sábado. 27.04.2024
sahara occidental

Este mes de marzo del 2022 está repleto de acontecimientos. Sin duda el más importe de ellos es el ataque, ocupación y bombardeo de ciudades y tierras ucranianas de la mano del presidente de Rusia, el Sr. Vladimir Putin. Lo de Sr. es mera cortesía. Eso en el planeta, pero en España completamos el panorama con el cambio de posición del gobierno español respecto al contencioso con Marruecos y la resolución 690 de la ONU del 29 de abril de 1991, donde se reconocía al pueblo saharaui el derecho a la libre autodeterminación. Y esa resolución favoreció, por cierto, un alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario. Resoluciones de la ONU han habido muchas sobre el tema como, por ejemplo, la del 2021, donde se reclama una solución que fuera realista, viable y duradera. Pues bien, hace unos días –el día 14 de este mes– leíamos con cierto asombro que el presidente del gobierno español enviaba una carta al rey de Marruecos donde decía que “España considera que la propuesta marroquí de autonomía presentada en el 2007 –a la ONU– como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”. Y acababa diciendo que “Todas estas acciones se llevarán a cabo con el fin de garantizar la estabilidad e integridad de nuestros dos países”. Hasta ese momento el gobierno de España había mantenido como solución al problema de la situación del pueblo saharaui un referéndum de autodeterminación de acuerdo con resoluciones anteriores.

Como ocurre en política la cosa puede ser examinada desde las dos caras de una misma moneda: desde el lado de la ética, de los principios, desde el lado de las resoluciones de la ONU o, desde la otra cara, desde el lado de la realpolitik. Desde la primera todos los partidos del Congreso menos el PSOE han criticado el cambio de postura por diferentes motivos. El PP es la excepción, porque lo ha hecho de forma cínica criticando las formas –no se había contado con ellos– pero sin cuestionar el tema de fondo porque, sabemos, que en el fondo está de acuerdo con lo hecho ahora. USA, Francia, ahora Alemania, por ejemplo, mantenían la que es ahora la posición oficial española. USA apoya la anexión marroquí del Sahara Occidental –o Sahara español– así como viene apoyando a Marruecos mediante la venta de armas para favorecer posibles acuerdos sobre las riquezas mineras de esta parte del norte de África. Es decir, a pesar de que USA y España pertenecen a la misma organización militar que es la OTAN, USA, con el mismo cinismo con el que hablábamos antes, es aliado de Marruecos en su reivindicación para sí de las ciudades de Ceuta y Melilla. Y, además, la guerra en Ucrania tenía el peligro de que el sátrapa de Marruecos, espoleado por Putin con el fin de abrir un segundo frente entre Rusia y Europa, aprovechara la ocasión para mandar tropas o, peor aún, civiles que forzaran la entrada en ambas ciudades, cosa que ya ha hecho o, al menos, ha favorecido.

España abandonó su responsabilidad sobre la provincia española del Sahara cuando en 1975 dejó que la ocupara el pueblo marroquí mediante la famosa marcha verde, acción impulsada por otro sátrapa, el abuelo del actual. Esa es una de las herencias del franquismo ocurrida cuando agonizaba el dictador y, por tanto, aún bajo la dictadura Y este fue el legado del franquismo, ideología que se presentaba con el deseo de recuperar para España su pasado imperial y, sin embargo, su herencia fue la pérdida de una provincia. ¡Que lo sepan los votantes del partido heredero del franquismo que es VOX!

Se ha dicho que el cambio de posición puede perjudicar las relaciones diplomáticas y comerciales con Argelia, país enfrentado a Marruecos y que apoya Rusia. España recibió gas de este país por un valor de 2.600 millones de euros el año pasado, siendo el segundo país importador de esta fuente de energía después de Italia pero no a mucho distancia. La balanza de pagos argelina es absolutamente dependiente de estas exportaciones porque no tiene ningún país cercano con una capacidad de demanda de gas como tienen ambas penínsulas. El cálculo del Gobierno –y según muchos expertos– no parece que Argelia vaya a tomar represalias por el cambio de postura del Reino de España por puro interés económico.

Un aspecto a comentar de la carta del presidente de Gobierno es que coloca la pelota del cumplimiento del acuerdo en el tejado marroquí al señalar lo “garantizar la estabilidad e integridad de nuestros dos países”. Y puede traducirse sibilinamente como la de una amenaza y es la de que si Marruecos vuelve a las andadas con reivindicaciones soberanistas sobre Ceuta y Melilla o favorece el asalto a estas ciudades por parte de la población civil, España podría volver a cambiar de posición.

El cambio de postura es criticable, por supuesto, y lo es desde el lado de los principios, pero también es criticable que la ONU se limite a emitir resoluciones sin que haga nunca nada por llevarlas a cabo, porque se ejecuten. Es criticable la posición de USA con un aliado como España en la OTAN aunque esta organización no pueda operar en las ciudades de Ceuta y Melilla –y menos en las Canarias– por las limitaciones geográficas del tratado de fundacional de esta alianza militar; y ello es un absurdo porque ambas ciudades pertenecen a un país OTAN. Es criticable la postura de Francia porque, al igual que España, pertenece a la misma alianza militar y, sin embargo, apoya a un país como Marruecos que no es de la Alianza. Y lo mismo podemos decir de los países que apoyan las resoluciones de autodeterminación, pero que no tienen fronteras con Marruecos –como las tiene España con Ceuta y Melilla– y que no podrían apoyar a España como países OTAN por el tema estatutario comentado. Dicho de otra forma, si Marruecos atacara a España en Ceuta, Melilla o, incluso hipotéticamente, las Canarias, los países europeos solo podrían apoyar a España a título individual: difícil que lo hicieran salvo Italia.

En resumen, desde el lado de los principios, un cero para España; desde el lado de la realpolitik, desde el lado de los intereses, un posible notable aunque sujeto a incertidumbre argelina y marroquí. Lo veremos en el próximo futuro.

Para acabar una anécdota significativa. Algunos medios escritos y audiovisuales de derechas y de extremo derecha se han explayado destacando las supuestas faltas de ortografía de la carta en ¿castellano? de Pedro Sánchez. La realidad es que el presidente de Gobierno la redactó –o se la redactaron– originalmente en francés y la carta que han manejado estos medios es una traducción automática, lo cual da multitud de errores como sabe cualquiera que haya acudido a estos sistemas. El ridículo que han hecho es espantoso y alguno de ellos están ahora dando la noticia sin reconocer explícitamente la metedura de pata, por decirlo de forma no escatológica. Vomitivo.

Cambio histórico de posición