viernes. 26.04.2024
Foto: Casa Rosada

@jgonzalezok | Cuando el pasado 15 de septiembre se puso al aire la primera entrevista televisiva de Cristina Fernández en los últimos años, no se sabía que iba a ser la primera de una serie y que, semanalmente, los argentinos iban a tener a la mandataria en sus pantallas con un periodista invitado. Inauguró así una nueva modalidad de comunicación, en la que es ella la que recibe en la residencia presidencial de Olivos a algún informador, siendo la Casa Rosada la responsable de la edición final del producto.

La primera entrevista, repartida en dos emisiones, fue hecha por Hernán Brienza, un periodista militante del kirchnerismo, que no hizo referencia a ninguno de los temas que más preocupan a los argentinos, según las encuestas, como la inseguridad, la inflación o el cepo al dólar.

Para la entrevista de este domingo, 29 de septiembre, el elegido fue Jorge Rial, el rey del periodismo chimentero, dedicado a los chismes de la farándula y los personajes mediáticos que crecen a su alrededor. Y que trabaja en el canal América y Radio La Red, ambos medios alineados con el gobierno.

En esta entrega tampoco hubo preguntas difíciles. Mucho recuerdo emocionado de Néstor Kirchner, la confesión de que le gustaba Carlos Menem como candidato del peronismo en 1989 –no así a Néstor-, denuncias de intentos de desestabilización –“de Clarín y Magnetto espero cualquier cosa”- y una negación de que haya un cepo al dólar, con el argumento de que en sus viajes se encuentra con muchos argentinos.

La entrevista tendrá una segunda parte y se cortó justo cuando el periodista le planteó la que parecía la pregunta más interesante: qué había ido a hacer a las islas Seychelles, un paraíso fiscal en el que hizo una misteriosa escala en enero pasado, de regreso en una gira asiática. Varios meses después de dicho viaje todavía no está claro si se quedó 18 ó 48 horas. Y las confusas explicaciones oficiales sobre la escala no ayudaron a despejar las dudas. En las Seychelles tiene su sede una de las empresas de Lázaro Báez, el polémico empresario amigo de Néstor Kirchner, acusado de lavado de dinero y de ser socio del expresidente.

La entrevista de este domingo fue transmitida por el Canal América, de un empresario amigo del gobierno, y repetida después por el canal 7 –oficial-, después del partido de fútbol que enfrentó a Boca Juniors con Quilmes, asegurando así un buen nivel de audiencia, al menos en su parte inicial.

La estrategia con estas entrevistas parece ser humanizar a la presidente, acercarla al público mostrando un costado más íntimo, que contrasta con sus discursos encendidos. La idea es recuperar votos en las elecciones que dentro de un mes renovarán parcialmente las dos cámaras del Parlamento. En las primarias, que se celebraron el pasado 11 de agosto, el kirchnerismo sufrió un serio retroceso y las encuestas vienen indicando que la tendencia se acentúa a medida que se acerca la fecha de la elección. Si se confirman los sondeos, el gobierno perderá la mayoría parlamentaria y quedaría en evidencia que también el apoyo social, muy lejos del 54% que logró la presidenta en las elecciones presidenciales de hace dos años.

Tanto Néstor como Cristina Kirchner han mantenido una relación difícil con la prensa, y en el caso de Cristina de absoluta confrontación. Ambos siempre sostuvieron que no querían intermediarios entre ellos y el pueblo, de ahí que se comunicasen directamente mediante discursos en actos masivos o en cadenas televisivas obligatorias. Cristina Fernández descubrió después las redes sociales y le tomó gusto especialmente a Twitter, que usa sobre todo los fines de semana o en los aviones, cuando hace algún viaje largo.

Las entrevistas, ahora, constituyen un paso más. Sin llegar a ser un equivalente al Aló, Presidente, que popularizó en Venezuela Hugo Chávez, las entrevistas están enfocadas para que la mandataria hable cómodamente, sin interlocutores que le planteen ninguna pregunta incómoda. En este sentido se recuerda su respuesta cuando los periodistas acreditados en la Casa Rosada la pidieron que hiciera conferencias de prensa: “para información oficial están mis discursos, yo no voy a hablar contra mí misma”.

La presidente argentina se cree reencarnación de un gran arquitecto egipcio. Al menos así lo dijo al lanzar hace un año el proyecto de un polo audiovisual, del que no se volvió a tener noticias. Pero una de sus mayores obsesiones es ejercer como editora de los medios informativos que no le son afines. Y en todos sus discursos son comunes los reproches por sus enfoques, opiniones o decisiones editoriales.

Tras las pasadas elecciones primarias, reprochó a los medios que no informaran de la victoria del oficialismo en la Antártica y en Bariloche, dos distritos sin relevancia. Esto a pesar de la evidencia de que ambos resultados sí fueron recogidos en todos los medios, incluyendo los no alineados con la Casa Rosada.

Estos días, insólitamente, volvió a promocionar una empresa internacional de televisión por cable, DirecTV, de la que se confesó suscriptora y fan, en unas declaraciones en las que mezcló la pobre información internacional que ofrece la televisión argentina –cosa que es cierta-, con la idea de que los medios locales “no quieren que los argentinos se enteren del país que tenemos”. Un tiro por elevación contra Cablevisión, una empresa que ofrece prácticamente el mismo servicio, pero que es propiedad de su archienemigo, el Grupo Clarín.

La nueva estrategia comunicacional parece que seguirá al menos hasta las elecciones de octubre. Pero a Cristina Fernández le quedan dos años de gobierno, quizá demasiado tiempo para mantener un esquema que se agota en sí mismo, sobre todo si las preguntas mantienen el mismo nivel de complacencia. 

Cristina Fernández cumple el sueño de ser editora periodística