domingo. 28.04.2024
Julia Alvarez Resano
Julia Alvarez Resano.

Lorenza Julia Álvarez Resano nació en Villafranca en 1903 y falleció en México D. F. el 19 de mayo de 1948. Hace 75 años. Fue figura capital del socialismo navarro durante la II República; diputada por Madrid en 1936 y Gobernadora Civil de Ciudad Real en 1937, además de otros cargos gubernamentales desempeñados interinamente durante la guerra.

Borrada o, lo que es lo mismo, olvidada, ninguneada, apartada. Como se ha hecho siempre con los personajes considerados heterodoxos. No forman parte del canon. De ahí que su nombre no haya sido jamás familiar, incluso para los suyos, políticamente hablando, los socialistas. Ni siquiera, después, de haber sido readmitida con carácter retroactivo en el partido tras ser expulsada por el sector prietista en 1946.

Que lo fuera por el franquismo resulta lógico que así ocurriese, pero ya no tanto que fuera postergada  también, por los suyos, los socialistas, y por sus familiares, al menos los descendientes de la línea Álvarez, no por los de la parte de su primer marido, Amancio, los Muñoz Egea, y, tampoco, por parte de los Resano de Villafranca. En cuanto a los familiares de su segundo marido, Amadeo Núñez Bretón, nada puedo afirmar.

El grave problema que ha tenido este olvido ha sido el cúmulo de efectos colaterales desastrosos ocasionados en cadena. Al recuperar su memoria, por parte de algunos voluntariosos esforzados, pero nada estrictos y rigurosos en sus afirmaciones, nunca contrastadas con fuentes de archivo, los errores sobre su vida se han disparatado de un modo exponencial. No solo los que pertenecen a su época de exilio en Francia y en México, sino los relativos a informar de su formación intelectual, como maestra, o de abogada, e, incluso, los que hacen referencia a describir el núcleo familiar del que formó parte. Con lo fácil que resulta visitar los registros civiles de los ayuntamientos.

Empecemos. En la partida de su nacimiento que puede leerse en el Registro Civil del ayuntamiento de su pueblo Villafranca se afirma que Julia nació en 1903 en dicho pueblo, exactamente en la calle Hospital número 2. Las veces que algunos divulgadores han repetido que nació en Marcilla son varias. Y que nació en 1904, unas cuantas más. Se ha afirmado que era hija de Francisco Álvarez Bretos y de Nicasia Resano, por Nemesia, y que era la menor de cuatro hermanos cuando fue la segunda de ellos, Leonor, Julia, Miguel y Carmen. Con relación a su fallecimiento, en un libro de “historia documentada de Villafranca” publicado y financiado por el Ayuntamiento se dijo que “se expatrió a Rusia donde se cree falleció”. La afirmación no está hecha desde la ignorancia, sino desde “la mala baba”. Era una manera de decir que Julia era, como mínimo, una seguidora de Stalin, de ahí su expatriación a Rusia. Y, lógico, por tanto, que muriera en terreno soviético.  

Se dice que cuando marchó a México, 1947, en la ciudad azteca estaban su madre Nemesia y su hermana Carmen. Olvida esa información que, también, se encontraba Miguel. Los pasaportes de los hermanos dicen que entraron en México el 25 de mayo de 1942, en el barco Nyassa, ambos “calificados como comunistas”. Su biógrafo F. Pérez Nievas anota, sin embargo, que Miguel nunca fue a México, pues “permaneció durante bastante tiempo en un campo de concentración de Francia, donde se le detectó un tumor por el que murió en el quirófano”, añadiendo, no obstante, que “sobre este asunto no existe documentación al respecto”. Lo que sí puede afirmarse al día de hoy es que, según su acta de defunción, Miguel murió en México el 25 de octubre de 1970, a la edad de 64 años, soltero y como militar retirado.

Con relación al primer exilio de Julia en Francia, las fabulaciones sobre sus actividades son de novela de intriga. En su origen, se encuentra el texto que escribió la socialista Claudina García, en El Socialista, de México, tras la muerte de Julia. En este texto “hagiográfico” se dice que “había sufrido persecuciones y encarcelamientos en Francia durante la ocupación alemana” y que “fue condenada a muerte por la Gestapo y que gracias a los esfuerzos de un patriota francés pudo escapar de la cárcel, uniéndose a los compañeros que luchaban en el maquis”. “Información” repetida sin contrastar por el historiador Gillispie en su libro “Historia del Partido Socialista de España” (1991) y que Pérez Nievas reprodujo, añadiendo que “no hay restos documentales de tal detención ni de su pasado guerrillero”. A pesar de tales reservas, hay quien llegaría afirmar que “Julia dormía con una pistola en la mesilla de noche”. Solo faltó añadir qué la marca de la pistola preferida por Julia.

El exilio de Julia en Francia se caracterizó por su clandestinidad. Fuera del hecho de dirigir una versión del periódico El Socialista, su actividad como “guerrillera” en la Resistencia francesa no consta. Las cartas de su intercambio con la socialista navarra Matilde Huici hablan de cómo estructurar organización de ayuda a los refugiados españoles, en especial a las mujeres, y de sus continuos desplazamientos de domicilio: Toulouse, Angulema, Clichy, Lacourneuve, etc.

Instalada en México aumentarán las fabulaciones sobre este exilio. Algunos afirman que desde aquí “ayudó en la medida de sus posibilidades a los exiliados que llegaban de España”. No consta tal circunstancia. En el artículo Voluntad de memoria en el exilio mexicano, de Clara E. Lida (2002), dedicado a aclarar estas ayudas, el nombre Julia no aparece. En la investigación de Pilar Domínguez, titulada La actividad política de las mujeres republicanas en México (1940-1960), Julia no existe. En la de Enriqueta Tuñón, La vida en México de las exiliadas españolas (2022), tampoco.

En cuanto a la afirmación mareante de que fundó y dirigió la revista Rimas, hay que decir que en la investigación de Eduardo Mateo sobre Revistas publicadas por el exilio mexicano (1992), Rimas no aparece dicha publicación. Tampoco, figura en la Hemeroteca Nacional de México; ni en la Biblioteca Digital Hispánica. Ausencia que confirma Francisca Montiel en su estudio titulado Participación de las escritoras del exilio republicano español de 1939 en las publicaciones periódicas de su tiempo editadas en México (2022), donde observa: “Nada sabemos de la revista Rimas, que supuestamente fundó y dirigió la abogada socialista Julia Álvarez Resano tras llegar al país en 1947”.

Según su acta de defunción, hay quien sostiene que “falleció en la capital tan solo unos meses después de su llegada en la soledad de su despacho”. ¿Solo unos meses?

Más novelesco es quien sostiene que murió bajo la reflexión y el recuerdo de una vida agitada, comprometida con más de una causa perdida”. Solo le faltó decir que anegada en melancolía. Los metidos a facultativos dirán que murió tras “una larga enfermedad”, “de un tumor cerebral”, “víctima de rápida y fatal dolencia” o de “una hemorragia cerebral”. En realidad, según el médico que certificó su fallecimiento murió de “un paro cardíaco”.

El exilio mexicano de Julia sigue siendo una incógnita. Si no fuera por su pasaporte que establece su entrada en México y por su partida de defunción, podría decirse que Julia nunca pisó la ciudad azteca.

En fin, ya que porfiamos por la recuperación de la memoria de esta infatigable socialista, muerta hace 75 años, el mejor favor que podríamos hacerle sería y, como diría un personaje de Galdós, “no cambalachear su historia” y referir con la máxima exactitud y rigor aquellos datos que “copiamos, cortamos y pegamos” de quienes esperamos que están citando con rigor y exactitud, cuando, en ocasiones, desgraciadamente, lo único que hacen es “copiar, cortar y pegar” a quienes no han tenido la paciencia de contrastar si lo que estaban cortando, copiando y pegando era verdadero, ni siquiera, verosímil, sino una mentira, y que a su vez repetían la mentira que otros habían copiado, cortado y pegado. La pescadilla que se muerde la cola de modo inacabado. En especial, cuando lo que se corta, copia y pega no viene avalado por ninguna fuente archivística a la cual remitirse para su confrontación. Lo que significa que la mejor actitud metodológica a seguir será visitar las fuentes. De no hacerlo, seremos reos de aquella maldición que señalaba Jacinto Benavente cuando decía “Bienaventurados los imitadores (plagiarios), porque de ellos serán todos nuestros defectos (errores)”.

La historia contra Julia Álvarez Resano