jueves. 02.05.2024
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Foto: Economiahoy

El número de suicidios subió de 3.158 casos en 2010 a 3.870 casos en 2013, pero en este último año hubo un cambio metodológico, lo que oscurece la significación de las cifras por falta de homología

Según datos del estudio Impact presentados en un congreso médico en Santa Eulalia del Río (Ibiza), en solo cuatro años las depresiones graves han experimentado en España un aumento del 2,3%, y las menos graves del 1,8%. Los años en cuestión son los que van de 2006 a 2010; en medio, el estallido de la crisis.

No es solo la depresión. Han crecido más incluso, proporcionalmente, la dependencia y el abuso del alcohol; algo menos, otras patologías tales como la ansiedad (1,9%) y la angustia (1,8%). La cuestión de los suicidios es controvertida. Según un titular de la información que manejo (El País 15.6), el informe señala que se ha dado un aumento en cifras absolutas, pero “no significativo”. De la lectura del artículo se desprende otra cosa. Según el Instituto Nacional de Estadística, el número de suicidios subió de 3.158 casos en 2010 a 3.870 casos en 2013, pero en este último año hubo un cambio metodológico, lo que oscurece la significación de las cifras por falta de homología.

Bien, pero no es igual decir que es prematuro aún evaluar la significación de un aumento considerable en el número de suicidios, a sostener que tal significación no existe en absoluto.

Hay una realidad detrás de las estadísticas: la sociedad española está más enferma, más inerme, más abatida. La depresión afecta sobre todo a personas jóvenes, y representa el 10% del total de las bajas laborales, con una duración media de 36 días. Un trabajo presentado en la misma ocasión, basado en entrevistas a más de 1.000 personas, señala que la depresión es hoy una situación sintomática en la población laboral. Los estratos sociales con peores resultados son las mujeres, los mayores de 55 años y los empleados de empresas pequeñas; en una palabra, los colectivos más desprotegidos y por consiguiente los que tienen más miedo de perder el empleo. Un 37,4% de los encuestados «no sabe lo que haría» en caso de padecer una depresión; otro 30,1% sí lo sabe: no se lo diría a nadie. El número de quienes se declaran dispuestos a no coger la baja en caso de sufrir una depresión se eleva al 64%; dos de cada tres trabajadores.

Quizás el gobierno y la gran banca no son conscientes del todo de esa situación, o bien la consideran un mal menor, algo así como los huevos que hay que cascar para freír la tortilla. Hoy mismo, en la inauguración de un curso de economía en Santander han coincidido el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro y el presidente del BBVA Francisco González. El primero ha dicho que se está trabajando duro para consolidar la salida de la crisis y atajar la corrupción, a la que ha definido como una situación heredada. González ha atacado el populismo, «un viaje a ninguna parte que pagan siempre los más débiles», y no le han dolido prendas para afirmar: «En 2011 este país estaba al borde del desastre y hoy es al que todo el mundo mira. No es una cuestión ideológica. La prueba de la efectividad es el crecimiento de España. Lo demás son sueños de una noche de verano.»

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