viernes. 29.03.2024

Aunque la Constitución argentina no permite más que dos mandatos consecutivos y Cristina Fernández ya está en el segundo, el kirchnerismo tiene la vocación de perdurar y la voluntad de cambiar la norma. Sin ningún heredero, no hay figura de recambio. En algún momento se pensó que podría ser el vicepresidente, Amado Boudou, pero está descartado por sus complicaciones con la Justicia, que lo investiga por presunta corrupción. El kirchnerismo posiblemente desaparecería si la actual presidente no logra permanecer más allá de 2015, que es cuando vence su segundo mandato.

Para habilitar la re-reelección o permitir la reelección indefinida –como ya hizo Néstor Kirchner en su provincia, cuando fue gobernador-, se debería reformar la Constitución. Eventualidad que solo será posible si el oficialismo consigue aumentar su ventaja en el parlamento, después de las elecciones parciales de finales de este año.

Hasta ahora, la presidente no ha hecho ninguna declaración expresa sobre sus intenciones. Pero, de manera periódica, se relanza la idea sin que la mandataria lo haya desautorizado. La última campaña se lanzó este fin de año, al empapelar Buenos Aires con unos carteles que decían: “re re refeliz 2013”. Un juego de palabras que no ocultaba la verdadera intención del mensaje. El ex secretario de Medios de Kirchner, el publicista Enrique Albistur, estuvo detrás de la campaña.

Diana Conti, la misma diputada que pidió una “Cristina eterna”, volvió a la carga este pasado año al afirmar que “la alternancia boba y obligatoria en el poder” le parecía ridícula. También se manifestó contra la obligación de elegir a alguien “que no concita interés alguno, cuando hay una estadista que está dispuesta a seguir rigiendo los destinos de la nación”.

Parece difícil, sin embargo, que el kirchnerismo logre en las elecciones de medio término lograr los dos tercios necesarios en las dos cámaras para reformar la Constitución. Los índices de popularidad de la presidente están en baja y nada indica que pueda recuperar el 54% que logró hace poco más de un año, cuando fue reelecta. Y, como señaló la periodista Lucrecia Bulrich en el diario La Nación: “en doce meses dejó en el camino vínculos con gobernadores, intendentes, sindicalistas y empresarios. Y, además, una relación tensa con todo el PJ, a partir de que responsabilizó al partido de haber estado detrás de los saqueos a supermercados en 1989, 2001 y de diciembre pasado”. Se alejó, por tanto, de algunos aliados importantes, pero no incorporó a nadie.

Para tratar de mejorar el humor social y los votos en las urnas el gobierno cuenta con que este 2013 se va a producir una recuperación económica, tanto en Argentina como en Brasil, su principal socio comercial. Y tomará decisiones que se sentirán en el bolsillo de los votantes. Seguramente aumentará la Asignación Universal por Hijo –uno de los principales planes sociales del gobierno-, subirá el mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias y liberará casi 693 millones de euros para realizar obras públicas en los sectores donde convenga. Pero otros datos son menos favorables. Las previsiones indican que la inflación puede aumentar y llegar el 30%. En cuanto al empleo, el 87% de los puestos de trabajo que se crearon el año pasado fueron en el sector público.

El año pasado se reforzó el aparato de propaganda y lo hará nuevamente este año: los gastos aumentaron un 35,6% por ciento respecto al año anterior, a pesar de que el 2011 fue un año electoral. Unos 991 millones de euros se destinaron a los diferentes organismos encargados de defender “el relato”. Una de las partidas más abultadas –unos 123 millones de euros- es la destinada al Fútbol para Todos, donde se aprovecha el descanso y hasta la misma transmisión de los partidos de primera para hacer propaganda oficialista.

No hay que descartar algún golpe de efecto, como la posible nacionalización de las empresas eléctricas, para mantener el discurso épico ante la militancia. A fin de año ya hubo una muestra de este tipo de iniciativas, al anularse la venta a la Sociedad Rural Argentina del predio ferial de Palermo, donde se celebra cada año la Exposición Rural, considerada como la tercera en importancia del mundo. La venta se había efectuado durante el gobierno de Menem (1989-1999), “a precio vil”, según el gobierno. Fue un acto sobre todo simbólico, destinado al primer enemigo del kirchnerismo, la Sociedad Rural. El primero cronológicamente, ya que hoy ese puesto lo ocupa el Grupo Clarín, sobre el que espera avanzar este año, aunque queda por delante un intrincado camino jurídico para la plena vigencia de la Ley de Medios.

El futuro del kirchnerismo, pues, se jugará este año, cuando completará una década en el poder, primero con Néstor Kirchner, ahora con su viuda, Cristina Fernández. “Ella va a decidir cómo continúa el proyecto político. En cualquier caso, con reelección o sin ella, la conductora es Cristina”, dijo el vicegobernador de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, uno de los más incondicionales soldados del oficialismo. También declaró en su momento que no le molestaba ser el chirolita (marioneta) de la presidente: “tiene que haber conducción, nadie acá es un librepensador, somos militantes de un proyecto político”

El peronismo es un movimiento extremadamente verticalista. En su versión kirchnerista o cristinista, tanto como lo fue en vida del fundador del movimiento, Juan Domingo Perón. La concentración máxima del poder es aceptada por las bases, que solo esperan que la líder esclarezca y quien tiene ideas propias es fulminado. El mejor ejemplo de ello fue en el 2012 la reacción que produjo la declaración del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, que se atrevió a expresar su aspiración a ser candidato presidencial, en el caso de que Cristina Fernández no estuviera en carrera.

Scioli, que desde hace años se mantiene al frente de todas las encuestas de opinión, logró superar este año el embate de parte de sus teóricos compañeros de partido. Y sigue siendo un claro precandidato presidencial. También figura en la lista Sergio Massa, intendente (alcalde) de la localidad de Tigre, provincia de Buenos Aires, que fue jefe de gabinete de Kirchner, pero está alejado del favor de la Casa Rosada.

En la oposición, solo el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, del centroderechista PRO, ha manifestado su voluntad de ser candidato. Del resto del espectro político, no hay noticias y hay serias dudas que se pueda formar un frente con alguna posibilidad de éxito.

En cualquier caso, es lógico pensar que el gobierno va a seguir con la táctica de no decir claramente nada sobre la reelección hasta estar seguros de su factibilidad. El secretismo, además, es la marca de los Kirchner. Sus contactos con la prensa siguen siendo casi nulos. Ejemplo: el jueves, 27 de diciembre, la presidente se presentó en la sala de prensa de la Casa Rosada, sin avisar, en torno a las 11 de la noche, cuando casi no quedaba ningún periodista. Estuvo exactamente un minuto y siete segundos, dio un saludo colectivo, sin saludar personalmente a los presentes, deseó “feliz año 2013 para todos y todas” y se retiró sin contestar dónde pasaría el fin de año.

El kirchnerismo decide este año si va por la reelección de Cristina Fernández