jueves. 02.05.2024
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Alba Fernández | @uItrasensitive

La destacada escritora surcoreana Han Kang ha visitado la ciudad de Barcelona con motivo de su participación en la Semana del Libro en Catalán, un evento cultural que se inauguró el día 8 de septiembre y que se extenderá hasta este domingo 17 de septiembre con una programación que abarca más de 300 actividades literarias.

En esta ocasión, pese a ser ya considerada una asistente habitual de esta celebración en Barcelona, indica haber percibido cambios notables en la forma en que los lectores locales la reciben. Han Kang se muestra gratamente sorprendida por el hecho de que muchos jóvenes le hayan saludado en coreano, un gesto que cree reflejar “el creciente interés y la familiaridad de los lectores con mi obra y cultura”.

Por supuesto, esta declaración no sorprende a nadie. Han Kang es indiscutiblemente una de las autoras que mejor ha logrado traspasar las fronteras internacionales, reconocimiento que se solidificó en 2016 cuando su novela La vegetariana ganó el prestigioso Premio Booker e impactando profundamente a los lectores con su relato sobre una mujer que decide abstenerse de consumir carne. Mientras los hombres de su familia intentan violentamente que reconduzca su actitud, ella se va metamorfoseando poco a poco en un ser vegetal. Esta obra, caracterizada por su visceral terror psicológico, es sólo un ejemplo de cómo la escritora explora temas complicados y subversivos en su narrativa, algo que observamos también en su posterior novela Actos Humanos, que aborda los eventos traumáticos de la masacre de Gwangju ocurrida en 1980 fruto de una revuelta popular en Corea del Sur.

El pasado 8 de septiembre tuvimos la oportunidad de revisitar su libro La clase de griego, publicado en 2011 pero cuyas versiones en castellano y catalán han llegado a las librerías por primera vez hace tan sólo unos días, junto a la escritora y su equipo de la editorial La Magrana en una rueda de prensa llevada a cabo en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Pese a que esta obra pueda parecer una lectura más amena —y cuyo proceso de escritura “fue mucho más llevadero”, como indicaba la autora, afirmando haber tenido pesadillas escribiendo sus anteriores libros—, aún se mantienen los rasgos distintivos de la narrativa de Han Kang. La sinopsis que nos ofrece la escritora es, cuanto menos, curiosa: “El silencio de una mujer que ha perdido la capacidad del habla se encuentra con el vacío de un hombre que está perdiendo la visión: un punto de convergencia en la historia que llevará a la protagonista a descubrir que sólo podrá recuperar su voz mediante el aprendizaje de una lengua muerta, el griego”.

Se trata de una profunda reflexión sobre la expresión individual, algo que cree ser “el máximo exponente del amor”. Es tan sólo rebelándonos ante el miedo a ser vulnerables como podremos conocernos mejor tanto a nosotros mismos como al resto. Cuando perdemos la capacidad de hablar en nuestros propios términos, nuestro idioma personal, cargamos con un duelo que nos impide querer y ser queridos.

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Han Kang reflexiona sobre el lenguaje como “un medio resbaladizo que no garantiza una comunicación efectiva, comparándolo con “un arco tensado cuya flecha no siempre alcanza la diana, sino que en ocasiones está destinada a caer a mitad de camino. Este enfoque en la inefabilidad del lenguaje se refleja también en el modo en el que el libro se ha escrito, pues “la protagonista se presenta en tercera persona y la narración se llena progresivamente de silencios, hasta convertir las palabras casi en islas", describe la autora, que atribuye a sus inicios en la poesía esa "recurrente reflexión sobre el silencio" en sus novelas.

La soledad, el mutismo y la exploración del papel de una mujer protagonista en un contexto de vulnerabilidad son temas frecuentes en las obras de Han Kang, algo que muchos relacionan con su procedencia. No obstante, la misma autora comenta que "si bien confío en que mi país logre un mejor bienestar social, al menos en esta novela, he intentado no situar el conflicto en un espacio-tiempo específico; toda alienación se explora en la intimidad”, aludiendo a que esta no es una experiencia aislada de su cultura sino más bien una experiencia casi universal. Así pues, prosigue: “Mi intención no es retratar la sociedad ni hacer ningún tipo de reivindicación sino simplemente plasmar una realidad que me es familiar pero, entiendo que al ser una mujer producto de un tiempo determinado, comparto ciertas experiencias o pensamientos que luego se reflejan en mis novelas”.

Y quizás, esa misma es la esencia de La clase de griego: el relato culmina con el “reencuentro de la protagonista con el mundo”, explica Han Kang, justo como ella misma logra hacer cuando escribe y nosotros cuando la leemos.

Han Kang: “El lenguaje es un arco tensado que no siempre alcanza la diana”