martes. 07.05.2024

A la huelga sí

NUEVATRIBUNA.ES - 27.9.2010La huelga es el último de los recursos que los trabajadores tenemos para defender nuestros derechos, que no olvidemos nadie nos regaló. Se conquistaron con sudor, encarcelamientos y sangre a lo alargo de la historia.Los trabajadores contamos para defender estos derechos con instrumentos tan valiosos como la palabra, la negociación, la tutela judicial, la huelga y los Sindicatos.
NUEVATRIBUNA.ES - 27.9.2010

La huelga es el último de los recursos que los trabajadores tenemos para defender nuestros derechos, que no olvidemos nadie nos regaló. Se conquistaron con sudor, encarcelamientos y sangre a lo alargo de la historia.

Los trabajadores contamos para defender estos derechos con instrumentos tan valiosos como la palabra, la negociación, la tutela judicial, la huelga y los Sindicatos. Un sindicato no es sino una asociación de trabajadores y trabajadoras dependientes y autónomos sin trabajadores a su cargo, al que se asocia de manera voluntaria quien reúne estas condiciones, independientemente de la situación de activo o inactivo en que se encuentre al estar o no empleado.

La huelga, lo mismo que la sindicación, es un derecho fundamental recogido en nuestra Constitución. No todos los derechos Constitucionales tienen el rango de derecho fundamental, una categoría que está especialmente protegida. La huelga y el derecho a informar de manera colectiva mediante piquetes forman parte de esos pocos derechos que nuestra Constitución cataloga como fundamentales, y no es verdad que el derecho a la huelga y el derecho al trabajo entren en colisión. El derecho al trabajo se ejerce durante todo el año por parte de aquél que tiene la suerte de estar empleado, y el derecho a la huelga sólo se ejerce el día de la huelga. Este debe prevalecer según establecen la Constitución y la doctrina del Tribunal Constitucional, por eso el derecho a no sumarse a la huelga no está especialmente protegido y sí el de ejercer el derecho de huelga.

El derecho de huelga, especialmente protegido por la Constitución, se ejerce por los trabajadores en contadas ocasiones a lo largo de nuestra vida. Sólo cuando fracasan la palabra, el diálogo y la negociación se convoca la huelga para lograr justas reivindicaciones y avanzar en derechos, o cuando los derechos de los trabajadores son agredidos por abusos del patrón o por la acción del Gobierno mediante iniciativas normativas. Por tanto, la huelga es el último recurso utilizado. No se hace huelga para no trabajar sino para trabajar en mejores condiciones de seguridad, estabilidad, certidumbre, etc.

Las huelgas siempre están avaladas por razones justas y las huelgas generales cuentan aún con más motivos. En este país tenemos la gran suerte de contar con Sindicatos de sobrada acreditación de responsabilidad, sensatez y equilibrio, que sólo han recurrido a la convocatoria de huelga cuando no se les ha dejado otra alternativa para ejercer su función de defensa de los intereses de la clase trabajadora a la que representan mayoritariamente y que, como ahora, ha sido vapuleada y agredida. E, incluso, como hace esta reforma laboral, ha sido abandonada y reducida a la indefensión al debilitar y hacer inútil el derecho a la tutela judicial. No olvidemos que con la reforma el patrón es el juez, pues sólo él juzga la justicia y oportunidad del despido, dado que nada tiene que justificar.

Sí. Claro que hay razones para esta huelga general y claro que seguirá habiendo motivos para programar nuevas movilizaciones después del 29-S si el Gobierno no rectifica. Baste recordar lo que ocurrió en la última, aquella del 20-J de 2002. Entonces el Gobierno presidido por el Señor Aznar, se mantuvo en sus trece después de la huelga, negándose a rectificar su paquete de medidas regresivas, entre las que se encontraba la desaparición de un derecho subjetivo de los trabajadores agrarios de Andalucía y Extremadura como es el subsidio agrario. Por eso los sindicatos convocantes de la huelga, CCOO y UGT, programaron nuevas movilizaciones, especialmente en forma de manifestaciones y aquella gran concentración en la Puerta de Alcalá de Madrid el 10 de Octubre de aquel año.

Ante aquella voluntad decidida de seguir movilizando y luchando con el respaldo de los trabajadores/as, el Gobierno rectificó retirando las medidas que ya estaban en vigor, después de que hubieran sido publicadas en el Boletín Oficial de Estado.

Sí, tuvo que rectificar porque los trabajadores y trabajadoras manteníamos la lucha sin resignarnos ante medidas injustas. Ahora si este Gobierno, emulando al del Señor Aznar, se mantiene en sus trece y no rectifica corrigiendo la injusta reforma, los sindicatos tal vez se vean en la necesidad de programar nuevas movilizaciones y los trabajadores debemos de respaldarlas de manera decidida, revelándonos contra la injusticia y la resignación. La única batalla que no se gana es la que no se da, no lo olvidamos nunca.

Julio Ruiz Ruiz

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