domingo. 05.05.2024
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Fotograma de la película. (Imágenes: Filmaffinity

Ádrian Sanz González | @AdriSanz16666

El gallego Luis Tosar vuelve a convertirse en el blanco humano de un thriller psicológico y dramático, donde un ritmo cuadriculado y una asamblea de conflictos sociales buscan hacer explotar las emociones y la preocupación de sus espectadores.

Ambientada en la actualidad, un taxista, que está a punto de terminar su jornada laboral, lleva a su última clienta al aeropuerto. Lugar y momento, en el que dos bombas explotan, llevando a cabo un atentado terrorista. Totalmente en shock, Santi empieza a buscar entre el humo y los escombros a alguien a quien socorrer y llevar al hospital, recogiendo así a Hamza. Sin embargo, en el taxi, descubrirá que Hamza es uno de los terroristas, y que lleva una bomba en el cuerpo que aún está por estallar, convirtiendo a Santi en su rehén.  

Totalmente desconocedor de lo que podía llegar a ver en la nueva cinta del director Daniel Calparsoro. Evitando trailers, opiniones externas y todo tipo de información que podría contagiarme y evitar que el filme me sorprendiese o no, me he encontrado que hice un ejercicio obligatorio para esta película. En un momento en el que se estrenan de 2 a 4 trailers de la misma película, y no paramos de recibir información constante. Considero que, actualmente y por desgracia, es prácticamente imposible conseguir sorprender al espectador de lo que va a ver.

Porque lo que sucede, por muy interesante que sea el desarrollo de la trama y sus diferentes lugares y etapas, es imposible sorprender si uno ya ha visto cómo puede evolucionar la trama. Todos los nombres de Dios propone un ejercicio de suspense interesante, ya que en principio, uno no sabe que el guion va a ir dando tumbos de un lado a otro, acabando siendo algo totalmente inesperado conociendo el punto de partida.

Aun así, estoy seguro de que sabiendo o no lo que uno se iba a encontrar en esta cinta, uno ya sabía que Luis Tosar se iba a atar la película a su pecho. Un año más, pero esta vez por partida doble, ya que meses atrás también destacaba en el thriller y opera prima de Juan Galiñanes (Fatum), demuestra que es uno de los mejores actores de nuestro país. Un actor con un gran cúmulo de registros, que es verdad que no logra una de mejores interpretaciones –el guion tampoco le permite hacerlo–, se mantiene firme y brillante durante todo el metraje. Acompañado artísticamente de Inma Cuesta, quien, en el papel de policía, recuerda al papel de un productor y director de un largometraje: ella pauta, organiza y guía a nuestro protagonista Santi hacia un climax milimetrado y solvente.

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Narrativamente hablando, la película tiene cuatro líneas espacio temporales distintas, cada una con sus protagonistas e historias, pero todas unidas por las figuras de Hamza y Santi, hasta aquí todo bien. Sin embargo, en búsqueda del giro guion sorprendente, la película se tropieza con un bache y se cae. Sin motivo alguno, deja atrás el punto de vista de la historia referente a la familia de Hamza, el cual por diferentes motivos prefiere no desarrollar, y sigue indagando en la vida de nuestro otro protagonista. Lo que hace que me pregunte… ¿hacía falta entrar en ese terreno, si no me lo ibas a desarrollar? Pero bueno, al menos, al final de la trama se acuerda de lo que una vez empezó, y aunque sea le da un abrupto y melodramático final.

Un aspecto melodramático constante durante todo el metraje que puedo entender que se le critique. En parte, eso hace que todo el suspense caiga en manos de una suma de concatenaciones melodramáticas que le restan ese realismo que realmente quiere proyectar al principio. 

Un coctel, que, aunque a veces no deja ver qué hay dentro de él, sí que deja un buen sabor de boca. Y todo gracias a la no monótona dirección de Calparsoro, al tratamiento de cromatismo y visual de la misma y a los diferentes giros de guion que mantienen despierto al espectador.

'Todos los nombres de Dios': una mecha fabricada de vidas humanas