sábado. 27.04.2024

El predominio de la agricultura como fuente de riqueza era considerable, dado que empleaba a más del 70% de la población navarra y generaba buena parte de la riqueza de la provincia.

En esta sociedad agraria tradicional los cambios sociales fueron percibiéndose muy lentamente, lo mismo que los modelos ideológicos. Su evolución fue por lo general muy contestada por la mayoría de los que sentían una añoranza por el pasado y sus instituciones.

  1. LA IGLESIA NAVARRA
  2. LA ECONOMÍA NAVARRA EN LA RESTAURACIÓN
  3. LAS CORRALIZAS

Las consignas del liberalismo también afectaron a Navarra. A lo largo de la centuria se había liberado de trabas legales a la propiedad de la tierra, que en gran parte estaba controlado por la nobleza, la Iglesia y los municipios.

Las propiedades de estos tres grupos tenían el privilegio de que nunca podían ser vendidas, ya que permanecían vinculadas. Una de las tareas de la revolución liberal fue la creación de propiedad privada, favoreciendo a los más pudientes que se beneficiaron de la desamortización de las tierras en posesión de manos muertas y de la abolición de señoríos.

Navarra se mantuvo al margen del proceso de industrialización, donde las ferrerías seguían desapareciendo, así como algunas industrias extractivas de la zona media de Navarra. En la Ribera predominaban las industrias alimentarias. Pamplona no contaba con industrias importantes y solo cabe destacar la presencia de artesano ubicados en determinados barrios.

A lo largo del siglo XIX no hubo una sola generación que no conociera la guerra. En la segunda parte del siglo se produjo una potente emigración donde el binomio riqueza y población no coincidían en absoluto.

El crecimiento de la población en Navarra en la segunda mitad del siglo XIX fue inferior a la media española, con una densidad poblacional que no llegaba a veintiocho habitantes por km2.

Navarra no disponía de grandes centros de población. Su mayor ciudad era Pamplona que en el año 1877 tenía una población de 26.663 habitantes. Pamplona disponía en el año 1897 de una población de 29.753 habitantes.

El crecimiento moderado de Pamplona fue superior al del resto de Navarra debido a la inmigración procedente normalmente del resto de la provincia. Pamplona carecía de industria, limitándose al trabajo de artesanos.

La Ribera disponía de Tudela y que a finales del siglo XIX apenas pasaba de los diez mil habitantes. Estella tenía a finales de siglo cerca de 8.000 habitantes y Tafalla apenas unos 7.000 habitantes.

El porcentaje de población activa era de casi el 49%, de los cuales el 81% trabajaba en la agricultura, que era la principal actividad de la población. Se incluían en esta actividad aquellos artesanos que en las temporadas de recolección que se incorporaban a las tareas agrícolas.

Los oficios artesanales tan solo ocupaban el 8% de la población activa, mientras que el sector servicio sólo tenía un 7% de población siendo mayoritariamente siervos al servicio de las clases altas.

Las profesiones liberales y la pequeña burguesía comercial también se establecerán en las zonas más urbanizadas dominando los municipios. Los talleres artesanales se especializan en diferentes oficios.

En esta época se produce el fenómeno de la emigración. Sus causas son:

  • La escasez de tierras disponible frente al incremento de la población está en el origen de la emigración.
  • En Navarra existían limitaciones impuestas por un sistema hereditario que favorecía a un único heredero. Dicha costumbre predominaba en la zona de la montaña navarra.
  • La mejora y el abaratamiento del transporte favoreció su traslado a tierras americanas.

La capacidad para mantener a sus ciudadanos estará en relación con su emigración, de manera que la mayor salida se produce en la segunda mitad del siglo XIX, cuando entran en crisis la agricultura, al dejar de ser rentables las explotaciones de tierras marginales, que fueron cultivadas décadas anteriores.

La emigración hacia América se debió a la política desarrollada por algunas repúblicas americanas que favorecían la inmigración por razones económicas, destacando Argentina donde se establecieron gran número de europeos.

La zona de mayor emigración en Navarra fue la zona de la montaña, cuyo recurso económico básico, pues vivían de una forma diseminada, cuyo único recurso era la agricultura y su base era el caserío.

En esta zona prevalece el mayorazgo familiar para asegurar la propiedad de la tierra, en consecuencia, la herencia recae en el primogénito y donde los segundones no tienen otra alternativa que el mundo religioso o emigrar.

El perfil del emigrante navarro se corresponde con un hombre joven y soltero, de origen social baja y allí donde llego se dedico a las tareas agrícolas y ganaderas. Las autoridades navarras emprendieron en algunos momentos campañas para controlar la emigración.

LA IGLESIA NAVARRA

La iglesia navarra fue mayoritariamente antiliberal y los distintos gobiernos progresistas promulgaron leyes que quitaban a la iglesia numerosos privilegios de los que disfrutaba.

La Constitución del año 1876 volvió a poner en vigor los acuerdos del año 1851, tras el paréntesis revolucionario del sexenio democrático, pero en esta ocasión presentaba una variación, que era el artículo 11º, pues Cánovas del Castillo quería reconciliarse con los liberales y crear un sistema político estable.

Fue a finales de la década de 1880, cuando la iglesia fue aceptando la Constitución canovista, pero siguió demandando mayor participación en la educación, en la censura y en la moralidad pública.

Basilio Lacort que era el director del diario pamplonés El Porvenir Navarro y posteriormente de La Navarra Nueva que era de tendencia republican, fue excomulgado por el obispo aludiendo a razones ideológicas no acordes con el sentir religioso de la diócesis.

El ministro del interior, Romero Robledo promulgó en el año 1890 una Real Orden en la que se denunciaba a los curas vascos por utilizar el euskera para atacar a la Constitución.

La prensa integrista navarra de final de siglo recoge los ataques lanzados por la jerarquía eclesiástica contra las nuevas ideas que planteaban la tolerancia religiosa y la libertad de expresión.

La iglesia navarra al final del siglo XIX tenía que tratar la cuestión social, que era cada vez más conflictiva por el proceso de industrialización, pero nunca paso de la caridad cristiana y las obras de beneficencia que llevaban a cabo las órdenes religiosas.

Siendo la sociedad navarra muy tradicional la influencia del clero fue muy importante. Los párrocos procedían habitualmente del pueblo y estaban integrados en la comunidad. Los sacerdotes se reclutaban entre el pequeño propietario agrícola de la zona norte.

En las últimas décadas del siglo XIX se produjo un cambio en las formas de la práctica religiosa, con un descenso de la asistencia a misa y otros servicios religiosos. En Navarra esta incidencia fue menor si consideramos las numerosas vocaciones sacerdotales que da Navarra. La mayor parte de ellas provenían de la parte norte, posiblemente por la costumbre de heredar el patrimonio familiar el hijo mayor.

LA ECONOMÍA NAVARRA EN LA RESTAURACIÓN

Está claro el atraso económico y social que sufre Navarra y también España. Para mi uno de los factores que ocasiona este atraso se debe al triunfo de la ética protestante en el norte frente al monolitismo católico del sur. El factor religioso tienes unas consecuencias en el proceso de desarrollo social y económico.

La Europa del norte toma la delantera en el desarrollo de las técnicas agrícolas en el siglo XIX a la Europa de ámbito mediterráneo, de forma que el atraso de su agricultura está relacionado con la lentitud de su revolución industrial. Los cambios agrícolas condicionan el despegue industrial, pues liberaban mano de obra a favor de la nueva demanda industrial.

Hay otro problema que condiciona todo el proceso industrial fue la falta de adecuación del sistema político y social a las nuevas realidades económicas, planteadas después de la pérdida de las colonias americanas.

En los últimos del siglo la situación del campo experimenta una notable transformación que repercutirá en el incremento de la productividad agraria. Se debe al aumento del espacio cultivable. Se rotula nuevas extensiones de terreno y mejora la maquinaria empleada. El resultado fue conseguir aumentar su producción.

Las nuevas tierras rotuladas procedían en gran parte de los bienes de propiedad municipal que habían sido privatizadas al desamortizarlos o por endeudamientos provocados por las guerras carlistas.

Los Ayuntamientos roturaron tierras con el fin de dividirlas en parcelas y distribuirlas por sorteo entre sus vecinos. Se cultivaron tierras que se conservaban yermas, además de dehesas para dar trabajo a familias jornaleras necesitadas.

LAS CORRALIZAS

Una de las fuentes del conflicto social del campo navarro a finales del siglo XIX, fueron las corralizas. Eran fincas o cotos que se dedicaban a pastos y otros aprovechamientos como leña, piedra, caza…, que venderían los ayuntamientos a los vecinos más pudientes para saldar sus deudas.

Los corraliceros intentan privatizar completamente las fincas, sin tener en cuenta las servidumbres que pesaban sobre ellas y, de esta manera, trataron de hacerse también con la posesión del suelo, procurando legalizar la situación al inscribirlas en los registros de propiedad.

Uno de los primeros conflictos sobre las corralizas estalló en Olite en el año 1884 y se saldó con cuatro muertos. Pocos después este tipo de incidentes se vuelven a dar en Tafalla. Esta vez, las corralizas regresan a su antigua condición de propiedad comunal siendo administras por el ayuntamiento.

Comienza una transformación en la agricultura a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, debido al cultivo de las corralizas, la introducción de abonos químicos y a la mejora en la maquinaria.

Los nuevos arados permitían el cultivo de de grandes extensiones de secano, que por primera vez se van a roturar.

La Ley de Aguas del año 1879 permitirá la creación de regadíos. De esta iniciativa surgirá el canal de Lodosa y el canal de las Bardenas, así como el pantano de Muez, posibilitando la creación de nuevos regadíos en las cuencas de los ríos Arga, Ega y Aragón.

A finales del siglo XIX se desarrolla el cooperativismo en el campo navarro con la finalidad de combatir la usura, el caciquismo y, sobre todo, la falta de medios como consecuencia de las malas cosechas y de la propagación de la filoxera.

Un sector de la iglesia navarra sensibilizado por los problemas sociales del campo trato de poner remedio a estos males. El jesuita Vicent, propagandista de la acción social favorecerá el desarrollo del cooperativismo y la creación de las cajas rurales.

Existían precedentes de tres cajas rurales pioneras; la Caja Agrícola de Tafalla, La Caja de Peralta y la de Fitero. El modelo que siguen estas cajas rurales será el de Raiffeisen, fundador de la primera caja rural en Alemania, sustentada en la responsabilidad solidaria e ilimitada.

Su finalidad era facilitar préstamos a los agricultores sin tener que caer en manos de un usurero, estimular el ahorro procurando invertir en la tierra y conceder créditos a otros campesinos más necesitados. Su finalidad es mejorar las condiciones del agricultor y fomentar el progreso del campo navarro.

Al limitado avance de la agricultura en España se corresponde a un modesto desarrollo industrial en el último tercio del siglo XIX.

Navarra, al igual que buena parte de las regiones españolas queda descolgada de la revolución industrial. En Navarra no llegará u importancia al 8% de su producción provincial.

Este predominio casi exclusivo de la riqueza agraria con respecto a los demás sectores económicos ha sido una constante a lo largo del siglo XIX salvo en la última década de este siglo y comienzos del siglo XX, que cambiará esta tendencia a favor del desarrollo industrial.

Las industrias de más entidad en Navarra fueron las derivadas de la agricultura, como la molinería, la harinera era muy importante tanto por su número como por la fuerte demanda que generaba. Se traba de pequeñas empresas con escasos adelantos técnicos.

Antes de que la filoxera hiciera aparición, se crea la Sociedad Mercantil Vinícola de Campanas y posteriormente surgirán otras sociedades en Pamplona, Olite Y Tudela. A partir de la década de 1880 comienza la crisis vitivinícola debida a la filoxera. Al finalizar el siglo se crean en la Ribera navarra en Marcilla, Tudela y Cortes industrias azucareras.

La explotación de la madera fue uno de los recursos económicos importantes en la zona septentrional. Se cortaban hayas, robles y pinos. Una vez cortados descendían por los ríos Irati, Salazar, Esca y Aragón en almadías.

La mayor parte de las explotaciones de minas y ferrerías se encontraban en la zona septentrional de Navarra. A pie de mina estaba situada la ferrería en la que trabajaba únicamente hierro dulce que se conoce con el nombre de a la catalana.

Los elementos esenciales en todo proceso de fundición era el horno donde se fundía el mineral, siendo el carbón la materia prima, los fuelles que movía una rueda hidráulica activando continuamente la combustión y el martinete impulsado también por la fuerza hidráulica y que tenía la misión de de moldear y estirar el mineral fundido.

La calidad de hiero obtenido era muy mala por lo que había de mezclarlo con el hierro que se hacía en Vizcaya.

La industria textil estuvo muy poco desarrollada en Navarra. Algunas fábricas se sitúan en Pamplona y en las cabeceras de las merindades. También funcionaban varios batanes y lencerías con dificultades cubrían la demanda de la población.

Destacan por su producción las hilaturas de Aoiz y la fábrica de boinas de Estella. Había una fábrica de papel en Villava con una producción muy limitada.

Desde el punto de vista monetario y bancario., el siglo XIX fue un periodo de transición. A partir de la segunda mitad del siglo XIX va surgiendo un sistema crediticio más racional y menos especulativo a través de la creación de bancos.

Se fundó en Navarra el Crédito Navarro en el año 1864 y con esa misma finalidad surgió La Agrícola que era una antigua compañía de seguros y ya a comienzos del siglo XX se funda el banco La Vasconia.

La finalidad de las Cajas rurales además de dar préstamos era la compra de abonos y de maquinaria. Su funcionamiento en sus inicios era muy elemental, pues la Junta General formada por todos los socios era la encargada de nombrar el Consejo de Administración compuesto por media docena de socios que nombraban a su vez a un presidente.

La Junta se reunía los primeros domingos de cada mes y resolvía los expedientes de solicitud de Créditos. Se pretende crear una sociedad de socorro de pensiones para la vejez. El mutualismo no llegó a tener en Navarra una organización como tuvo el cooperativismo agrícola.

En el año 1862 se desecha la línea férrea de los Alduides y se acuerda que el ferrocarril entre Zaragoza y Pamplona continuase hasta Alsasua y enlazara en ese punto con el ferrocarril Irún a Madrid.

Con este trazado los productos navarros podían ser exportados a Francia. Se terminaba en el año 862 la línea que va de Castejón a Miranda.

Cabe destacar como a mediados del siglo XIX se creó la primera línea telegráfica que partía de Zaragoza hasta Alsasua y su trazado pasaba también por Pamplona. Alsasua fue uno de los puntos neurálgicos de estas comunicaciones, al unir también con la línea Madrid – San Sebastián.

Sociedad y economía en la Restauración en Navarra