domingo. 05.05.2024
Pedro Sánchez y Santos Cerdán, secretario de Organización PSOE, con Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu en el Congreso de los Diputados.
Pedro Sánchez y Santos Cerdán, secretario de Organización PSOE, con Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu en el Congreso de los Diputados.

Mientras los días pasan con lentitud, y el dolor de una guerra extranjera vuelve a ser motivo para dejar claro que, para cierta gente, aquí vale todo con tal de arrancar aunque no sea más que una viruta, vivimos con cansancio la repetición de las mismas mentiras, de las mismas falacias, de los mismos eslóganes en blanco y negro. 

El cansancio de oírlos no exime del deber de refutarlos, precisamente porque la estrategia que con tanto éxito practicaron los nazis hace cien años funcionó por pensar los demás que la gente normal consideraría que las estupideces caerían por su peso. No lo hicieron. Las creyó mucha gente.

Una de las falacias más frecuentes ahora es repetir que la única razón por la que en este instante se están forjando determinados planes es porque son la única forma de conseguir una investidura.

Vivimos con cansancio la repetición de las mismas mentiras, de las mismas falacias, de los mismos eslóganes en blanco y negro

La falacia del huevo y la gallina. Porque el Gobierno progresista ha impulsado durante cinco años políticas que van en la misma dirección que las que ahora se están negociando, y hay que recordar que esas medidas son las que han sido convalidadas por los ciudadanos. En primer término, los de Cataluña: abrumadoramente. Después, los de todo el país, que en el resto de España tenían tan claro lo que querían y lo que no querían que cambiaron su voto respecto al ejercido en las municipales para que hubiera un Gobierno capaz de seguir impulsando esas políticas y para que no hubiera un Gobierno capaz de desmontarlas y volver al pasado. 

El huevo fue antes que la gallina. Entiendo que personas acostumbradas a despreciar la voluntad del pueblo se muestren sorprendidas porque un Gobierno sea consecuente con los resultados electorales, que son, insisto, notablemente claros, pero lo que se hace en esta ocasión no es más que sacar las conclusiones correctas del voto. 

Lo que ahora hay que hacer no hay que hacerlo para ganar las próximas elecciones, sino porque es lo que hay que hacer

Los viejos del lugar recordamos unas elecciones en las que un presidente dijo que había entendido el mensaje de las urnas. La verdad fue que no lo entendió, y el resultado fue una derrota poco tiempo después. Y volvemos al huevo y la gallina. Lo que ahora hay que hacer no hay que hacerlo para ganar las próximas elecciones, sino porque es lo que hay que hacer. Esa es la obligación de un Gobierno serio. Y no siempre coincide con lo que gusta ni con lo que apetece. 

Aún vamos a escuchar muchas más mentiras. Y vamos a oír a personas que conservan en casa fotos en las que abrazan a los ex ministros de un dictador (o a delincuentes, ya que estamos en esto) decir que las reuniones entre representantes parlamentarios que vemos estos días son fotos infames. No lo son. Son fotos de políticos responsables que cumplen con su deber. Esto hay que recordarlo con independencia del resultado. Qué pena tener que explicitarlo. Qué pena de eterno carrusel de hámster. 

El huevo y la gallina