viernes. 26.04.2024
London School of Economics

La existencia de los bancos centrales como organismos públicos encargados de la dirección y control del sector financiero ha tenido siempre enemigos. Asimismo los sindicatos, desde su origen, han sido combatidos por teóricos economistas que consideran que todo lo que sea impedir que los empresarios y el mercado sean los que marquen sin ninguna cortapisa los salarios y los precios perjudica la creación de riqueza y son un lastre.

Una de las alumnas más aventajadas de esta forma de pensar representativa de la llamada Escuela Austriaca es la inglesa Vera Constance Smith, educada en la London School of Economics. En ella profesores como Hayek, Hiks, Robertson y Gregory impartían clases en los años 30 cuando una joven becada de dieciocho años comenzó a estudiar economía. F.A. Hayek era uno de los economistas más influyentes en esos tiempos a nivel mundial y fue quien propuso a Vera C. Smith el tema para su tesis doctoral: un estudio analítico e histórico de los bancos centrales y la comparación entre la banca libre (free banking) y el banco central ( central banking). Esta discusión, que sigue hoy vigente, si bien muy pocos cuestionan la necesidad de Bancos Centrales como el Banco Central Europeo o la Reserva Federal de los Estados Unidos, dio lugar a la publicación el año 1936 del libro más conocido de Vera C. Smith. “The rationale of central banking and the free banking alternative” La razón de ser de la banca central y la alternativa de la banca libre.

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La razón de ser de la banca central y la alternativa de la banca libre.

En esta época nadie cuestionaba la necesidad de los bancos centrales excepto Hayek y Ludwing Von Mises, los economistas más conocidos de la Escuela Austríaca. Argumentan que si todos los sectores económicos funcionan libremente y aplicando el “laissez faire”, las empresas nacen, quiebran y desaparecen, porqué no debía ocurrir lo mismo con los bancos sin que el Estado a través de su instrumento del Banco Central interviniera. La tesis principal de Vera C.Smith es esa.  La existencia de los bancos centrales es una decisión política y no es la “evolución natural” del sistema financiero. La decisión ha correspondido en la mayoría de los casos a la voluntad de los reyes o gobiernos para “controlar” el dinero y disponer de recursos para sus objetivos políticos. Para ello analiza la historia bancaria de Estados Unidos, Alemania, Escocia, Inglaterra, Francia y  Bélgica. Estudia el proceso por el cual el Estado se apropia del derecho a ser el único que acuña moneda, lo que achaca a motivos fiscales para recaudar impuestos. En contraposición en el caso de Escocia no existían regulaciones para la entrada en el negocio bancario y “la banca libre” había tenido éxito estableciéndose una elevada competencia entre unos y otros bancos. Para Vera C. Smith no existen razones científicas que justifiquen la existencia de un banco y la autorregulación espontánea viene dada por el mercado y los bancos deben ser tratados como cualquier otra empresa.

Esta tesis, que puede tener una base teórica aparentemente sólida no se ha impuesto en el mundo y salvo algunos pequeños países, considerados fundamentalmente paraísos fiscales y refugio de dinero opaco, todos los demás disponen de bancos centrales. Los países que actualmente no tienen bancos centrales son Panamá, Andorra, Mónaco, Estados federados de Micronesia, islas de Marshall, Isla de Man, Kiribati, Nauru, Tuvalu y Palaos. 

Después de terminar sus estudios y casarse con el economista liberal alemán Friedrich August Lutz escribió junto con él un par de libros sobre teoría de la empresa y sobre política económica de Italia, país que estudiaron en profundidad sorprendidos por su gran crecimiento económico después de la segunda guerra mundial.

Su tesis se centra en la necesidad de desarrollar primero el sector agrícola para aumentar la producción y conseguir precios bajos de los alimentos que no perjudiquen los beneficios industriales. Para prevenir la caída de la tasa de beneficio industrial propone limitar la subida de salarios de los trabajadores industriales, aumentar la productividad tanto en la agricultura como en la industria, reducir el consumo de productos agrícolas e impulsar la emigración de toda la mano de obra sobrante. Criticaba abiertamente la posición de los sindicatos que reivindicaban aumentos salariales o reducción de la jornada laboral porque eso perjudicaba a los trabajadores al recurrir las empresas a la tecnología y proceder a despedir a los trabajadores. Asimismo les criticaba por generar dos tablas salariales. Una de las grandes empresas y otra de las pequeñas donde los trabajadores no tenían tanta fuerza debido a su menor organización y capacidad de presión.

Para ella, como para Hayek y la escuela austriaca, los sindicatos son uno de los males principales de la economía capitalista. Como se puede ver hoy en día esta opinión sigue siendo defendida con vehemencia por las patronales y por algunos partidos políticos que denuestan siempre que pueden el papel reivindicativo y redistribuidor que tienen los sindicatos.

En la década de los 60 Francia adoptó una política de dirigismo económico con una planificación indicativa, también puesta en práctica en países como Japón. Con el apoyo de De Gaulle Francia puso en marcha seis planes y estaban dando muy buen resultado de forma que otros países se disponían igualmente a seguir la senda de una cierta planificación, donde el papel del Estado era muy relevante.

Vera C. Smith combate esta idea y afirma que esta planificación está llamada a fracasar por la incertidumbre que genera la inexistencia de una visión común del futuro. Rechazaba que el éxito de la economía francesa hubiera sido posible gracias a la planificación sino que era debido a otros factores provocados por la reconstrucción posbélica y a medidas liberales propuestas por Jacques Rueff. Este economista siempre opuesto a Keynes y miembro de la sociedad liberal Mont Pelerin (como el marido de Vera C. Smith que fue su presidente de 1964 a 1967) asesoró a Charles de Gaulle y redactó el Plan Rueff-Pinay que aseguró la convertibilidad del franco y equilibró el déficit presupuestario. 

En 1968 escribió su último libro donde desarrolla sus criterios sobre la economía francesa y la planificación económica en una sociedad de mercado.”Central Planning for the Market Economy: An Analysis of the French Theory and Experience”

Falleció en agosto de 1976 en Zúrich, ciudad en la que había fallecido su marido un año antes. Reconocida como una de las autoras liberales más creativas y combativas es defendida con entusiasmo por los economistas de su ideología y abiertamente rechazada por los sindicatos y economistas keynesianos, marxistas y sraffianos.

Vivió en una época donde triunfaba la ortodoxia keynesiana y su acérrimo liberalismo se oponía al intervencionismo practicado en Italia (nacionalizaciones de sectores estratégicos) o Francia (economía planificada indicativa) y al importante auge de los sindicatos en toda Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

La duda en la actualidad es si sus tesis sobre la no necesidad de una banca central (nacional, europea o mundial ) que controle la masa monetaria, el intercambio de divisas, la paridad, la evasión fiscal, la inflación, la inversión colectiva o el movimiento desorganizado de capitales no resuena en la defensa y el auge de las criptomonedas y otros activos financieros que se mueven en la economía mundial sin ningún tipo de control y seguridad para sus inversores. 

Fuentes y referencias

Para un mayor conocimiento de la vida y obra de la autora. "La escuela austriaca representada en la obra de Vera Smith" Paloma de la Nuez Sánchez Cascado. Mujeres Economistas. (Páginas 411-433) Luis Perdices de Blas y Elena Gallego Abaroa (coordinadores). Ecobook 2007.

Para una bibliografía completa. “A bibliografhy of female economic thought up to 1940” Kirsten K. Madden, Janet A. Seiz and Michèle Pujol Routledge 2004. (página 435).

Vera Smith. Una economista contra los bancos centrales y los sindicatos