lunes. 29.04.2024
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Fotograma de la película. (Imágenes: filmaffinity)

Ainhoa Mela | @ainhoacriticas

En una época en la que las figuras históricas llenan nuestras pantallas, llega la película sobre una de las mujeres más desconocidas de la historia moderna. Apodada por muchos “la dama de hierro de Oriente Medio”, Golda Meir acostumbraba a ser la única mujer en una habitación llena de hombres. Primera ministra de Israel durante 5 años, su mandato se vio sacudido cuando las tropas egipcias y siras iniciaron una guerra contra el país judío en 1973.

Es precisamente esta guerra del Yom Kippur la que emplea como contexto Golda, protagonizada por la oscarizada Helen Mirren, y que pretende acercar al espectador a una figura histórica llena de luces y sombras. Concebida como un diario de guerra, la cinta explora las decisiones políticas a las que Golda y su gabinete se vieron abocados a tomar de manera improvisada al verse sorprendidos por una guerra que se negaban a presagiar.

Pero lejos del campo de batalla, es la residencia de la primera ministra el escenario donde se juega la guerra. Espacios cerrados y un montaje que interrumpe la cinta con continuos flashes de imágenes reales del conflicto y sus actores, son los recursos con los que Golda da un ritmo constante y dinámico al metraje, ayudando a crear en el espectador la angustia propia del momento. El tono serio predomina en una película donde el foco se pone en las pérdidas humanas, un drama que hoy en día y por desgracia sigue repitiéndose en la región.

Pero es la propia imagen de Golda Meir lo que resulta el talón de Aquiles de una película que peca de conformista. Lejos de la imagen de “dama de hierro” o figura controvertida, Golda opta por ofrecernos la imagen, por momentos simplista, de una mujer agotada por el tratamiento de un cáncer que acabaría matándola 5 años después y sobrepasada por la angustia, el remordimiento y el dolor por los soldados muertos. Olvidándose de la política controvertida en pos de una heroína en su versión más humana, poco se da a conocer a una lideresa ya de por sí desconocida para el público.

En un guion enmarañado entre estrategias militares y políticas, solo resulta cristalina la posición de una nación estadounidense encarnada en Kissinger que, enmascarada en la bandera de defensor del mundo libre no deja de ser un país más con principios flexibles y muchos intereses. Es precisamente la figura del secretario de estado recientemente fallecido el único que saca la leona que el líder laborista israelí Shimon Peres afirmaba que era Golda Meir. Un único arrebato de furia despiadada en la película que da muestra de que esta es sin duda una Golda edulcorada que rezuma más retrato idealizado que fiel reflejo de la realidad.

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A la primera ministra que propone el oscarizado director israelí Guy Nattiv solo la veterana Helen Mirren la salva con una actuación siempre exquisita. Demostrando ser una de las grandes, la dama británica aguanta con soltura unos primeros planos predominantes en el metraje que buscan acercar al espectador el sufrimiento de una dirigente que no preparó a su país para la guerra que vino.

Sin más actores representados que las personas que susurraron al oído de Golda Meir en aquel trágico octubre de 1973, Golda llega como una película descafeinada que entretiene, pero no convence.

Una oportunidad perdida para dar a conocer a la persona que pone el título a una película que se convierte en una más de esas películas históricas de las que el cine poco recordará.

'Golda': la oportunidad perdida de una película histórica más