Las camareras de piso, un colectivo totalmente feminizado, está viendo como en los últimos años están empeorando sus condiciones laborales y de salud debido al aumento en las cargas de trabajo y a la ausencia, en muchos casos, de una prevención adecuada en cuanto a riesgos laborales se refiere, todo ello ligado a las externalizaciones, una práctica habitual en la hostelería.
En un reciente informe elaborado por CCOO se ponen cifras a la vulnerabilidad laboral de estas trabajadoras que enferman por el mero hecho de trabajar y cuyas condiciones, lejos de mejorar, han empeorado tras la pandemia impactando de lleno en su salud y bienestar.
Son muchos los estudios e informes técnicos que muestran los efectos negativos de este tipo de trabajo tanto a nivel físico como psicosocial. Los riesgos ergonómicos son los más frecuentes al estar obligadas a mantener posturas forzadas, manipulación de cargas, movimientos repetitivos, entre otros. Todo ello se traduce en dolores de espalda, cuello, brazos…, en resumen, trastornos musculoesqueléticos que derivan en mayores tasas de accidentes y lesiones graves.
El 70% de las trabajadoras de piso dice tener entre 4 y 7 zonas corporales con dolor muscular. Los problemas físicos más habituales son (cervicobraquialgias, lumbalgias, ciáticas, túnel carpiano, rodillas, tendinitis en los brazos, muñecas y tobillos, hernias…), a lo que hay que añadir problemas de tensión como consecuencia del ritmo de trabajo, problemas en las vías respiratorias a causa de los productos utilizados y envejecimiento acelerado.
La carga de trabajo en los departamentos de pisos en hoteles ha aumentado considerablemente, según denuncia el sindicato. La media del ratio de habitaciones por jornada es muy elevada, lo que provoca que en muchas ocasiones se deba prolongar la jornada y se renuncie a las necesarias horas de descanso. Por otro lado, en la organización del trabajo no se suele tener en cuenta la distribución de las habitaciones, el tipo de habitación, las condiciones de la misma, el tipo de cliente, ni la estación, lo que provoca que las exigencias del trabajo varíen mucho. Este ritmo de trabajo suele ser constante e incluso se incrementa en temporadas altas. Además, el impacto de la covid ha aumentado los requerimientos sanitarios en limpieza e higienización sin que haya habido aumento de plantillas. Solo el hecho de aplicar correctamente la Guía ICTE (Instituto para la Calidad Turísticas Española) supone seguir un itinerario que incrementa la carga de trabajo en un 20%, subraya CCOO.
El colectivo también se ve expuesto a la exposición diaria de sustancias peligrosas, líquidos de limpieza nocivos para la salud aunque estén homologados. Si bien los centros de trabajo suelen disponer de equipos de protección, la carga y el ritmo de trabajo imposibilita que las trabajadoras dediquen parte de su tiempo a ponerse y quitarse estos equipos.
Al perjuicio físico se une otras patologías psicológicas. Según un estudio de INVASSAT, el 80% de las camareras de pisos tiene percepción de falta de autonomía temporal, ya que el ritmo de trabajo le viene impuesto por la tarea sin posibilidad de gestionar su tiempo, y un 57% percibe insatisfacción por un trabajo monótono y repetitivo. Por otro lado, mientras que lo tradicional es que estas personas trabajasen en pareja, en la actualidad suelen trabajar solas, lo que provoca sentimiento de aislamiento que se suma a la presión y el estrés y agrava enfermedades como la ansiedad y la depresión, asegura CCOO.
Las patologías psicológicas más frecuentes son el insomnio, el estrés y la ansiedad provocados por la cronometración del tiempo de trabajo sin apenas descansos en toda la jornada y agravados por la situación de “doble jornada”, que suele convertir el estrés en permanente o crónico. Los riesgos psicosociales producen resultados psicológicos, físicos y sociales negativos, como el estrés laboral, el agotamiento o la depresión.
El 71,5% de las camareras de piso refiere consumir fármacos para mitigar el dolor y el estrés
En base a los datos que recoge el informe del sindicato, el 95,9% de las trabajadoras de este colectivo manifiesta síntomas clínicos de ansiedad, el 74% tiene problemas de concentración, el 82% declara problemas de falta de energía, 4 de cada 10 presentan síntomas depresivos, y el 73,2% duerme menos de 8 horas al día, y el 9% menos de 5 horas. Estas lamentables condiciones de trabajo derivan en un excesivo consumo de fármacos y sustancias psicoactivas que se acentúan en las trabajadoras mayores de 45 años situando esta profesión como de alto riesgo a partir de los 50 años. Y es que el 71,5% de las camareras de piso refiere consumir fármacos para mitigar el dolor y el estrés.
Por todo ello, el sindicato reclama a la patronal que evalúe los riesgos que suponen las cargas de trabajo para las camareras de piso, así como una mayor vigilancia por parte de la Inspección de Trabajo a través de los planes de prevención en todos los centros. También pide impulsar un procedimiento que permita establecer coeficientes reductores para anticipar la edad de jubilación.
“Es necesario tener en cuenta que se trata de un colectivo totalmente feminizado y basado en una división sexista, aunque invisible del trabajo. Por ello, identificar y corregir los riesgos físicos y psicosociales, avanzar en las políticas de igualdad, salariales y condiciones de trabajo y empleo, son retos con los que CCOO se siente completamente comprometida”, asegura el sindicato.