jueves. 02.05.2024
Gabriela Guerra
Gabriela Guerra

Narrativa | JUAN LABORDA BARCELÓ  

Nos encontramos en esta novela, recién publicada por la joven y preciosista Editorial Traveler, una apuesta de futuro. Se trata de la pieza central de una trilogía sobre el desarraigo, el exilio y la crudeza de las migraciones, entre otras muchas cosas. Antes llegó Bahía de sal (Huso ediciones, 2017) y pronto tendremos en las librerías la entrega final, titulada Santa Cruz

Avándaro habla, además, sobre las cuitas universales que aquejan al ser humano, pues aborda cuestiones tan crudas como la violencia o la desubicación que provoca el viaje forzado. Sexo y familia, pactos y duelos imaginarios y ciertos, búsquedas de identidades y abismos varios convierten a esta novela en un ejemplo nada desaforado del realismo mágico, esa corriente que muchos dieron por extinta hace tiempo y que reverdece en estas letras.

Se trata de la pieza central de una trilogía sobre el desarraigo, el exilio y la crudeza de las migraciones

Nos encontramos, considero yo, ante una novela torrencial. A pesar de su extensión breve (no tiene más de 190 páginas), logra galvanizar en su estructura dinámica las características subyugantes de la novela río. El ejercicio no es menor, pues requiere de técnica, pulso y voz propia. Gabriela Guerra las atesara todas. Solo hay que arrancar la lectura para darse cuenta de ello. Del mismo modo, podemos encontrar en esta obra una suerte de saga familiar, los Ibarra-Tolentino, que son el eje sobre el que basculan las tensiones de la narración. No obstante, lo que podría ser meramente reflexión o crítica social cobra aquí vuelo. El relato se presenta desde la perspectiva femenina de unas mujeres valientes y sufridoras en sus carnes de las violencias y excesos del espacio transfronterizo que es Avándaro. Un lugar utópico, pero también real, a mitad de camino entre la Macondo de García Márquez y la Icaria de los cabetianos, sin dejar de lado la impresión de estar hablando de un lugar vivo y del presente, donde secuestros y feminicidios se entrecruzan con los anhelos de prosperidad de los migrantes. 

El relato se presenta desde la perspectiva femenina de unas mujeres valientes y sufridoras en sus carnes de las violencias y excesos

Aquella máxima de que caminar transforma la espera en esperanza parece cobrar vida en las mujeres que pueblan Avándaro, pero que deben pugnar por dar sentido a sus vidas, sometidas al dolor y a la pérdida alienante del desarraigo y de la muerte. El recuerdo puede ser aquel lugar del que no hay exilio posible, pero el exilio no deja de ser una tierra de nadie. No es el lugar de acogida que se esperaba, pero tampoco se abandona nunca el origen lejano del que se partió. Esta desnaturalización queda representada en los periplos de una familia que sobrevive y sufre en las tierras del desencanto. 

Dice Alberto Manguel aquello de que toda historia, sea cual sea, es viaje o lucha, y yo quiero añadir que también es memoria. Bien, pues con la memoria de lo vivido, con ese material del que están hechos los infortunios y los desmanes, también los amores y las veleidades, al igual que las identidades, construye Gabriela Guerra una novela fértil y muy bien escrita. Juzguen ustedes mismos la plenitud madura de algunos de sus hallazgos netamente literarios: «El tiempo dimensiona el tamaño de los infortunios», aunque, a veces, no los dimensiona y son simplemente terribles. En ese juego metalitarario se mueve una novela donde caben mujeres de boca grande que quieren ser bosque, horizontes de agua y sal, acantilados salvíficos con forma de circo y mil maravillas más. Quizá la entomología de las emociones que, como un wunderkrammer (o gabinete de las maravillas) se nos muestra simbólicamente aquí, sea la esencia de la buena literatura. No se la pierdan. 

Avándaro, Gabriela Guerra, Editorial Traveler, (2023).  COMPRA ONLINE


Juan Laborda Barceló
Juan Laborda Barceló es escritor y crítico literario

 

Horizontes de agua y sal | 'Avándaro', de Gabriela Guerra