sábado. 27.04.2024
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Podría pensarse que con la expresión “amistades peligrosas” nos referimos a sus reiterados viajes con el narcotraficante Marcial Dorado, quien tenía en su casa una foto enmarcada de Alberto Núñez Feijóo porque no le consideraba un desconocido. Esto no tendría la menor importancia, si se mantuviera que le trato por sus cualidades personales, al margen de sus actividades delictivas. Lo malo es que Feijóo niega desconocer estas, cuando eran sobradamente conocidas en toda Galicia, lo que le hace pasar a él mismo por alguien pésimamente informado, salvo que pretenda obviar esa conducta por alguna razón menos ingenua. Para no ser muy íntimos, muestran bastante confianza en esas fotografías que documentan sus andanzas tomando el sol en una embarcación o paseando por el monte.

También cabría pensar que su amistad peligrosa fuera Santiago Abascal, en cuya compañía por cierto no quiere fotografiarse, a pesar de sus pactos para gobernar corporaciones municipales y comunidades autónomas, incluso aquellas donde la fuerza más votada era del partido socialista o la candidata del partido popular había prometido no aliarse con Vox. Esta fuerza política le permite gobernar a cambio de asumir unas premisas políticas de las que presume renegar. Se trata de negar la violencia machista o el cambio climático entre otras cosas, o ejercer una censura cultural prohibiendo representar a Virginia Woolf por ejemplo. Desde luego Feijóo y Abascal vienen a coincidir en su falta de propuestas programáticas, pero también comparten su gusto por limitarse a calumniar al adversario y describir una España que parece salida del NO-DO.

Nos quedaría la hipótesis de referirnos a sus asesores o sus compañeros de partido. González Pons denigra la televisión pública porque una periodista hiciera bien su trabajo. Todo vale con tal de salvar la cara del candidato, hasta que deje de serlo si fracasa o le defenestran, como le ocurrió a Pablo Casado. La principal asesora de Feijóo parece haberle aconsejado que imite a Isabel Díaz Ayuso. Se trata de difamar a Pedro Sánchez en todas partes y al mismo tiempo. Esto hace que te líes un poco y confundas cosas. Empecinado en llevar a cabo esa faena cometes inexactitudes que te hacen mentir y luego lo arreglas endosando el error a la fuente. Resulta un tanto extemporáneo hablar de teletipos y esto también consigue retrotraernos a épocas pretéritas.

Con todo su amistad más peligrosa no es Marcial Dorado, Santiago Abascal o González Pons. En realidad el peor enemigo de Feijóo no es otro que él mismo. Su funesta manía de no reconocer los errores y echar balones fuera por estrambóticas que resulten sus absurdas explicaciones. No hay nada como dejarle hablar de seguido para percibir su inconsistencia y su falta de autoconfianza. Su temor a no dar la talla le hizo elegir cuidadosamente un foro amañando para simular que debatía mientras recitaba los mantras aprendidos de memoria. Ofrece pactos al tiempo que los incumple y basa su desleal oposición en socavar cualquier medida del gobierno sin analizarla o matizarla con sus propias alternativas, las cuales no parecen existir.

Imaginemos a Feijóo como presidente rotatorio de la Unión Europea sustituto en un momento dado por Abascal. Imaginemos cómo sería la sanidad y la educación públicas como este tándem al frente del gobierno. Imaginemos que pasaría con las pensiones y su revalorización. Imaginemos que suerte correrían las leyes del aborto y la eutanasia o cómo sería tratado el ámbito de la cultura. Ya han prometido aumentar la tensión en Cataluña y revertir cuando ha hecho el actual gobierno de colación. Si ellos hubieran gobernado durante la pandemia, cuesta imaginar el desenlace que hubiera tenido esa crisis inédita. Lo cierto es que parecen añorar tiempos pretéritos y su gobierno podría hacernos retroceder varias décadas en materia de progreso. Imaginemos cómo podría ser nuestro país tras el 23J y váyanos a votar sabiendo que nuestra papeleta lo decidirá.

Las amistades peligrosas de Alberto Nuñez Feijóo y su incomparecencia en el debate de...