domingo. 28.04.2024
RTVE
Foto: RTVE

Estoy absolutamente convencido que moderar un debate es siempre una tarea complicada, más aún si se trata de debates electorales.

Estamos inmersos en plena campaña de las elecciones generales del próximo 23 de julio y los ciudadanos hemos tenido ocasión de ver hasta ahora dos debates televisivos, por un lado el cara a cara entre el candidato del partido Socialista y actual Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el candidato del Partido Popular Núñez Feijóo, y por otro el debate con todos los portavoces de los grupos parlamentarios.

Podríamos convenir que los debates electorales son necesarios y además deben ser útiles para que los ciudadanos puedan conocer las propuestas de las distintas formaciones políticas y conociéndolas puedan decidir de forma reflexiva y con conocimiento a quién deciden votar; esto sólo se hace realmente posible si los debates son ordenados, los intervinientes acuden con la voluntad de exponer sus propuestas, confrontarlas con sus oponentes y hacerlo sin tratar de confundir a los ciudadanos; asimismo que cuenten con moderadores que actúen con flexibilidad, respeto a los intervinientes, y con la autoridad imprescindible para ordenar el debate y evitar se genere tal ruido y confusión que impida que el debate cumpla su función.

Dicho lo anterior y habiendo visto en televisión los dos debates referenciados al comienzo de este artículo, se hace necesario en mi opinión exponer una serie de reflexiones. 

En el debate de RTVE, la confrontación de ideas, incluso las más antagónicas, no supusieron nunca que el ruido y las interrupciones abruptas se impusieran

Admitida ya la dificultad de moderar debates, me referiré en primer lugar al debate a siete celebrado ayer en RTVE con todos los portavoces de los grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados y que moderó el periodista Xabier Fortes.

En mi opinión este debate reunió las características que anteriormente expuse como condiciones necesarias para cumplir su función y ello se consiguió como consecuencia de una serie de factores que paso a enumerar:

En primer lugar indicar que en el marco del formato establecido todos los representantes políticos pudieron hablar todo el tiempo de que disponían, cada uno de ellos defendió sus propuestas que pudieron ser escuchadas sin ruido, pudieron interpelarse sin que ello supusiera que el debate se encrespara y es de justicia reconocer que el comportamiento de todos ellos facilitó en gran medida que el debate cumpliera su función. La confrontación de ideas y posiciones, incluso las más antagónicas, no supusieron nunca que el ruido y las interrupciones abruptas se impusieran.

Reconocida la dificultad de moderar un debate de esta naturaleza quiero indicar que en mi opinión la moderación y ordenación del debate por parte del Sr. Xabier Fortes fue muy buena, el moderador demostró tener cualidades y experiencia para asumir con solvencia citas tan importantes en democracia como son los debates electorales.

Formato adecuado. Moderador con la autoridad, seguridad y competencia necesaria para asumir su tarea garantizando un trato exquisitamente equitativo a todos los portavoces. Representantes políticos que asumieron la responsabilidad que una sociedad democrática les demanda en este tipo de comparecencias y que consiste en confrontar ideas y propuestas con el objetivo de que los ciudadanos puedan ejercer su opción de voto tras conocerlas.

Estas fueron las señas de identidad de este debate con la presencia de siete portavoces parlamentarios y estoy absolutamente convencido que ha sido muy útil para los españoles que lo hayan seguido.

El debate que había generado la mayor expectación era lógicamente el cara a cara, entre el Presidente del Gobierno y candidato a la reelección , Sr. Pedro Sánchez, y el candidato del Partido Popular, Sr. Núñez Feijóo, que se celebró el pasado 10 de julio y sobre el que considero interesante exponer una serie de reflexiones.

Hoy, pasados varios días del cara a cara, y sobre todo una vez visto el debate a siete, me sigue pareciendo inaudito que un candidato a presidir el Gobierno de España ( Feijóo) se haya negado a debatir en la televisión pública estatal, justificando esa negativa en una supuesta falta de imparcialidad y buen hacer de sus profesionales 

El candidato Feijóo ha admitido sólo un cara a cara con el Presidente de Gobierno exigiendo se celebrase en las cadenas del grupo Atresmedia, es decir Antena 3 y La Sexta. Parece ser que el Sr. Feijóo presupone a estas cadenas la imparcialidad y profesionalidad que niega a los técnicos y periodistas de RTVE. 

Conocido el control absoluto que los gobiernos de Feijóo han llevado a cabo sobre la información que se daba en la radiotelevisión pública gallega, podemos entender por qué Feijóo no quiere debatir en la televisión pública española; lo explica claramente el refranero español: cree el ladrón que todos son de su misma condición. 

Feijóo presupone al grupo Atresmedia la imparcialidad y profesionalidad que niega a los técnicos y periodistas de RTVE

El candidato Feijóo debe saber que los profesionales de RTVE son muy buenos, tienen experiencia en dirigir y moderar debates como acaban de demostrar ayer, y demuestran que respetan la pluralidad existente en nuestro país.

Mostrando desconfianza sobre el comportamiento de los medios públicos y sus profesionales, siempre y cuando no dependan de un gobierno de su partido, expresa de manera clara su concepción de los medios de comunicación pública que básicamente se traduce en utilizarlos en su interés particular y no como garantía de información veraz y plural a la ciudadanía.

Dicho lo anterior que considero era necesario manifestar en defensa  de la profesionalidad y buen hacer de los profesionales de la radiotelevisión pública de nuestro país, pasaré a exponer una serie de reflexiones sobre el cara a cara del pasado 10 de julio, que tuvo como moderadores a los periodistas Vicente Vallés y Ana Pastor

Decía uno de los moderadores el Sr. Vallés al inicio del cara a cara, que esperaba que el debate permitiera se pudieran contraponer los programas electorales de ambos candidatos. Si ese era el objetivo a conseguir el resultado no pudo ser más decepcionante y en definitiva supuso hurtar que los ciudadanos pudieran conocer el modelo de país que cada candidato concebía y que se plasmaba en sus programas, así como que pudieran evaluar el balance de la gestión del gobierno que ha presidido uno de los candidatos, Pedro Sánchez, y la labor de oposición llevada a cabo por el Partido Popular con los liderazgos de Casado y Feijóo. 

Ciertamente, no es igual un debate cara a cara que un debate con más representantes políticos confrontando ideas y propuestas, pero ello no tiene que suponer que el formato, los comportamientos de los participantes y la labor de moderación tengan que ser distintos. Es indudable que en nuestro modelo de sociedad donde el debate político serio y riguroso ha perdido protagonismo, los cara a cara atraen mucho la atención ciudadana sobre todo si se dan entre los políticos que parece tienen más posibilidades de llegar al gobierno, este era el caso del debate entre Pedro Sánchez y Feijóo.

En mi opinión se hace necesario por tanto analizar cómo se desarrolló el debate, cual fue el comportamiento de los dos representantes políticos y como realizaron su labor los profesionales que moderaron el debate. 

En mi opinión el Sr. Feijóo acudió al debate con una única idea, que el cara a cara no sirviese para que los ciudadanos pudieran conocer su programa y su política de pactos para conseguir gobernar, sino que valiese para impedir que el Sr. Sánchez pudiese exponer el balance su gobierno a lo largo de la legislatura y el programa de su partido (PSOE) para los próximos cuatro años.

Feijóo acudió al debate con una única idea, que el cara a cara no sirviese para que los ciudadanos pudieran conocer su programa y su política de pactos para conseguir gobernar

Es decir acudía al debate, no con la voluntad de mostrar las bondades de sus propuestas para el país y conseguir así el mayor apoyo ciudadano posible, sino con la intención de dificultar al máximo la posibilidad de confrontar ideas y propuestas. Convertir un debate político muy importante para los ciudadanos en un espectáculo donde el candidato del PP vertió numerosas mentiras, algunas tan flagrantes que su verificación se podrían haber realizado de manera inmediata; tratando y consiguiendo muchas veces convertir el debate en un monólogo que impedía las respuestas del oponente exigiendo mantener el uso de la palabra, obviando que en un debate la interacción y la interpelación entre los participantes son su esencia. Parecía que el Sr. Feijóo quería convertir el cara acara en un debate parlamentario quizá para hacer olvidar sus fracasos cuando los tuvo en el Senado con el Presidente del Gobierno.

Para lograr ese objetivo el Sr. Feijoó utilizó una técnica de debate que no es nueva, se denomina Gish gallop(en castellano ametralladora de falacias y mentiras). Fue un reaccionario creacionista, Duane Gish, quien utilizó esta técnica por primera vez contra quienes defendían las teorías de la evolución. 

El Sr. Feijóo se dedicó a exponer casi en tromba una amplia serie de afirmaciones llenas de argumentos engañosos, medias verdades y mentiras muy burdas que hacía imposible pudiesen ser refutadas por el Sr. Sánchez en el formato de un debate.

Esta forma tramposa de afrontar el debate por parte del Sr. Feijoó no ha sido una sorpresa para quienes siguieron las elecciones gallegas de 2009 en las que Feijóo optaba a la Presidencia de la Xunta y tenía como oponente al entonces Presidente, el socialista Pérez Touriño. Aquella campaña fue una de las más sucias que se recuerdan y fue el aspirante Feijóo quien las llenó de fango y mentiras.

El Sr. Feijóo volvió a utilizar de manera obscena la figura de Miguel Ángel Blanco y ETA, para atacar al candidato a la reelección el Presidente Sánchez, repitiendo la burda mentira de los pactos del gobierno de España con EH Bildu.

Días después, en el debate a siete celebrado en RTVE, el representante de Vox utilizó la misma pregunta y la misma obscena utilización de la figura del concejal asesinado por ETA para atacar al Sr. Oskar Matute (la respuesta de éste debería ser repetida muchas veces en televisión por ser tremendamente clarificadora). Parece evidente que hoy es muy difícil diferenciar al Partido Popular de sus hijos de VOX.

El Sr. Feijóo se mostró muy hablador en el debate , lanzando multitud de inexactitudes, argumentos falaces, mentiras burdas y flagrantes, y volvió a utilizar el terrorismo como arma política, sabiendo que ello produce dolor a las víctimas y además está ocasionando su división; por el contrario fue muy parco, más bien mudo , cuando se le inquirió aclarase ante los ciudadanos el total de sus retribuciones, particularmente las que recibe del Partido Popular, toda vez que ya está verificado que este partido tenía una larga historia de existencia de una caja B (dinero negro) de la que se abonaban sobresueldos a determinados militantes y dirigentes.

Feijoó utilizó una técnica de debate que no es nueva, se denomina Gish gallop (en castellano ametralladora de falacias y mentiras)

Con estos antecedentes parece muy razonable que muchos ciudadanos tengan fundadas dudas y por tanto el Sr. Feijóo si no tiene nada que ocultar (cosa que no pongo en duda) tiene que clarificar públicamente este asunto antes del 23-J.

En fin un candidato que siembra una lluvia de mentiras, que esconde respuestas que la población tiene derecho a conocer, que no condena con contundencia la violencia machista sino que la banaliza , que pide al oponente actuaciones que su partido y él mismo nunca han practicado, un candidato que es incapaz de plantear propuestas que garanticen la cohesión social en todos los territorios del Estado, y que sigue agitando el fantasma de un terrorismo que no existe con tal de intentar arañar un puñado de votos a costa de provocar dolor y romper la unidad de las asociaciones de víctimas.

Esta fue la imagen del candidato Feijoó en el cara a cara, ese es el tipo de persona que define a Feijóó y no el de persona moderada con que lo quieren adornar las terminales mediáticas afines.

El actual Presidente de Gobierno y candidato a la reelección, Sr. Pedro Sánchez, se vio sorprendido por el tono agresivo y la tromba de mentiras, argumentos falaces y propuestas tramposas del dirigente del Partido Popular, y admitiendo según dicen los expertos que la técnica de debate utilizada por Feijóo (ametralladora de mentiras y falacias) es muy difícil de contrarrestar en el marco de un debate con el formato habitual, lo cierto es que no transmitió buenas sensaciones en muchas fases del debate.

Fue evidente que en el escenario embarrado, sucio, lleno de ruido y escaso de contenido, hacia el cual y de manera premeditada el Sr. Feijoó condujo el debate, Pedro Sánchez no se encontró nunca cómodo y ello es entendible en alguien que acude al debate con el espíritu constructivo de rendir cuentas de su acción de gobierno y presentar el programa electoral de su partido para los próximos cuatro años y no puede hacerlo. A pesar de ello el Sr. Sánchez dejó meridianamente claro su condición de político limpio, y desde esa posición exigió al Sr. Feijóo muestre públicamente todos sus sueldos y sobresueldos. Asimismo el candidato socialista consiguió una vez más mostrar la escasa convicción del Sr. Feijóo en una condena tajante de la violencia de género; la banalización de ese terrorismo machista por parte del candidato del PP a la Presidencia del Gobierno es un ataque en toda regla a la dignidad de las mujeres.

Sin ninguna duda otro actor esencial en cualquier debate es la figura del moderador, también por tanto en el cara a cara del pasado 10 de julio. En este caso habría que hablar de actores pues fueron dos los moderadores, los periodistas Ana Pastor y Vicente Vallés.

La imagen del candidato Feijoó en el cara a cara, es el tipo de persona que le define y no el de persona moderada con que le quieren adornar

No seré yo quien ponga en duda la profesionalidad ni la voluntad de imparcialidad de estos profesionales, no va en mi ADN, esa cualidad de dudar es más bien propia del Sr. Feijóo que un día duda y pone en solfa la imparcialidad y competencia de los profesionales de la radiotelevisión pública, otro día lo hace respecto a los directivos de Correos, y lo más grave llega a sembrar dudas sobre la solidez, fiabilidad, credibilidad y seguridad del proceso electoral en nuestro país. En fin, esto retrata al personaje.

Lo cierto es que el Sr.Vallés es desde hace años conductor de un informativo en horario de máxima audiencia y la Sra. Pastor ha conducido y sigue conduciendo programas importantes con audiencias notables, por tanto en mi opinión reunían las condiciones para moderar el cara a cara.

Indiqué anteriormente que en el desarrollo de un debate es muy importante el comportamiento de los intervinientes y por otra parte la labor del mediador que considero esencial; al igual que hice respecto al debate a siete del pasado viernes he expresado mi opinión sobre el comportamiento de los candidatos Sánchez y Feijóo y ahora lo haré en relación a los moderadores del cara a cara.

Desde el absoluto respeto a las personas, voy a expresar con absoluta claridad y sin ambigüedad alguna mi opinión respecto a su labor. Indicar de entrada que desde mi punto de vista la labor de los mediadores fue muy decepcionante y manifiestamente mejorable.

En mi opinión, la labor de un mediador en un debate no consiste sólo en controlar los tiempos para que sean equitativos, tampoco consiste sólo en efectuar unas preguntas introductorias que han decidido requieren respuesta, pues consideran son interesantes para la ciudadanía y después nada más, tampoco consiste en permitir que la conveniente flexibilidad que su labor exige acabe convirtiéndose en inacción y falta de control del desarrollo del debate con la inmediata consecuencia de perder la utilidad para la ciudadanía. En mi opinión esas negativas situaciones se dieron en el cara a cara del pasado día 10.

El cara a cara no lo ganó Feijóo, lo perdimos los ciudadanos de nuestro país; el 23 de julio no podemos volver a perder, hay que llenar las urnas de votos

Es cierto que la actitud de las personas que van a debatir pueden facilitar o no, el buen desarrollo del debate y en este caso en concreto la técnica utilizada por Feijóo no facilitaba la labor de los mediadores, introducía mentiras múltiples, no facilitaba la interpelación y respuestas del oponente y ello iba deslizando el desarrollo del debate hacia un terreno ruidoso, vacuo de contenido y tramposo. 

Es ahí cuando el moderador tiene que intervenir y demostrar sus capacidades para reconducir el debate. Lamentablemente no ocurrió.

En mi opinión los moderadores no mostraron la seguridad y autoridad que el tipo de debate planteado por Feijóo exigía. Quizá también fueron sorprendidos, pero en ellos eso no puede ser excusa. Su responsabilidad al aceptar moderar este cara a cara era máxima dado las condiciones en que se celebraba (único debate y además en un medio privado) y por tanto con pesar tengo que decir que no cumplieron su labor de forma satisfactoria.

Me rijo en mi vida por el principio de buena fe, elemental en derecho, y en consecuencia sigo sin poner en duda la buena voluntad y profesionalidad de los mediadores, Sr. Vallés y Sra. Pastor, ahora bien eso no es óbice para que pueda afirmar que el efecto indeseado más grave del cara a cara y su desarrollo ha sido en mi opinión la desafección y hastío que haya podido crear en los ciudadanos. En ese efecto indeseado la responsabilidad de los mediadores del cara a cara es en mi opinión indiscutible. No estuvieron a la altura, el debate les cayó muy grande.

Concluyendo, los españoles tenemos una cita con las urnas el próximo 23 de julio. Nos jugamos mucho en estas elecciones, se juegan mucho las mujeres que pueden ver en peligro derechos conquistados en su camino hacia la igualdad, se juega mucho el colectivo LGTBI que corre serio peligro de volver a ser objetivo de agresiones y vejaciones, se juegan mucho los trabajadores y pensionistas, se juega mucho nuestra democracia.

El cara a cara no lo ganó Feijóo, lo perdimos los ciudadanos de nuestro país; el 23 de julio no podemos volver a perder, hay que llenar las urnas de votos que impidan que la derecha extrema (PP) y la extrema derecha puedan llegar al gobierno.

Ser patriota ahora es parar a la derecha extrema y al fascismo.

Dos debates totalmente distintos