jueves. 02.05.2024
Elisabeth Noelle-Neumann
Elisabeth Noelle-Neumann

La politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann en su libro “La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social” de 1977, expone una teoría sociológica muy interesante denominada “la espiral del silencio”, cuyas premisas fundamentales expongo a continuación.

La sociedad amenaza con aislar a los individuos díscolos con el pensamiento dominante. Los seres humanos experimentamos constantemente el temor al aislamiento, a ser rechazados por quienes nos rodean, ya que somos seres sociales y sentimos una acuciante necesidad de encajar en el grupo. Por ello, con mucha frecuencia nos mostramos reacios a manifestar públicamente nuestras opiniones, si intuimos que vamos a recibir algún tipo de rechazo de nuestro entorno. No es necesario que esa reprobación se manifieste de una manera explícita. Una mirada, un gesto o una mueca pueden ser suficientes para provocar nuestro silencio. Este temor al aislamiento provoca que los individuos estén constantemente «sondeando» el clima de la opinión pública para determinar qué opiniones pueden expresar. Los resultados de dichos sondeos afectan a su comportamiento en público, sobre todo su disposición o renuencia a expresar abiertamente sus opiniones. De acuerdo con ello, surge la llamada «espiral del silencio», que es la situación, que se dibuja a medida que aquellos que tienen posiciones minoritarias son enmudecidos, y las opiniones percibidas como mayoritarias aumentan y se vuelven dominantes. Ese silencio les hace invisibles en la esfera pública, lo que provoca que acaben teniendo la sensación de que su opinión es más marginal de lo que es en realidad. Esto refuerza aún más su temor al rechazo social, creándose así una espiral donde las voces minoritarias van progresivamente enmudeciendo.

No obstante, no siempre acontece así. Ya que también pueda darse un «núcleo duro», es decir, algunos individuos que al ser presionados reafirman y persisten en sus opiniones. Esta minoría estaría formada fundamentalmente por personas con mayores niveles educativos y económicos, así como por los que no les importa el aislamiento o la exclusión de la masa. Además, esta minoría es necesaria para llevar a cabo los cambios necesarios en cualquier sociedad, mientras que la mayoría es un factor de estabilidad.

La llamada «espiral del silencio», es la situación que se dibuja a medida que aquellos que tienen posiciones minoritarias son enmudecidos​

Obviamente a la hora de establecer unas opiniones dominantes, lo que podríamos llamar “la opinión pública” es clave el papel de los medios de comunicación, Si estos actúan de una manera autónoma o si están al servicio de los gobiernos de turno o de los poderes económicos es otra cuestión. En artículos anteriores ya he expresado mi opinión sobre la subordinación de los medios a los grandes poderes económicos: Las 5 “pes” de una sociedad desinformada. La vieja controversia, aunque plenamente actual, de Lippmann y Dewey…

Veamos un ejemplo reciente en esta España nuestra de una aplicación de esta teoría de la “espiral del silencio”. En la Cataluña en años pasados determinadas voces, contrarias a la independencia, se han visto hasta sometidas a una espiral del silencio, ya que desde los medios de comunicación e instituciones públicas de Cataluña se construyó un discurso dominante: la preferencia mayoritaria de la ciudadanía catalana por la independencia. Lo que no significa que efectivamente fuera así, en todo caso habría que comprobarlo electoralmente. Sirva de muestra un fragmento de una carta de 12 de marzo de 2017 de Ester Ayala Estrella de Cassà de la Selva (Girona) aparecida en Cartas al director en El País: “Desde que estudié esta teoría en la universidad, y desde que el auge del movimiento independentista catalán ha ido creciendo, me siento cada vez más identificada con ella. Me identifico con esa minoría que no dice públicamente lo que piensa, ni acribilla a sus contactos de WhatsApp ridiculizando a los que no piensan como ellos y que no responde por prudencia. Pertenezco a esa minoría que lo único que quiere es vivir en paz y armonía con su prójimo, y que desea preocuparse solo por las cosas verdaderamente importantes de la vida.”

En la España no catalana, la de acá, algunos nos vimos sometidos a la situación de la espiral del silencio. Por ello, no tuvimos otra opción que callarnos, y si teníamos la osadía de hablar, recibíamos ataques furibundos por la gran mayoría de nuestros conciudadanos. No obstante, asumí el riesgo. Algunos opinamos que para una solución razonable del problema catalán y también español, el más trascendente en los últimos 100 años, y al que curiosamente los medios de comunicación hasta hace poco lo consideraron poco relevante, es inevitable el recurso al diálogo y la negociación, por supuesto respetando la ley, con un referéndum pactado y legal, que, según la teoría de la ventana de Overton, si hoy es impensable y radical, si los medios de comunicación y la clase política se lo propusieran y lo explicasen con la adecuada pedagogía, en el futuro podría ser no solo aceptable, sino también sensato y aplicable políticamente-según una encuesta del 2017 de El Mundo, ya el 57,4% de los españoles estaban a favor de él; y por otra, la exclusión de medidas drásticas como la del artículo 155 que, por mucho que la gran mayoría de los medios de comunicación de acá nos quisieron vender y convencer de la suavidad de su aplicación, no sirvió para solucionar el problema.

Y en estos momentos hay muchos más españoles, partidarios de la amnistía de lo que cree la gente. Y no solo en militantes y votantes el PSOE, e incluso del PP. Pero, de acuerdo con la espiral de silencio, muchos no se atreven a defender la conveniencia de una amnistía por temor a verse marginados y aislados por una supuesta mayoría que está en contra, tal como nos tratan de convencer mayoritariamente los medios y los políticos de derechas.

Ya conocía esta teoría de la espiral del silencio de Noelle-Neumann, pero recientemente he tenido la fortuna de acceder al libro Teorías de la comunicación y el poder. Opinión pública y pseudocracia de Víctor Sampedro Blanco, catedrático de Comunicación Política y Opinión Pública de la Universidad Juan Carlos de Madrid, que trabaja especialmente la vinculación entre la comunicación, la ciencia política y la sociología. El libro de Víctor Sampedro me ha servido para profundizar en la teoría de la espiral del silencio, y conocer nuevos matices y críticas sobre susodicha teoría, que para mí eran desconocidas. Por ello, lo que sigue está sacado del libro de Sampedro, realmente extraordinario.

De acuerdo con la espiral de silencio, muchos no se atreven a defender la conveniencia de una amnistía por temor a verse marginados y aislados por una supuesta mayoría

Víctor Sampedro considera que la teoría de la espiral del silencio, consta de cuatro proposiciones, relacionadas casi de modo orgánico o natural. No en vano, el subtitulo del libro de Elisabeth Noelle-Neumann “La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social” equipara la opinión pública con “nuestra piel social”. De ahí que mantenga cuatro proposiciones o tesis propias de la sociobiología con un tinte conductivista y determinista.

1ª) Los seres humanos poseen un “órgano cuasiestadístico” “un sexto sentido” que percibe la distribución e intensidad de la opinión pública. Funciona de manera inmediata y precisa, igual que la epidermis transmite el frío y el calor.

2ª) El miedo al aislamiento por manifestar una opinión minoritaria se impone al deseo de expresarla. Actuamos como en el reino animal: los lobos, recuerda la autora, castigan al miembro díscolo condenándolo al ostracismo, negándole vivir y cazar en manada.

3ª) Las dos tesis precedentes-que Noelle-Neumann atribuye a la naturaleza humana- ponen en marcha la espiral del silencio. Expresamos nuestra opinión si nos sentimos en mayoría, mientras las minorías se autocensuran. Se generan, pues, mayorías crecientes y minorías menguantes.

4ª) En definitiva, los medios crean una presión ambiental trasmitiendo la opinión pública mayoritaria de modo ubicuo y consonante. La convergencia de temas y marcos mediáticos tiene un efecto acumulativo; de manera que acelera el ritmo y amplía el entorno en el que gira la espiral del silencio. Por ende, muy pocos individuos, calificados de hardcore o duros por Noelle-Neumann, desafían la marginación.

Sigue diciéndonos Sampedro que, para la autora, la espiral del silencio es positiva porque engendra cohesión social. Su origen es apriorístico: la condición natural, cultural, moral o psicológica del ser humano que evita sentirse excluido. Mas, las cuatro proposiciones o tesis expuestas han recibido ciertas precisiones e impugnaciones.

1ª) En cuanto al “sexto sentido” “nuestra piel social” para percibir la opinión pública mayoritaria podría estar cargado de subjetividad, contar con información errónea o, incluso, carecer de ella. Con el filtro de la subjetividad, puede ocurrir que juzguemos la fuerza de las opiniones ajenas según nuestras creencias; y no al revés, como defiende Noelle-Neumann. Si consideramos que nuestras opiniones son mayoritarias, no nos autocensuramos, alardeamos de ellas. Aceptamos un falso consenso, que creemos extendido y adecuado. Por ello, consideramos las opiniones contrarias como anormales, desviadas o inapropiadas. Respecto a la información disponible, existen contextos de ignorancia generalizada, que hacen prácticamente imposible conocer la opinión pública mayoritaria. 

2ª) Según Noelle-Neumann, el motor de la espiral del silencio es el miedo al aislamiento. Y punto. Pero debemos preguntarnos: ¿todos sentimos ese miedo con la misma intensidad? ¿Siempre resulta insuperable? Merece la pena valorar estas diferencias: a) los rasgos de las minorías, b) de las mayorías, c) el tema en cuestión y d) si existen grupos de referencia para resistir la presión social.

a) Algunas minorías, debido a su indigencia, no tienen nada que perder y si mucho que ganar si disienten. Los incentivos pueden ser altos y los grupos subversivos suelen y saben explotarlos. Y, al contrario, quienes disponen de recursos culturales o económicos arriesgan poco enfrentándose a la mayoría.

b) Respecto a la opinión pública mayoritaria, no siempre puede imponer la espiral del silencio. Las masas homogéneas, extensas y unánimes-que ejercen una presión brutal- no abundan en las sociedades actuales. Proliferan más mayorías heterogéneas, dispersas, apáticas o polarizadas. Todo se complica más si tenemos en cuenta que las nociones de mayoría o minoría depende más de nuestra percepción que del número real.

Expresamos nuestra opinión si nos sentimos en mayoría, mientras las minorías se autocensuran. Se generan, pues, mayorías crecientes y minorías menguantes

c) A veces, el nivel de controversia lo marca el tema en cuestión. Este se distingue por el grado de información de la minoría, su implicación o nivel de desacuerdo. Estos factores rebajan o anulan la presión hacia la conformidad. Los especialistas en el tema se sienten obligados a dar su opinión, aunque sea discordante.

d) Por último, Noelle-Neumann equipara las dinámicas en grupos reducidos con las del público masivo. Pero a gran escala, el castigo por disentir es indirecto. Los grupos de referencia sostienen las posturas de sus integrantes. Su apoyo y compañía alivian el coste personal y evitan la condena de quien disiente. Sin embargo, para esta autora solo existe la sociedad-masa.

Estas consideraciones revelan el reduccionismo que conlleva convertir la presión hacia el consentimiento en el único motor de la opinión pública.

3ª) La tendencia natural y única de la opinión pública es el consenso logrado con el silencio de los oponentes. Así se niegan, a) otras motivaciones que el miedo, b) otras vías de consenso y c) el cambio social.

a) Afortunadamente la gente también se adhiere de una manera entusiasta y positiva -no solo por miedo- a la facción mayoritaria. Lo hace subiéndose al carro del vencedor. Las expectativas de victoria de un candidato suelen darle votos. O puede deberse al sentirse identificado con él o que le ha convencido. Estas motivaciones son más positivas y constructivas que la autocensura. Y al menos resultan tan plausibles. Ponen en duda, de nuevo, la causa exclusiva del miedo a sentirse aislado y alienado.

b) Absolutizar el silencio niega que las posiciones enfrentadas pueden alcanzar un acuerdo en un término medio. O la posible coexistencia de las diferencias. Las minorías no siempre ganan derechos convirtiéndose en mayorías. A veces resisten y arrancan concesiones, porque no se dejan callar, tampoco asimilar o marginar.

c) En definitiva, Noelle-Neumann no explica el cambio social. Si las mayorías se imponen, ¿por qué a veces acaban aceptando o, al menos, tolerando ideas y comportamientos antes proscritos?

Cristopher Simpson en 1996 desveló el pasado nazi de Noelle-Neumann, como periodista al servicio de Goebbels. Y que usó métodos de espionaje nazi en sus investigaciones

4ª) La última proposición del modelo contempla una representación mediática perenne y aplastante de la opinión pública mayoritaria. Por tanto, los periodistas aumentan el alcance y el ritmo de la espiral del silencio. Pero este no parece ser el ecosistema informativo actual; por, al menos, cuatro razones:

a) El público cuenta con otras fuentes de información y, por supuesto, con su propia experiencia.

b) Los mensajes mediáticos se discuten y se reelaboran en grupos pequeños. Mantienen agendas y opiniones distintas, como ocurre en Internet.

c) El efecto de la presión mediática puede ser distinto al enunciado por Neulle-Neumann. La teoría del efecto sobre terceros sostiene que nos convertimos en propagandistas de nuestras propias ideas si pensamos que los mensajes contrarios afectarán a otros miembros de la audiencia.

d) Y, finalmente, los medios no sostienen un punto de vista monolítico. Por razones comerciales incluyen voces discordantes; es cierto que pocas y las más rentables, pero amplían y diversifican la audiencia.

Las objeciones a la espiral del silencio se resumen en que no es la ley única e inapelable de la opinión pública, por dos motivos básicos. Primero, exige determinadas condiciones: un clima de opinión mayoritario y contundente, percibido con claridad y precisión por individuos aislados y vulnerables, a través de medios unánimes y ubicuos, y con minorías incapaces de contrarréplica. Estas condiciones solo se dan en sociedades tradicionales, con costumbres y valores muy arraigados. En segundo lugar, el miedo no es el único impulso de la opinión pública mayoritaria. Tampoco el silencio de las minorías, un resultado inevitable.

Para terminar, Sampedro, nos dice que Cristopher Simpson en 1996 desveló el pasado nazi de Noelle-Neumann, como periodista al servicio de Goebbels. Y que usó métodos de espionaje nazi en sus investigaciones. Estudiaba la espiral del silencio en los trenes, con encuestadores encubiertos que sacaban temas conflictivos y observaban la reacción de sus acompañantes. Estos experimentos aparecen en su obra principal. Pero antes sirvieron para evaluar la moral de las tropas alemanas e identificar a los desafectos que iban al frente.

Simpson concluye que la espiral del silencio corresponde a un Estado totalitario, que absorbe y desactiva los grupos de referencia, erigiéndose en el único referente. Las primeras obras de Noelle-Neumann califican la democracia participativa como una aspiración racionalista abocada al fracaso. En un artículo de 1994, aún consideraba a la mayoría de la población como el público menos inteligente. Sumida en la ignorancia, sin recurso cognitivos y presa de estereotipos; no extraña que se considera a la ciudadanía víctima de la manipulación.

La teoría de la “espiral del silencio” aplicada a la “amnistía”