lunes. 29.04.2024
BOE_nuevo_gobierno_sanchez

Ya tenemos los nuevos nombres y caras del Gobierno de coalición progresista entre PSOE y Sumar. Sus cargos y responsabilidades ya están en el BOE, lo que supone un gran alivio. Lograrlo, ha sido un gran éxito y todo un reto que exigió una importante movilización electoral el pasado 23J y grandes dosis de paciencia, capacidad de negociación y mucha mano izquierda. Van a necesitar mucha suerte y apoyo social. De su gestión y capacidad de armar acuerdos respaldados por la mayoría social y parlamentaria dependerán el bienestar de la ciudadanía y el futuro de nuestra convivencia y democracia.

El nuevo Gobierno de España no cuenta, de salida, con el apoyo de una parte muy importante de la sociedad española, ni de la mayoría de las instituciones autonómicas y municipales, del Senado o de buena parte del poder judicial, patronal, eclesiástico, funcionarial y mediático. Muchos de los partidos que lo han hecho posible, al votar favorablemente la investidura de Sánchez, le han dado un apoyo puntual, sólo para la investidura, y condicionado, sin ahorrarse críticas y amenazas de ruptura si no se atienden sus reclamaciones. Es un gobierno tan débil y frágil como su base social y parlamentaria. Sólo tiene una gran y decisiva fortaleza: es la única opción de gobierno democrático y progresista posible, la única herramienta institucional disponible para cuidar los derechos, libertades y bienestar de la mayoría social y la única barrera que impide a una extrema derecha envalentonada formar parte del poder ejecutivo y utilizarlo para imponer sus pesadillas reaccionarias, iliberales, machistas, negacionistas y excluyentes.

Los juicios sumarísimos contra el nuevo Gobierno por parte de una pequeña franja de la izquierda y de todas las derechas no se han hecho esperar y persiguen un objetivo claro: desgastarlo cuanto antes y a costa de lo que sea. La presión que ejercen desde el minuto uno contra el nuevo Gobierno pretende maniatarlo, dividirlo y desplazar cuanto antes a la oposición a las fuerzas que lo integran. Los 100 días de cortesía para comenzar a criticar su gestión deberían ser el reflejo del respeto debido al resultado electoral y a la decisión democrática tomada por el Congreso de los diputados y diputadas, que es donde reside la soberanía del pueblo. Pero no le han dado ni un minuto de respiro y siguen adelante con sus delirantes ataques y matracas.

La frivolidad o el cálculo político de hacer depender la participación en el esfuerzo común de una cara o de la titularidad de un Ministerio no son razonables

Algunas caras del Gobierno gustarán más y otras menos o, incluso, pueden disgustar; pero es fácil entender la necesidad de un gobierno equilibrado que integre a todas las tendencias y fuerzas progresistas que han mostrado su clara disposición a trabajar de forma cooperativa por un programa común. Colaboración progresista que no puede sostenerse en una disputa permanente para intentar diferenciarse del resto de los socios ni con una presión destinada a intenta imponer criterios y objetivos de parte. La frivolidad o el cálculo político de hacer depender la participación en el esfuerzo común de una cara o de la titularidad de un Ministerio no son razonables. Hay mucho en juego.  

El nuevo Gobierno de coalición progresista entre PSOE y Sumar necesita y merece todo el apoyo de todos los partidos y personas que defiendan los derechos, el bienestar y la protección del conjunto de la sociedad. Ya llegará el momento de ejercer el derecho democrático a la crítica que, en mi opinión, no debería encaminarse a tratar de distinguir a los buenos ministros de los malos o a los valientes de los cobardes, sino a detectar aquellas medidas y propuestas que no encajen con el proyecto progresista de país acordado entre PSOE y Sumar, no susciten el apoyo de la mayoría social o no sintonicen con las necesidades que esa mayoría reclame. Y, tras detectarlas, trabajar solidariamente para que sean rectificadas.

¡Larga vida al nuevo Gobierno de coalición progresista!

Las caras del nuevo Gobierno de coalición progresista