miércoles. 08.05.2024
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Torres-Remírez | @jostorresremrez

Cerrar una etapa no es sencillo. Aún sabiendo que es para bien, cuando algo se termina se vive un pequeño duelo del que es muy difícil salir intacto. Dejar atrás a alguien es desprenderte de una parte de tu vida. Cambiar de profesión es, de alguna manera, abandonar tu pasado. Morir es sencillo, pero temes por quienes abandonas tras de ti.

El debut en la dirección de Juan Francisco Viruega con “Amanece” (2023) ha sido una buena noticia para el cine patrio. Viruega, al igual que sus protagonistas, se refugia en su Almería natal para poder contar una historia íntima sobre el adiós. Y es llamativo que un director novel, a la par que una persona joven (cuarenta años no es nada, el doble de lo que afirma el tango) nos hable del adiós. Estamos acostumbrados a que sean directores más maduros los que traten temas tan escabrosos, como la muerte, con la paz que transmite Viruega. Este buen hacer se debe a que el director nos muestra lo que es una silenciosa realidad, estamos rodeados de despedidas. Que no hablemos de ellas, no significa que no existan, o que no duelan tanto.

Los adioses no tienen que ser en días grises y lluviosos. El fin de algo no significa que el mundo pare. Todo continua y a veces, el sol está brillando en un día triste. Este pequeño detalle destaca con fuerza a lo largo de todo el largometraje almeriense: el sol. La luz está presente en cada acto de la película, para poder remarcar más los momentos en los que falta. Una idea tan brillante como sencilla. Porque toda la película está sembrada de ideas acertadas, como la relación de Iría del Río, que con dos frases muestra que ha vivido la típica historia de amor alumna/profesor. Sin embargo, no fue amor, sino admiración por ese mundo recubierto de cierto encanto bohemio como es el del viejo profesor universitario. Trágico drama que sólo tiene un final posible: el profesor enamorado y la alumna destrozada por tener que abandonarlo para seguir su propio camino.

Sin embargo, no sólo de ideas vive la película. Su estructura episódica sobre tres mujeres de la misma familia y cómo se enfrentan solas a la perdida y al abismo, hace que el espectador sufra con cada historia. Nos encontramos ante tres actuaciones de mucha calidad por parte de tres grandes actrices. El futuro del cine español: Aura Garrido e Iría del Río, y la veterana Isabel Ampudia.   

De las actuaciones del trío principal, permitan que recalque la de Aura Garrido. Si el principio y el final de una película son buenos, el espectador tenderá a ser más benévolo ante pequeños errores que pueda haber en el transcurso de la cinta. El tercio inicial era el más complejo. Para defender la idea y poder atrapar al público, la elección de Aura Garrido era la única posible. No sólo es una de las grandes actrices del panorama español, sino que en cada papel que escoge, intenta innovar y no parecerse al anterior. Desde la gótica de “Promoción Fantasma” (2012) hasta la actualidad, esta actriz ha tenido diversos retos interpretativos. Algunos en películas y series más comerciales como “El Ministerio del Tiempo” (2015), “El día de mañana” (2018) o “Malnazidos” (2020), y otros en cintas más íntimas e independientes como “Stockholm” (2013) o “Alguien que cuide de mí” (2023). Aura Garrido en cada actuación ha intentado marcar una diferencia con la anterior. Posible miedo a encasillarse o deseo irrefrenable de mejorar. El resultado, hasta el momento, se puede disfrutar en esta película. No sólo el tercio inicial es el suyo, sino que su presencia impregna la segunda parte, que en teoría pertenece a Iría del Río. Por supuesto, que el final también se ve elevado gracias a la voz rota de Garrido junto con una guitarra. En definitiva, Aura Garrido ofrece un recital de actuación.

De los actores, poco se puede decir. No por su mala actuación, ya que están correctos durante toda la película, sino porque la trama los trata como a simples señales. Los personajes femeninos están imbuidos en sí mismas, por lo que el mundo exterior les sobra. Y así ven a los hombres en la película. De una manera aséptica. Más son una molestia que un apoyo para ellas. 

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Y a pesar de todo lo bueno de la película, se pueden entender que el tiempo que necesita Viruega para transmitir todo está artificialmente alargado. No es una película excesivamente larga, dura tan sólo noventa minutos. Sin embargo, el espectador, ante un tiempo muerto, en vez de empatizar más con la situación, le puede sacar de ella. No es una película sencilla para un auditorio poco exigente. Esta película necesita un público que busque retos en las pantallas, pero esta exigencia de Viruega, no es lo más acertado. Si cada episodio de la cita hubiera sido un episodio de una miniserie, por supuesto que no se señalaría esta mínima tara. Siendo una película, la exigencia va en los dos sentidos, del creador al público, pero también del público al espectador.

Por último, de entre todas las frases de la película, destaca la siguiente: “la obra está acabada, cuando se agota la curiosidad”. No sólo es una frase que en el momento de pronunciarse tiene una fuerza superlativa, sino que es una bella manera de decir adiós. Sino que hermana esta película con otra totalmente distinta pero estrenada hace pocas semanas: “Al otro lado del río, entre los árboles” (2022) de Paula Ortiz. El largometraje basado en una obra de Hemingway también trata sobre el adiós o el final y concluye cuando la labor está acabada, en otras palabras, cuando ya no hay nada más por hacer. La visión de Viruega es desde un creador, la de Hemingway desde un militar. Pero ambos están diciendo lo mismo: hay que saber decir adiós.  

‘Amanece’: lo difícil de decir adiós