lunes. 29.04.2024
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Eso de la amnistía ha tratado de resumirlo el presidente Sánchez con la conocida frase de que ha hecho de la necesidad, virtud. Respondía así al reproche de que, hasta el pasado día 22 de julio, él era contrario a la amnistía y dos días más tarde, ya se había hecho partidario. Entre esos dos días, unas elecciones generales habían decidido que podía ser presidente del gobierno si cambiaba esa opinión. Y, creo que no se está valorando esa circunstancia en toda su extensión. Es decir, como la única razón de que vaya a haber amnistía para los delitos relacionados con el procés catalá.

Porque, efectivamente, esa es la razón esencial, la causa eficiente, de que se vaya a aprobar esa amnistía. Pero, esa moneda, el llamado pago por la investidura, tiene, como todas, una cara y una cruz. La cruz, es la que lleva encima Alberto Núñez Feijóo en su calvario particular. Desde ese fatídico, para él, 23 de julio, ha sufrido dos reveses de importancia agravados por la expectativa que tenían en el PP de rematar su victoria en las anteriores elecciones municipales y autonómicas. El primer revés fue su investidura fallida, aunque pudo explicarlo ya que, según él, renunció a dicha investidura al no aceptar las condiciones de JUNTS. Pero, del segundo, la investidura de Pedro Sánchez, ya no tenía ninguna explicación, salvo considerar como única utilidad, y perversa, de la amnistía, la obtención de dicha investidura. Naturalmente, si eso era así, la amnistía tenía que ser esencialmente maligna ya que conducía a que Sánchez siguiera siendo presidente.

Aunque, esa no es la única utilidad que tiene la amnistía, como no es, esa medida, la única razón de que vaya a haber un gobierno presidido por Pedro Sánchez en la legislatura que acaba de comenzar. La investidura ha sido apoyada por nueve grupos políticos y no todos ellos se van a beneficiar por esa amnistía. El conjunto de los compromisos adquiridos por el PSOE en las negociaciones con todos ellos, conforman un programa de actuación que va a continuar la labor del anterior gobierno de coalición. Eso es lo que ha aprobado la mayoría del Congreso de los Diputados frente a la minoría que quería, como mínimo, derogar lo que se había hecho y, como máximo, cualquiera sabe, en función de las declaraciones del que, muy presumiblemente, podría haber sido vicepresidente de ese gobierno alternativo.

Por consiguiente, y es necesario insistir en esa obviedad, lo sustancial es quién va a gobernar. Esta sí es la realidad y es lo que ha decidido la amnistía, elegir entre la cara y la cruz de esa moneda. Y que, cada uno elija cual es su cara y cuál es su cruz aunque, la mayoría ya lo ha hecho democráticamente.

Pero esta explicación, en favor o en contra, resultaba insuficiente y debía ser acompañada por otras. De un lado, adivinen cual, está el tema de la inconstitucionalidad avant la letre, el supuesto rechazo de Europa, la desigualdad entre españoles, ya que no se amnistía a todos sino solo a unos pocos y la rotura de España y de su democracia. Alguien, posible futuro vicepresidente del gobierno ha considerado todo eso susceptible de hacer merecer a Pedro Sánchez ser colgado por los pies. Imagínense cómo de grave deben considerar que está el asunto. Porque el que se postula como presidente asimila el tema con un golpe de estado como el del 23F. Da miedo imaginar en qué estará pensando para evitarlo.

Del otro lado, se explican los efectos benéficos de la amnistía para mejorar la convivencia, en Cataluña, hacerlo con una mayor transparencia que los indultos, comprometer al independentismo en la estabilidad del gobierno de España y hacerle renunciar a la vía unilateral a esa independencia.

Y, todo eso, con una machaconería hasta el límite del hastío, es lo que llevamos sufriendo desde que la aritmética nos alertó de que el gobierno de España dependía de, entre otros 172 diputados, de los siete de JUNTS y de que, estos, iban a incorporar el coste marginal de la amnistía al precio de la investidura.

Aquí, la navaja de Ockham es evidente y la explicación de la amnistía es tan meridiana que intentar dar cualquier otra es absurdo. Como dice Robert McKee, el maestro de guionistas, un exceso de explicaciones nunca funciona en un buen guion y una historia demasiado inteligente, retorcida o extraordinaria puede fallar a la hora de conectar con el público.

Por eso, cuando hay que dirigirse a una audiencia favorable, mejor que un relato, es un guion, es decir, algo simple, inicialmente compartido y que puede complementarse, posteriormente, con explicaciones que tiendan, independientemente de su realidad, a reforzarlo, pero no a enmarañarlo.

La relación calidad precio de la amnistía tiene dos baremos dependiendo de lo básico: si gobierna Pedro Sánchez, o no

La relación calidad precio de la amnistía tiene dos baremos dependiendo de lo básico: si gobierna Pedro Sánchez, o no. Que el fin no puede justificar los medios puede servir, tanto para renunciar a un gobierno progresista por no tener que aprobar una amnistía a Puigdemont, como para negarla dándole, así, el poder a la derecha con la ultraderecha de socios de gobierno. Depende de lo que cada uno establezca como prioritario.

Incluso, dándole la vuelta al asunto, podría hablarse de quien ha estado dispuesto, incluso, a renunciar a sus principios de no aceptar una amnistía con tal de procurar un mayor bienestar a los españoles, y quien no.

Y luego viene lo de su constitucionalidad, su europeidad, sus efectos sobre el futuro del PSOE, la rotura de España y todas esas cosas que presagian un futuro tenebroso. Veremos la reacción de tanto profeta cuando llegue el momento de la prueba del algodón. Tiempo al tiempo.

La virtud de la necesidad