La política no puede reducirse a chapotear en el fango de una pueril irresponsabilidad que desatiende las desigualdades y los desafíos políticos más acuciantes.
Es una pésima noticia que incluso quienes parecen apostar por mantener la esfera pública decidan manejarla como si fuera una iniciativa privada cuyo único propósito es maximizar beneficios.