La cuarta novela del escritor español Francisco Bescós se titula La Ronda y fue publicada en la primavera de 2023.
Dice alguien al principio del libro sobre una de las protagonistas, la ciudad de Madrid (y es que el ámbito en este caso pesa de lo lindo), que, “por suerte, le faltaba mucho civismo para llegar a convertirse en esos parques de atracciones en que se habían convertido las demás capitales europeas, pero tampoco alcanzaba una cota de caos digna de un país en desarrollo”.
Hay malos en esta novela, que es una novela negra, poco, que es una novela policiaca, mucho, malos de libro, malos de manual. Malos como muchos lectores mandan que sean los malos. Algunos de ellos hasta tienen su corazoncito, pero los más malos de todos son de esos que pueden decirse entre ellos que “debemos hacer esto porque podemos”. Cuando poder es querer. Estos malos… Qué malvados.
Me encanta cuando le leo a uno de los protagonistas de La Ronda, de los de carne y hueso (que lo son y mucho, los tres), eso de que “odio el jazz, si me quiero hacer el culto prefiero fingir que he leído el Ulises”.
Es una lástima que la conspiranoia que señala a unos “propietarios del mundo” lo embadurne todo, porque rebaja no ya la credibilidad real ni siquiera la literaria sino mi estricto interés, enorme a lo largo de todas las páginas, no obstante. Porque esta es una novela bien escrita, con un ritmo envidiable, en la que aparecen seres humanos haciendo cosas, sufriendo, amando, viviendo. Trabajando.
Bescós casi consigue convencerme, por vez primera cuando leo este género, de que lo mejor de una novela policiaca es la investigación de los crímenes, y no la vida de los policías. Casi.
Eso sí, hacerme leer una novela de algo más de 430 páginas, que ya son páginas, escritas solamente para entretener tiene un mérito incalculable. Eso quizás sea la literatura.
“De la vida ya sólo esperaba vivir: así no había forma de equivocarse”.
El Bien y el Mal. Y al final, siempre gana…
Mientras, los petirrojos cantan. En los libros de Bescós, en este al menos, cantan.
