jueves. 25.04.2024

 

Que Yolanda Díaz es un valor en alza y de largo recorrido ya nadie lo puede poner en duda. La Vicepresidenta segunda ha demostrado tener una capacidad política que nadie parecía creerse a priori cuando fue nombrada Ministra de Trabajo. Su capacidad de rodearse de un buen equipo en el ministerio, su voluntad de negociación y su capacidad para alcanzar acuerdos con los agentes sociales se tradujo a la postre en una magnifica valoración política por parte del electorado y una apreciable ilusión y alegría entre las gentes de izquierdas. El acuerdo sobre la Reforma Laboral contiene dos aspectos fundamentales en el ámbito político. En primer lugar, además de mejorar las condiciones laborales de las personas trabajadoras es la primera reforma laboral pactada con los sindicatos y también con la patronal, y eso a pesar de los miopes que desde supuestas posiciones de izquierda no saben valorar la importancia de que la patronal  firme pese a las presiones de la derecha política. En segundo lugar y como ha manifestado el propio Unai Sordo de CCOO “Esto no va sólo de ley, va de correlación de fuerzas. De organización sindical en el centro de trabajo. La gran pregunta que nadie se suele hacer es ¿mejora esta secuencia de reformas el poder contractual de la clase trabajadora en un contexto de múltiples transiciones?”. Esta Reforma Laboral devuelve capacidad contractual a las organizaciones sindicales con la prevalencia del contrato sindical y recupera la ultractividad de los convenios.  La importancia de este último aspecto sólo son capaces de reconocerla aquellos que conocen lo que significa la negociación laboral en los centros de trabajo, no evidentemente los ultraizquierdistas de salón.

Yolanda Díaz se ha convertido por acción o sin quererlo en un activo fundamental de la izquierda, del conjunto de la izquierda. Por su actividad y por su forma de comportarse. Ha sabido desde el primer momento adoptar una actitud institucional pero a la vez claramente favorable a las necesidades de las personas trabajadoras. Su objetivo parece ser dedicarse “a las cosas, a las cosas” es decir a trabajar para mejorar las condiciones materiales de las personas trabajadoras. Y a la vez con un estilo totalmente alejado del “ruido” político dentro del Gobierno, ruido que ella de forma manifiesta ha rechazado.

Yolanda Díaz se ha convertido por acción o sin quererlo en un activo fundamental del conjunto de la izquierda. Por su actividad y por su forma de comportarse

No cabe duda que su tipo de actuación y liderazgo ha llegado a muchos y diversos sectores plurales de la izquierda, una gran parte de la cual se encuentra desde hace demasiado tiempo huérfana de referencias. Toda esta multiplicidad de gentes está hoy ilusionada con que se diera lugar a un proyecto nuevo liderado por Yolanda Díaz.

El proyecto de Yolanda Díaz ya ha sido bautizado por muchos, especialmente por Enric Juliana como de “un nuevo laborismo”. Realmente el proyecto de la vicepresidenta parece marcado por su propia trayectoria personal vinculada tanto al sindicalismo como al Partido Comunista. Claramente su propuesta se enraíza en poner en valor el trabajo, la centralidad del trabajo, durante tanto tiempo olvidada y sustituida por muchos modernos en sus análisis. La centralidad del trabajo junto al papel del feminismo son algunos de los materiales básicos de su pensamiento que podríamos denominar con el vocablo “berlingueriano” de “reformismo fuerte”. No hay duda que estos dos aspectos pueden compaginarse con otros como la férrea defensa del valor de lo público, el federalismo en el ámbito de la construcción tanto del Estado como de la Unión Europea, y la lucha ecológica así como contra la desigualdad y contra la discriminación de todas las personas. En definitiva la lucha por los valores unidos de la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad (solidaridad).

Hoy la izquierda cuenta con un valor en alza y eso es bueno para toda la izquierda, incluso para el PSOE que precisa de otro proyecto atractivo de izquierdas con el que competir electoralmente de forma fraternal y con el que continuar colaborando en la futura gobernanza del país en un proyecto de progreso social.

La organización tiene dos objetivos básicos, conocer la realidad social para elaborar la estrategia política y ser la fuente de trasmisión del proyecto

Tenemos la persona adecuada para dirigirlo y que cuenta también con un hecho importante, la sintonía de la candidata con la primera organización sindical y social del estado, y eso es muy importante especialmente si lo comparamos con otros proyectos que surgieron. Y todos sabemos que sin una organización sólida, coherente y consecuente es difícil dar vida a un proyecto con voluntad de estabilidad y durabilidad. Se precisa de una organización para la articulación social. Ya hemos comprobado el fracaso de proyectos con hiperliderazgos y limitada organización

En estos momentos solo un importante interrogante se interpone en este interesante proyecto. ¿Con que organización se cuenta para llevarlo a cabo? Y aquí se encierra un tema básico. No se puede plantear un nuevo proyecto basado en una suma o un refrito de proyectos preexistentes, todos ellos diferentes entre sí. Pero se precisa una organización, y una organización extensa que llegue a todos los rincones del país. Evidentemente que puede contarse con el concurso de organizaciones preexistentes pero siempre que compartan las mismas bases del proyecto. Un proyecto político puede hacerse como un traje de retales o sobre unas nuevas bases políticas e ideológicas y de ello dependerá su futuro. Porque la organización tiene dos objetivos básicos si tiene la suficiente extensión, conocer la realidad social sobre la que se trabaja para elaborar la estrategia política y ser la fuente de trasmisión del proyecto en todos los ámbitos en los que se actúe. Es decir la organización y no sólo los lideres debe ser el “Intelectual Político Colectivo”

El momento político en el que estamos que no es ni el año 1978 ni el 15M, es el momento de una política de hechos no de nostalgias ni deseos ideales

Y hacer una organización fuerte y homogénea no es tarea fácil, pero Yolanda tiene buenas relaciones que pueden permitirle conseguirlo. Hay que poner manos a la obra y junto a la organización que sirva de base pueden articularse alianzas con otras organizaciones que sirvan para sumar pero no para diluir el proyecto. Sabiendo en el momento político en el que estamos que no es ni el año 1978 ni el 15M, es el momento de una política de hechos no de nostalgias ni deseos ideales. Estamos en un momento en que el propio acuerdo de la Reforma Laboral significa un paso en la lucha por un nuevo contrato social, y el objetivo es avanzar en la consecución de  más y mejores derechos y de consolidar nuestro estado del bienestar como la mejor forma de combatir la ola de reacción que nos acecha y que quiere dividir a las clases populares.

Es un momento de gran responsabilidad: ahora o nunca, es la ocasión de rearmar a la izquierda y dar una gran batalla democrática contra la reacción. Esperemos que todos los llamados lo sepan ver.

Yolanda, sí. Falta la organización