domingo. 05.05.2024
Dámaso Berenguer
Dámaso Berenguer

@Montagut | En el denominado período de la “Dictablanda” se estableció la última de las amnistías de la Monarquía de Alfonso XIII, gobernando el general Berenguer, a través del Real Decreto-Ley 320, de 5 de febrero de 1930, es decir, no mucho tiempo después de que cayera Miguel Primo de Rivera.

La amnistía tenía que ver con penados, principalmente, pero no sólo, por causas de rebelión y sedición militares y civiles, y por delitos anexos, sin excepciones. 

Los principales beneficiados de la amnistía serían los militares que fueron represaliados en su día por la Dictadura de Primo de Rivera, destacando los jefes y oficiales del Arma de Artillería, que, por cuestiones profesionales protagonizaron un intenso conflicto. Podrían reingresar en las Fuerzas Armadas, al menos de forma provisional:

“Artículo 5º Concedo el reingreso en la escala activa a los Jefes y Oficiales del Arma de Artillería, procedentes de la misma, que hayan sido separados del servicio por acuerdo gubernativo, con excepción de los que fueron por consecuencia de expediente gubernativo por causa de índole moral y Tribunales de honor, a que se refieren los capítulos II y III del título 25 del Tratado tercero fiel Código de Justicia Militar (…)

Artículo 6º Todos los Jefes y Oficiales que por aplicación de los benéficos que se conceden en el presente Decreto-ley sean reintegrados a la escala activa de su Arma, se considerarán de momento excedentes forzosos, sin perjuicio de la situación que posteriormente se les señale por el Ministerio del Ejército.”

La disolución del Arma de Artillería fue un hecho importante en el proceso de paulatina pérdida de apoyos del dictador

El conflicto tuvo que ver los ascensos por méritos y no por antigüedad por parte de la Dictadura. Los artilleros no estaban por este sistema y protestaron. Miguel Primo de Rivera tomó decisiones drásticas por considerar que este hecho era muy grave. Suspendió a todos los oficiales en septiembre de 1926, y luego disolvió el Arma. El rey debió asustarse ante estas medidas porque pretendió mediar buscando que los artilleros y Primo de Rivera llegaran a algún tipo de pacto, al margen de los cauces institucionales. El dictador se enfureció y amenazó con dimitir, además de recordar que él era el que mandaba en las fuerzas armadas. La disolución del Arma de Artillería fue un hecho importante en el proceso de paulatina pérdida de apoyos del dictador porque algunos militares se solidarizaron con los artilleros, además de fomentar el sentimiento republicano en ciertos sectores del ejército.

Con la amnistía de 1930 Berenguer pretendía sumar apoyos para un régimen que bien sabía no era estable, y en el camino hacia una posible restauración del sistema político constitucional.

En realidad, este objetivo no terminaría de conseguirse porque la presión para cambiar radicalmente con el pasado sería más fuerte.

La amnistía de 1930 y los militares represaliados por Primo de Rivera