jueves. 25.04.2024

El Diccionario de la Real Academia Española, no tiene un concepto que aborde los dos términos, indiferencia/afectiva, reseñados conjuntamente; en este sentido, se entiende por indiferencia el estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o negocio determinado. Si acudimos a qué se entiende por afectivo, remite el propio Diccionario, al afecto y a la sensibilidad. 

Por afectividad se conoce aquella capacidad que tiene el individuo para reaccionar ante ciertos estímulos, ya sean del medio interno o externo, y que se caracterizan por sentimientos y emociones. Así, la indiferencia afectiva, se corresponderá con la falta de resonancia del individuo con su mundo exterior. Podemos definir a una persona indiferente como alguien que “ni siente, ni padece”. La indiferencia afectiva es un sentimiento que mantiene al margen a la persona que tiene este rasgo personal.

Cuando se recibe un mazazo de indiferencia de alguien, se produce un dolor afectivo marcado. La indiferencia está asociada a la insensibilidad, al desapego y a la frialdad. La indiferencia se considera un estado afectivo neutro.

La indiferencia afectiva tiene como características estructurales el que se presenta en tres esferas: a) La esfera volitiva, es decir en relación con la voluntad, que es la capacidad de los seres humanos que les mueve a hacer cosas de manera intencionada. b) la cognoscitiva, que hace referencia al uso de la inteligencia y, c) la afectiva donde se incluye los sentimientos y las emociones. La emoción comunica el estado afectivo de otras personas, así como la expresión emocional de los demás. Se puede aseverar que las emociones tienen funciones motivacionales, que dependerán del ámbito en el que se produzcan, pudiendo buscar el placer, un acercamiento, pero también un rechazo.

Las consecuencias de la indiferencia en una relación bien sean de pareja, de amistad, familiar o laboral, suelen dañar la calidad del vínculo y el bienestar de los involucrados. Produciendo los siguientes efectos: desconcierto e intranquilidad; baja autoestima e inseguridad personal; malestar a nivel emocional; sentimientos de soledad; destrucción de la comunicación y en general deterioro del vínculo. Por su parte, las personas indiferentes también sufren las consecuencias de su actitud. En este caso, algunas de ellas son: el aislamiento, bien sea porque no quiere relacionarse con los demás, o porque los otros rechazan su actitud indiferente; los sentimientos de soledad; pueden llegar a altos niveles de ansiedad; baja autoestima y una notable carencia de valores.

Las principales causas de la indiferencia son: la falta de implicación emocional: algunas personas pueden adoptar una actitud indiferente porque el otro no es lo suficientemente significativo desde el punto de vista emocional; la necesidad de protegerse: hay personas que prefieren no amar para evitar ser heridos, en estos casos, prefieren distanciarse emocionalmente y utilizan la indiferencia como escudo; el deseo de manipular al otro: en algunos casos, en especial en las relaciones de pareja, la indiferencia se puede convertir en un arma de manipulación emocional.

Cuando una persona sabe que la otra le ama lo suficiente como para ceder, puede adoptar una actitud indiferente para lograr sus objetivos. La necesidad de espacio personal: hay personas que, por su forma de ser, son más distantes emocionalmente, no expresan con facilidad sus sentimientos y necesitan mantener las distancias; la autonegación: una persona puede asumir una actitud indiferente porque ve en el otro algo que reconoce en sí mismo pero que no quiere aceptar, en estos casos, la indiferencia es un escudo protector; el deseo de causar daño:  hay personas muy rencorosas que son conscientes de que tienen un poder emocional sobre alguien y utilizan la indiferencia para causarle daño. En estos casos la indiferencia es un arma de venganza que se usa para golpear al otro en sus puntos más débiles, lo cual es muy frecuente en los conflictos sentimentales, en las relaciones de pareja u otras, en las que hay mucha asimetría en la fuerza del Yo de cada miembro de la pareja.

Por otro lado, existe la indiferencia asertiva, que es un concepto que, aun siendo en apariencia contradictorio, es una de las mejores estrategias que se pueden utilizar para superar los conflictos relacionales. En principio aplicado al ámbito de las relaciones de pareja, la idea que hay detrás de esta indiferencia asertiva, es aplicable a cualquier entorno en el que se dé una interacción social, en donde un sujeto trata de provocar a otro diciendo o haciendo algo molesto, incomodo e incluso ofensivo. La indiferencia asertiva es un comportamiento que bloquea voluntariamente cualquier tipo de reacción externa frente un estímulo desagradable, haciendo como si no  afectara al sujeto interpelado.  Es aplicar la máxima de “a palabras necias, oídos sordos”. Y no solo palabras, sino también a gestos ofensivos o cualquier acción que vaya dirigida a nosotros con el propósito de hacernos reaccionar de forma inadecuada. Ser indiferente asertivamente es no reaccionar conductualmente, y quedarse igual que como estábamos, ante una situación molesta, incómoda u ofensiva.

Por último, compartir esta reflexión de Elie Wiesel:”Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia afectiva”.

Los estados emocionales neutros: la indiferencia afectiva