es más, centrándonos tan solo en los datos publicados sobre esta última, tampoco hay explicación alguna de la relación entre los votos cuantificados y los escaños asignados, por más que las horquillas al respecto resulten verosímiles. Hay, además otros extremos que suscitan aún mayores dudas. En particular la estimación de resultados tanto en votos como en escaños del paquete agrupado de votos a partidos nacionalistas o de ámbito regional junto con la de votos válidos a partidos que no obtienen escaño [17], parece estar muy subestimada a la vista de los resultados registrados en la serie de este último ciclo político (2015-2019). Son todos ellos factores inciertos cuya consideración puede traducirse en una variabilidad de los resultados que a la vista del cuasi equilibrio entre bloques resulta poco compatible con la seguridad con que se traducen en verdades convenientemente amplificadas por los medios de comunicación para la creación de estados de ánimo.


[1] Tampoco responde a una modalidad más de la industria del entretenimiento que incita a la participación en un juego de quinielas y apuestas sobre el ganador como sucede en cualquier competición deportiva. Aquí se ventilan además -y sobre todo - la ocupación de posiciones de poder institucional y en esa medida de poder real o a secas. 
[2] Los demás elementos registrados en los resultados de las encuestas - a menudo de gran valor e interés- suelen pasar mucho más desapercibidos no solo por el gran público sino para los autodenominadnos analistas o politólogos
[3] Condensado en el mantra “las encuestas nunca aciertan” que descalifica por igual y de modo generalizado los resultados de preguntas y respuestas y las predicciones que a partir de ellos se elaboran y publican.
[4] Con demasiada frecuencia también entre los primeros abundan quienes recurren a una legitimación por elevación : -el “arte” entre los cocineros y la “ciencia” entre los predictores  de resultados.
[5] De modo muy particular las territoriales que tal y como venimos sosteniendo- y acreditando-  en otros lugares del Estudio del que se ha extraído el presente artículo-, son de extraordinaria importancia en el comportamiento de los electores y mucho más aún en la ausencia de proporcionalidad entre votos emitidos y escaños obtenidos.
[6] El más frecuente y llamativo es el que registran las respuestas sobre recuerdo de voto, incluso cuando éste se acaba de producir o se ha producido muy recientemente, como sucede con las locales que se acaban de celebrar o como se verifica a menudo en las encuestas postelectorales. Este sesgo es particularmente llamativo en lo relativo a la abstención (muy infrarrepresentada en las respuestas) y puede revestir  aspectos diferenciales significativos al cruzarse con otras variables. La importancia de este sesgo se revela en que la consideración de ese elemento (el recuerdo de voto) suele tomarse muy en consideración para evaluar las fidelidades y los trasvase de voto y por tanto para  para la construcción de predicciones. 
[7] Es también muy llamativo a este respecto la importancia que los autodenominadnos “analistas” suelen dar a ligerísimas oscilaciones de décimas en los resultados de sucesivas encuestas, con simultaneo olvido o falta absoluta de consideración de los márgenes de error.
[8] NI siquiera las encuestas que manejan muestras de mayor tamaño -como las macroencuestas preelectorales del CIS-  reúnen condiciones para cruzar resultados desagregados por distrito o circunscripción. Menos aun los barómetros mensuales de dicho instituto;  y todavía menos las demás encuestas y sondeos realizados por entidades privadas para medios de comunicación o  incluso para los diferente partidos (en ocasiones no publicadas y celosamente mantenidas en secreto para uso propio) 
[9] Lo habitual es que se limiten a incluir una escueta ficha técnica y un par de vaguedades metodológicas por toda explicación. Por otra parte el importante progreso que supone el facilitar los microdatos _como tardíamente hacen el CIS y 40dB, por ejemplo-, se ve contrarrestado y lastrado en el primer caso (CIS) por la torticera práctica de retrasar varios meses el acceso a los mismos, además de la interposición de burocráticos filtros para disponer de los mismos libremente, como si se tratase de altos secretos de Estado.   
[10] En el último barómetro del CIS  por ejemplo  (nº 3410 del mes de junio de 2023 con una muestra de más de 7 mil entrevistas) a la pregunta (número 5) sobre el recuerdo de las elecciones municipales del 28 A (o sea de unos días antes) el 83,4% de los encuestado responde que votó y solo el 16% manifiesta que se abstuvo, cuando la cierto es que entre esas cifras y los porcentajes de  los resultados reales median diferencias de casi 20 puntos. Además, en la presentación de resultados, como el cruce de esa variable se hace con la del recuerdo de voto (en lugar de hacerlo por ejemplo con la intención), no es posible saber si esa ostensible desviación que refleja la pregunta 5 varía o no entre los votantes de los diferentes partidos. 
[11] Es el caso de la extendida desconfianza y descalificación del CIS, consecuencia de un desprestigio en buena parte más que merecido, por injustificado e injusto que sea en su generalización interesada 
[12] Por fortuna ahora justo antes de enviar este artículo para su publicación, leo la noticia de la macroencuesta (30.000 entrevistas) que el CIS ha realizado y cuya publicación anuncia para hoy mismo. Bienvenida sea esta rectificación y más aún la iniciativa del Presidente de Gobierno y del Director del CIS  de entrar de lleno en la competición proactiva y de hacerlo de la única forma correcta, es decir mediante la aportación de datos de la máxima fiabilidad. 
[13] Ninguna en Cuenca, Ceuta y Melilla; 2 en Zamora, en Ávila o en Teruel; 3 en Albacete, o en Palencia; 4 en Guadalajara; 5 en Segovia. Que ni siquiera son significativas a nivel agregado de Comunidad Autónoma ( 43 en total par toda Castilla y León; o 14 entre las 3 provincias de ese grupo que pertenecen a Castilla la Mancha) . Con el añadido  de que el número de encuestas en esas provincias parece más bien aleatorio puesto que ni siquiera guarda relación con la población de las mismas. Fuente barómetro de junio 40 db para El Pais y la SER.
[14] En alguna medida por el prestigio del cliente sobre todo por la acreditada solvencia profesional de la directora de esta empresa Belén Barreiro, antecesora de Tezanos en el CIS
[15] Profesional igualmente de comprobada solvencia y fino olfato (un chef estrella de los de verdad), pese a que adorne con harta frecuencia sus contundentes aseveraciones con sobreactuadas apelaciones a la Ciencia de la que parecería ser él su más preclaro exponente. 
[16] “Un 'tracking' es una encuesta continua que se realiza durante un periodo de tiempo para seguir la evolución de la opinión pública ante una cuestión concreta. Se realiza un número de entrevistas que, en sí mismas, forman una muestra independiente. Las muestras diarias se van acumulando hasta alcanzar un tamaño estadísticamente fiable. A partir de ese momento, la muestra se actualiza diariamente, eliminando los datos más antiguos para incorporar los más recientes”.El Confidencial 25/03/2019.
[17] Porcentaje que solo es posible obtener al deducirlo por resta del cuantificado correspondiente a la suma del asignado a los demás partidos con respecto al total.

Encuestas y fogones