viernes. 26.04.2024
yolanda diaz
 

El pasado domingo 2 de enero ‘El País’ publicó una entrevista con Yolanda Diaz. Dos entrevistas en realidad, la primera sobre la Reforma Laboral con la que me siento plenamente identificado. Una segunda sobre su proyecto (¿Plataforma, Partido, …?). Un proyecto confuso pero que ha provocado mucho interés y muchas esperanzas, lo que constituye un fenómeno claramente positivo.

El proyecto de Yolanda Diaz, o que encabeza Yolanda Díaz, me suscita un claro desacuerdo, y, puesto que Yolanda dice que quiere consultar a la ciudadanía, voy a dar mi opinión como carta abierta, como respuesta a su pregunta adornada con afirmaciones en dicha entrevista que espero no sacar de su contexto y que no sé si la aclaran o la confunden:

Creo que nuestro país está hastiado de proyectos políticos”, “Creo que la sociedad … no quiere más políticos”, “No estoy en un proyecto político”. “Esto no es un proyecto político, creo que es un proyecto social”. Y también afirma “no me quiero presentar a las elecciones”, aunque supongo que está dispuesta al sacrificio, en todo caso lo parece.

Pues yo creo, discrepancia importante, que, aunque Yolanda no lo crea, lo que hace y dice es política, y ha de tener la valentía de asumirlo. Es, no puede ser otra cosa, una actividad política, de la política entendida como una actividad orientada a la toma de decisiones colectivas en la “polis”, lo que los atenienses afirmaban que debía alcanzarse con el ejercicio de la “democracia” para el gobierno de la cosa pública.

Es cierto que hay políticos e iniciativas políticas que provocan rechazo, asco incluso, pero a ello hay que contraponer la honesta política, el ejercicio de la democracia, otra política. Porque la peor política, antesala de las peores derivas antidemocráticas, es precisamente el rechazo de la política, lo que en la práctica supone dejar que la ejerzan otros, los poderes fácticos ya instalados en la sociedad. Significativo y preocupante es por ejemplo en este sentido que en el reciente Sondeo de Opinión del Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS) de la UAB se señala que en 2021 apunta en Catalunya el máximo desinterés por la política en el último decenio: el 55,4% de la ciudadanía.

Y puesto que se nos invita a conversar, permítaseme algunas consideraciones.

Entiendo que estamos viviendo un momento excepcional en la historia de la democracia en España, con el gobierno más progresista desde el final de la dictadura franquista, un gobierno que está consiguiendo atravesar la durísima prueba de la pandemia con una importante labor legislativa con más de 30 leyes ya aprobadas y otros tatos Decretos Ley, lo que ha supuesto un notable avance en derechos individuales y colectivos, a partir de una coalición de gobierno sin estable mayoría parlamentaria.

Aprobados de nuevo los Presupuestos, éstos para este año 2022, tenemos, el gobierno y también toda la ciudadanía, importantes retos a la vista: Convalidación parlamentaria de la Reforma Laboral y su eficaz aplicación, importantes leyes en proceso como la de Seguridad Ciudadana, de la Vivienda, de la Libertad Sexual, el nuevo Salario Mínimo, la aplicación de los Fondos Europeos, la batalla contra el Cambio Climático, …, a la vez que la permanente batalla contra el virus, contra el repunte de la inflación, el coste de la energía …

Frente a todo ello, no se plantea desde los partidos de la coalición como objetivo esencial la que entiendo como necesaria implicación ciudadana. No existe, ni parece que se pretenda, una fuerte organización política que canalice las inquietudes y voluntades ciudadanas, que desarrolle una permanente interlocución con las instituciones para superar los inevitables obstáculos, para establecer prioridades, para pesar en la toma de decisiones, para intervenir en la objetivamente permanente negociación que supone el ejercicio de gobierno. Este vacío político no debería llevar a delegar la responsabilidad en las organizaciones sociales, no sólo porque no pueden cubrirlo, sino porque las debilitaría al desvirtuarlas de su función. De hecho, parece que la diferenciación, e interrelación, entre acción social y política, entre sus formas organizadas, es una asignatura que aún no hemos aprobado.

Este necesario instrumento político, con perspectiva de futuro, será necesario para ganar las próximas elecciones generales, pero lo necesitamos ya ahora para el tránsito hasta ellas, para ganarlas a partir de lo ya realizado y de las propuestas de futuro, para seguir avanzando en lo pendiente y en las nuevas necesidades que se van planteando. Puede tener varias formas. Parece evidente que no puede hoy constituirse un ‘Partido de Progreso’. El PSOE y Unidas Podemos tendrán que encontrar, acertar, cómo desarrollar sus propios espacios o impulsando otros nuevos, asumiendo sus especificidades, sus diferencias presentes y futuras, y a la vez su común apuesta a partir del Gobierno Progresista de Coalición.

El Proyecto que encabeza Yolanda Diaz se inscribe en este panorama, en estos retos. El interés y las esperanzas que ha suscitado merecen un esfuerzo por parte de todos y todas, para que aportemos ideas, sugerencias, disponibilidad, …, respuestas en su “conversación con la sociedad”. Pero, para obtener respuestas útiles, hay que formular bien las preguntas. Y éstas no están claras aún. Queda muy poco tiempo. 

Para conquistar el futuro hay que construir el presente, construir la esperanza venciendo miedos, entre ellos el miedo a la política.

Respondiendo a Yolanda Díaz: reivindicación de la política