viernes. 03.05.2024
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Impecable debate el de RTVE, conducido serenamente y con una continuada intervención moderadora por Xabier Fortes: un gran profesional al que muchos periodistas de las distintas televisiones deberían por un lado darle las gracias por el ejemplo de profesionalidad y de objetividad que ha dado (ya lo dio en el debate de todos los portavoces de los partidos), elevando el nivel y el respeto por una profesión que los presentadores de Atresmedia, Vallés y Pastor dejaron en entredicho en el cara a cara; y por otro lado deberían imitar o tratar de igualar su nivel ético y positivamente neutral.

Un debate en el que se ha demostrado que en España los políticos -incluido Santiago Abascal, a pesar de las barbaridades y las falsedades que ha dicho- pueden dialogar y contrastar sus opiniones sin tratar de avasallar con bulos y descalificaciones, y sin necesidad de que alguien les dicte lo que han de decir, como ocurrió con el pinganillo que llevaba Núñez Feijóo en el cara a cara de Atresmedia.

Es cierto que ha sido un debate en el que tal vez ha faltado una mayor explicación de los proyectos de cada partido. O más bien lo que ha faltado ha sido la realización de más debates de este tipo y del celebrado por los portavoces de los diferentes partidos, para que los candidatos puedan explicar más detenidamente los proyectos que presentan a los españoles.

Queda claro que este tipo de debates debería ser obligatorio y repetido en todas las campañas electorales, sin que dependa de la voluntad de los candidatos el participar o no en ellos. Porque su comparecencia, no ante sus partidarios en los mítines, sino ante el conjunto de los ciudadanos que quieran atenderles, forma parte del derecho a la información que la Constitución consagra a favor de los ciudadanos de nuestro Sistema Democrático.

Ha sido un debate a tres, aunque RTVE había invitado a los cuatro candidatos que representan a los partidos con presencia a nivel de todo el Estado. Pero el candidato del PP, Núñez Feijóo se ha negado a asistir, alegando la falta de neutralidad y objetividad de RTVE.

Choca que Feijóo alegue esa excusa, cuando hace muy pocos días experimentó en sus propias carnes la objetividad tajante de una periodista de RTVE, Silvia Intxaurrondo, desenmascarando, con la máxima objetividad la falsedad de su reiterada y obstinada afirmación en una entrevista, cuando Feijóo afirmaba y porfiaba que los Gobiernos del PP habían subido siempre las pensiones de acuerdo con el IPC. Pugna en la que ha quedado patente que la periodista de RTVE tenía toda la razón en sus afirmaciones: prueba de independencia y de objetividad.

Y choca que Feijóo acuse de parcialidad a RTVE, cuando él viene de incumplir, desde 2011, una ley que su partido aprobó, en acuerdo con los socialistas gallegos, para garantizar el nombramiento con procedimientos objetivos y democráticos de una persona independiente para dirigir la televisión pública de Galicia. Feijóo, por el contrario, optó por mantener al frente de la TVG a Sánchez Izquierdo, nombrado a dedo como su hombre en el medio de comunicación público desde que él subió al poder de la Xunta.

Un Sánchez Izquierdo que ha defendido hace pocos días en el Parlamento de Galicia el hecho de haber escondido la inevitable noticia de Baltar, conduciendo en domingo y sin capacitación para ello su coche oficial de la Diputación a 215 kilómetros por hora: las noticias que aparecieron en los telexornales de TVG salían después de media hora de informativo, y envuelta en otras noticias de menos trascendencia, como forma de restarle un indudable relieve, que por tenerlo ha hecho que Baltar haya tenido que salirse de la competición para seguir presidiendo la Diputación de Ourense, que heredó de su padre.

Un Sánchez Izquierdo que ha motivado una movilización constante de los profesionales de la televisión pública gallega contra las irregularidades que han ido haciendo del medio público un aparato del poder. Los famosos viernes negros, que se han ido repitiendo semana tras semana, como protesta por la parcialidad y la arbitrariedad informativa. Cuando Feijóo abandonó la Xunta de Galicia había habido más de 200 semanas de protestas en estos “viernes negros”, sin que ni él, ni su mandado Sánchez Izquierdo, hicieran nada por acabar con una situación irregular, parcial y de quebranto de la objetividad.

Pues bien: a este Núñez Feijóo, al que se le han ido detectando una serie continuada de mentiras, falsedades e insultos a lo largo de la precampaña y de la campaña electoral, curiosamente no se le ha echado de menos en el debate de RTVE. Es cierto que en buena medida estaba representado por Santiago Abascal, compañero de gobiernos autonómicos y municipales, y que le ha ido imponiendo en ellos decisiones que niegan la violencia machista y la igualdad de la mujer; que atacan la memoria democrática; que subrayan peligrosas posiciones homófobas y de calumnias e intransigencia con los inmigrantes. Posiciones que llevan el odio en el subconsciente.

No se ha echado de menos a Feijóo, porque todo elemento de discordia irracional y prepotente sobra siempre en cualquier diálogo, porque lo entorpece, porque lo dificulta, porque lo emponzoña

Pero también es cierto que en el debate de RTVE no se ha echado en falta ni su actitud disruptiva, ni su soberbia y altivez, ni sus alternativas para la sociedad española. Entre otras cosas, porque sus alternativas pasan todas por derogar, por borrar, por deshacer todas las alternativas sociales que durante estos años de gobierno progresista se han establecido en España. Justo las alternativas que benefician (salario mínimo, pensiones, ERTEs, reforma laboral…) a los trabajadores, a las clases medias y a las pequeñas y medianas empresas. Alternativas que se proponen favorecer la habilitación de 183.000 viviendas de protección pública y el establecimiento de alquileres sociales.

Es triste decirlo, pero no se le ha echado de menos en un debate que ha discurrido de una manera civilizada, sin obstinación ni soberbia en la defensa de afirmaciones falsas y destructivas. Aunque se sigue echando de menos que él y su partido cumplan la Constitución desbloqueando la renovación del gobierno de los jueces; se sigue echando de menos que dé razón -porque está obligado a ello- de los sobresueldos que recibe del Partido Popular. Y se le echa de menos en el reconocimiento de las falsedades que se ha dedicado a proferir; y el que pida perdón a los perjudicados por esas falsedades y por su altitud altiva y despótica, como la que mantuvo frente a la periodista Silvia Intxaurrondo.

No. No se ha echado de menos a Alberto Núñez Feijóo, porque todo elemento de discordia irracional y prepotente sobra siempre en cualquier diálogo, porque lo entorpece, porque lo dificulta, porque lo emponzoña.

Algunos tenemos la esperanza de que el día 23 un personaje de estas características salga escaldado por la actitud razonable y pacífica del pueblo, y que eso haga que su partido recapacite y entienda que alguien que envenena y genera discordia sobra en un partido democrático y no está preparado para dirigirlo.

Un debate en el que no se ha echado en falta a Feijóo