28 de enero de 2009, 5:07
En un momento en el que Hollywood se plantea su futuro con la renegociación de los acuerdos entre sindicatos de actores y estudios, Madrid se asoma al otro lado de la pantalla. Porque la fábrica de sueños que es el cine siempre despierta curiosidad, y durante los próximos meses la capital será el escenario de dos exposiciones que acercarán el trabajo y la persona de dos grandes del séptimo arte.
br> La Filmoteca Española acaba de inaugurar la muestra “México fotografiado por Luis Buñuel”, en la que se exhiben las instantáneas que compró la institución a la familia del cineasta. Cuando están a punto de cumplirse 25 años de la muerte del genio de Calanda, se nos ofrece otra oportunidad para acercarnos a su trabajo. Porque no se trata de simples fotografías turísticas, sino de las que el director realizaba en busca del decorado perfecto, del encuadre adecuado para sus planos. Y hay ocasiones en las que sorprende la exactitud de la correspondencia entre la imagen fija y las imágenes en movimiento. Una exactitud que la Filmoteca ayuda a recordar gracias a que en la exposición las instantáneas se acompañan del fotograma adecuado.
No sorprende el trabajo de Buñuel por su calidad o su humanismo, sino porque nos dan una nueva visión del proceso creador, de la óptica con la que Luis Buñuel se acercaba a sus creaciones. El valor de las fotografías no es individual, sino como parte de un todo mucho más grande, del legado que el cineasta dejó en celuloide.
A no mucha distancia de la sede de la Filmoteca se encuentra la otra exposición que estos días quiere acercarnos a otra gran figura. “Chaplin en imágenes” es el título de la muestra que CaixaForum ha preparado junto a NBC Photographie, París. Cerca de 300 documentos (fotografías, pósters, material documental y extractos de películas, algunos de ellos inéditos) que reflejan la vida y la obra de Charles Chaplin, incluyendo la creación y evolución de su personaje más famoso, Charlot.
Un paseo por sus ideas, por su afán de perfeccionismo, por su sentido del humor, por su existencia misma y su evolución personal y profesional que nos permiten entender mejor cómo fue y cómo sentía una de las primeras estrellas de Hollywood. Y que logrará que las risas de niños y mayores, de los que le descubren o le redescubren, inunden la sede de la Obra Social de La Caixa en Madrid. Porque la magia de Chaplin estaba en hacernos reflexionar mientras reíamos, en transmitir con una imagen, una coreografía, algo más que un momento cómico, en usar distintos niveles de comunicación a 24 fotogramas por segundo.
Porque el cine mantiene intacto ese componente de magia que nos hace soñar despiertos, en una sala a oscuras, rodeados de completos desconocidos. Que nos hace reír, llorar, sonreír y cantar en 90 minutos. Nos sumerge en vidas ajenas para enseñarnos lo bueno y lo malo que tienen las nuestras, dándonos la oportunidad de creer que todo es posible, sin importar lo que cueste llegar a ello. La gran pantalla nos devuelve una imagen más lúcida, más hermosa y más valiente del mundo que la que contemplamos cada día. Un lugar en el que un simple barbero puede cambiar la historia y pedirnos que alcemos los ojos y miremos al cielo. Y ese es un mundo que siempre merece la pena visitar.
br> La Filmoteca Española acaba de inaugurar la muestra “México fotografiado por Luis Buñuel”, en la que se exhiben las instantáneas que compró la institución a la familia del cineasta. Cuando están a punto de cumplirse 25 años de la muerte del genio de Calanda, se nos ofrece otra oportunidad para acercarnos a su trabajo. Porque no se trata de simples fotografías turísticas, sino de las que el director realizaba en busca del decorado perfecto, del encuadre adecuado para sus planos. Y hay ocasiones en las que sorprende la exactitud de la correspondencia entre la imagen fija y las imágenes en movimiento. Una exactitud que la Filmoteca ayuda a recordar gracias a que en la exposición las instantáneas se acompañan del fotograma adecuado.
No sorprende el trabajo de Buñuel por su calidad o su humanismo, sino porque nos dan una nueva visión del proceso creador, de la óptica con la que Luis Buñuel se acercaba a sus creaciones. El valor de las fotografías no es individual, sino como parte de un todo mucho más grande, del legado que el cineasta dejó en celuloide.
A no mucha distancia de la sede de la Filmoteca se encuentra la otra exposición que estos días quiere acercarnos a otra gran figura. “Chaplin en imágenes” es el título de la muestra que CaixaForum ha preparado junto a NBC Photographie, París. Cerca de 300 documentos (fotografías, pósters, material documental y extractos de películas, algunos de ellos inéditos) que reflejan la vida y la obra de Charles Chaplin, incluyendo la creación y evolución de su personaje más famoso, Charlot.
Un paseo por sus ideas, por su afán de perfeccionismo, por su sentido del humor, por su existencia misma y su evolución personal y profesional que nos permiten entender mejor cómo fue y cómo sentía una de las primeras estrellas de Hollywood. Y que logrará que las risas de niños y mayores, de los que le descubren o le redescubren, inunden la sede de la Obra Social de La Caixa en Madrid. Porque la magia de Chaplin estaba en hacernos reflexionar mientras reíamos, en transmitir con una imagen, una coreografía, algo más que un momento cómico, en usar distintos niveles de comunicación a 24 fotogramas por segundo.
Porque el cine mantiene intacto ese componente de magia que nos hace soñar despiertos, en una sala a oscuras, rodeados de completos desconocidos. Que nos hace reír, llorar, sonreír y cantar en 90 minutos. Nos sumerge en vidas ajenas para enseñarnos lo bueno y lo malo que tienen las nuestras, dándonos la oportunidad de creer que todo es posible, sin importar lo que cueste llegar a ello. La gran pantalla nos devuelve una imagen más lúcida, más hermosa y más valiente del mundo que la que contemplamos cada día. Un lugar en el que un simple barbero puede cambiar la historia y pedirnos que alcemos los ojos y miremos al cielo. Y ese es un mundo que siempre merece la pena visitar.