sábado. 27.04.2024
Manifestación feminista (DC/JG)
Manifestación feminista (DC/JG)

Estamos viviendo con bastante angustia las negociaciones para formar gobierno cuando, si las miramos con atención, pueden ser el preludio -solo el preludio- de una gran oportunidad: la oportunidad de perder el miedo. 

Porque, en contra de lo que se ha querido transmitir, el 23 de julio el voto del miedo se concentró en las opciones de la derecha. Votaron por ellas, en gran medida, quienes tenían miedo a un país complejo que pusiera en cuestión verdades heredadas sobre cuyos fundamentos jamás nos hemos hecho preguntas serias: ¿qué es España hoy, casi cincuenta años después de las primeras elecciones? ¿Por qué tiene que ser la misma que en 1978? 

El 23 de julio el voto del miedo se concentró en las opciones de la derecha. Votaron por ellas, en gran medida, quienes tenían miedo a un país complejo

Votaron por ellas, según apuntan ya los primeros estudios sociológicos, muchos hombres atemorizados por la pérdida del privilegio social de serlo, ni siquiera varones que se opongan a la igualdad de la mujer, sino a los que, sencillamente, ese mundo nuevo les causa incertidumbre. 

Votaron por ellas los partidarios de volver atrás, ni siquiera por una mentalidad retrógrada, sino porque la memoria embellece las cosas y nos hace creer que antaño siempre estábamos mejor, así que vamos a volver antaño. 

Esos fueron los miedos, entre otros, que se manifestaron hace muy pocos días en las urnas, y que se manifiestan en el debate público que rodea ahora mismo la formación del nuevo Gobierno. Miedos que están dando lugar a propuestas insensatas que ni siquiera vamos a mencionar aquí, y que buscan amparo en cualquier cosa con el único fin de no ver que el mundo hacia el que vamos ya nunca será el mismo que aquel del que venimos.

Puede que la historia diga dentro de un tiempo que este fue un momento constituyente. Hoy estamos aún demasiado cerca para decirlo

Me refiero a estos miedos, y no a los intereses que los fomentan, no porque no sea consciente de esos intereses, vociferantes y carentes de escrúpulos, sino porque quien realmente merece atención y preocupación es el votante medio, el único que puede abrir de par en par las puertas del futuro. Ese votante que ha ratificado el camino iniciado hace cuatro años y que ahora tiene que crecer en número para privar de razones al miedo. Los jóvenes que tienen que volver al sistema no para someterse a él, sino para adaptarlo a sus necesidades y para hacerlo evolucionar. Los miembros de una sociedad que habla varios idiomas extranjeros y habla varios idiomas españoles. Las personas conscientes de que solo la auténtica igualdad allana los obstáculos hacia el progreso. Las que se dan cuenta de que detrás de todas las nostalgias solo están, en realidad, los intereses de una elite beneficiada porque todo siga igual. 

Puede que la historia diga dentro de un tiempo que este fue un momento constituyente. Hoy estamos aún demasiado cerca para decirlo. Con un pie ya puesto en el futuro, tirando del que lucha por no despegarse del pasado.

Pasado y futuro