viernes. 26.04.2024

Sumar para ganar

En vísperas del XI Congreso del PSM dos candidatos se presentan a la elección de la Secretaría General. Tomás Gómez tras un lustro desde su proclamación ofrece como saldo la división del Partido, la ausencia de ilusión en su proyecto.

En vísperas del XI Congreso del PSM dos candidatos se presentan a la elección de la Secretaría General. Tomás Gómez tras un lustro desde su proclamación ofrece como saldo la división del Partido, la ausencia de ilusión en su proyecto. Desde que asumiera la responsabilidad que hoy ostenta se ha preocupado más de gestionar lo orgánico y sus apoyos en el interior del Partido que de construir una alternativa al gobierno regional. La pérdida de representación institucional, el desánimo y desinterés de la ciudadanía por la participación política son otros daños colaterales de su pésima gestión

La otra opción, Pilar Sánchez Acera, ofrece autocrítica – imprescindible tras las debacles electorales en Madrid - y en sus primeras intervenciones como candidata ha dado en el clavo: el cambio de rumbo. Aquél que debe emprender el PSM con la expectativa de que ello es posible, sumando para ganar.

Un proyecto de democracia por hacer, es el reto que tenemos los socialistas por delante. Basado en la convivencia, con aspiraciones de conseguir mayor justicia en la sociedad madrileña, y adhiriéndonos a un modelo de solidaridad que imponga limitaciones al arbitrio, al despotismo ilustrado y devuelva a los ciudadanos los derechos a una vida digna.

Tomás Gómez ha ganado el poder del ‘aparato’, pero no le legitima sólo su ‘título formal’. El actual secretario general acostumbra a legitimar sus actuaciones por su cargo electo, y refuerza los peores tópicos de la ‘clase política’ que en su discurso suele aparentemente combatir. Sobre todo cuando de designaciones de secretarios generales se trata. Sin duda es víctima y/o verdugo del modelo hegemónico, aquel que valida y convierte en ´verdades absolutas` hechos cuanto menos discutibles. Basta tan sólo con mantener alianzas internas, muchas de ellas basadas en la conveniencia y no en la coincidencia de ideas, para imponer argumentos que luego los votantes no entienden. . Se ha sacrificado uno de los principios elementales del PSOE desde su fundación: el debate de ideas.

Todo esto sucede en tiempos de incertidumbre, y desafección social y política. Se percibe en el ambiente. Los mecanismos de identificación y adhesión se ven erosionados por el propio ejercicio oligopólico del poder, y la desconexión de las instituciones de participación con los verdaderos intereses de la gente. Los ciudadanos perciben la conversión del proyecto democrático en un mero proceso formal de sometimiento de las personas por parte de intereses particulares.

Desde mi punto de vista, el PSM debe hacer una apuesta real por la construcción de una efectiva democracia, no sólo formal o representativa. El avance en derechos, la ética, la construcción de un sistema pleno de garantías de los derechos de todos y los límites a la arbitrariedad del poder… Son imprescindibles de recuperar para el socialismo madrileño y nuestra comunidad.

El periodo de Gómez ha chocado con una realidad zafia donde los intereses se contraponen a la ética, mezclándose con otros no tan puros y un ejercicio cotidiano del poder con luces y sombras. Su mandato se ha caracterizado por prácticas incoherentes y lo más grave: despidos de trabajadores. Menos mal que una sentencia judicial declaró nula la decisión por vulneración de derechos fundamentales, los cuales están garantizados en los artículos 16 y 28 de la Constitución. Precisamente la Carta Magna salvó a quienes desempeñaban su oficio en el PSM de la persecución política del actual secretario general.

Las estructuras de representación mantienen pesadas cargas y vicios que se han construido a lo largo de la historia. Pero junto a todo esto, se encuentra el ejercicio concreto del poder por parte de sus titulares legales, y este ejercicio en ocasiones les deslegitima. Esto ocurre cuando la corrupción se asienta en los medios del poder. El actual secretario general mantiene a personas condenadas por la justicia en su ejecutiva, lo que deslegitima su mandato.

La legitimidad de ejercicio hay que ganarla día a día, resulta una consecuencia del propio fundamento ético de la representación. No deberíamos conformarnos con someter cada cuatro años al voto militante este “ejercicio”, un poder democrático debe ir más allá de esta regla de mínimos y validarse cada día.

Pero ni siquiera todos los militantes del PSM votamos para elegir al máximo responsable del Partido. Una enmienda aplazada, impide ponerse a tono con las demandas de más democracia por parte de las bases y la sociedad. La revolución de conocimiento e información en tiempo real que ofrecen las redes sociales de la información web 2.0, y su uso cada vez más extendido a pesar de la crisis económica, forman parte de esta idea y lograran imponerse a futuro por fuerza de los hechos.

No cabe democracia sin participación. La profundización de la misma dará legitimidad a los secretarios generales de los partidos y al resto de quienes se dedican al noble oficio o deber de la política. Los ciudadanos tienen que recuperar el papel de constructores de la comunidad, y los partidos ayudar a constituirse como cauces representativos. Nunca en agrupaciones que relegan a la sociedad y desconocen sus problemas.

Hay que acercar e incluir en la democracia a los grupos sociales tradicionalmente excluidos (grupos de género, de opción sexual, negritudes, colectivos marginados, etc.) y resolver la reducción de la política como un espacio reservado al Estado. El inmenso pluralismo social existente en la sociedad actual encuentra mejor encaje en procedimientos participativos de gestión de los intereses comunes, y el PSM debe procurar ser ese espacio de encuentro y acción política de la nueva realidad social.

Los partidos siguen siendo una verdadera necesidad y un canal fundamental de la participación política. Pero aún cuando surgieron con el objetivo de facilitar la participación democrática y como verdaderos foros de lucha política, debate social y práctica de cambio han pasado a ser una especie de elefante con reuma que difícilmente puede reconocerse en su idea originaria. Hay que superar la escasa capacidad de renovación.

No voy a detallar la tremenda bibliografía, tanto autóctona como foránea que existe sobre lo anquilosado de los partidos y las diversas posibilidades de hacerlos transitar hacia instancias eficaces de democracia y de participación. Sino solamente señalo la dificultad de emprender este cambio interno. Lo que va en cierto modo contra intereses instalados y grupos de poder cronificados

La sociedad, los partidos políticos, y las instancias de participación necesitan reformas en varias direcciones:

• Hacia su propia estructura de funcionamiento para fomentar la participación, la deliberación abierta y pluralista, el consenso interno en la toma de decisiones, la democracia material y la participación horizontal.

• Hacia su propia ética política y deontológica para fomentar la militancia comprometida, el servicio y los valores democráticos en la acción política y para apuntalar la lucha contra las prácticas de poder indignas, aprovechadas, clientelares, arribistas y sectarias.

• Hacia su conexión y coordinación con otras instancias de participación social y de reflexión cívica, para fomentar la coordinación, el intercambio y actualización de ideas, la permeabilidad evitando el anquilosamiento dogmático.

• Hacia el propio papel institucional y político que como tales juegan los partidos, para convertirlos en agentes dinámicos de participación política y con vocación de gobernar, y no en meros aparatos electorales y/o de reparto de cargos públicos que se instalan en la oposición en luchas intestinas.

• Hacia la definición de estrategias de acción política que incentiven la democracia material y el avance en derechos y grados de justicia material, abordando las problemáticas sociales y estructurales con competencia y con verdadero estímulo para la mejora de la sociedad y el bien común.

Recordemos que la función principal que dio origen a los partidos era defender ideas y colectivos sociales y servir a la causa del bien común y que uno de sus papeles más importantes en nuestra sociedad son no sólo los de canalizar parte de la participación política y social, sino sobre todo en épocas de miseria ética en nuestra sociedad, servir de espejo y ejemplo de buen hacer y servir a la causa común. Con estos paradigmas asumidos por el socialismo podemos elegir sin lugar a dudas… SUMAR PARA GANAR.

Sumar para ganar
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