viernes. 26.04.2024
cumbre OTAN Rusia
Cumbre OTAN-Rusia. 12 de enero de 2022.
 

Ucrania es uno de los varios países de la Europa central de fronteras y población (de la gran rama eslava) variables a lo largo de la historia. Kiev, que sigue siendo su capital, ya lo era también del viejo Rus de Kiev (882-1240), que abarcaba desde el mar Báltico en el norte al mar Negro en el sur y del río Vístula en el oeste al mar de Azov en el este. Y de la traslación al latín (Rus) del nombre de dicha entidad (Ру́сь) derivan tanto Rusia como Rutenia, otro de los nombres con lo que la historia ha conocido el territorio (o al menos parte de él) de la actual Ucrania, que quiere decir, significativamente, tierra o lugar fronterizo.

Entre 1500 y 1522, la parte oriental de dicho territorio es anexionada al Principado de Moscú, posteriormente Zarato ruso desde 1547, y finalmente Imperio ruso en 1721. Mientras la occidental acaba formando parte del Reino de las Dos Naciones (Lituania y Polonia), del que también forma parte el Hetmanato católico cosaco, ambos absorbidos en 1764 por el Imperio ruso con el nombre de Rusia Menor o Pequeña Rusia. En 1774, el Imperio ruso obliga al Imperio otomano a conceder la independencia al kanato de Crimea, que entra en guerra civil entre pro-otomanos y prorrusos, circunstancia que aprovecha el Imperio ruso para anexionárselo en 1783.

Tendrán que transcurrir 135 años para que, con ocasión de la Revolución rusa de febrero-octubre de 1917, su consiguiente guerra civil y la apuesta de los revolucionarios por la “liberación de los pueblos”, aparezca en Ucrania un brote nacionalista. En febrero de 1917 el Parlamento de Kiev (Rada Central) anunció la fundación de un nuevo Estado, la República Popular Ucraniana, que, tras cuatro años de guerra civil y antirrusa (1917-1921), quedará incorporada en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como República Socialista Soviética de Ucrania (RSS de Ucrania). Sin Crimea, que voluntariamente queda adscrita a la República Socialista Soviética de Rusia (RSS de Rusia).

En febrero de 1954, como parte de la desestalinación del ucraniano Nikita Kruschev y para conmemorar el trescientos aniversario del Tratado de Pereyáslav (1654, por el que el zar se comprometía a proteger al Hetmanato cosaco), la RSS de Rusia cedió a la RSS de Ucrania la península de Crimea, culturalmente rusa en más de un 80%. En esta península se encontraba, y se sigue encontrando, la estratégica Base Naval de Sebastopol, sede de la Flota soviética, hoy rusa, del mar Negro.

El 8 de diciembre de 1991 se disolvía la URSS (Tratado de Belavezha, Bielorrusia), creándose, el 21 de diciembre de 1991 la Comunidad de Estados Independientes (CEI) (Tratado de Alma Ata, Kazajistán), en la que ingresaron tanto la Federación Rusa como la República de Ucrania. Firmándose un acuerdo (1997) entre ambas, por el que Ucrania arrendaba la Base naval de Sebastopol a Rusia hasta el año 2017, prolongándolo posteriormente, en abril de 2010, hasta el 2042.

LAS DOS ALMAS DE UCRANIA

Este pequeño resumen histórico es el que nos permite comprender por qué la Republica de Ucrania que nace en 1991, nace con dos almas. La, llamémosle, “nacionalista”, que considera a Ucrania como una nación bien diferenciada, aunque haya estado doscientos veintitantos años sometida al imperialismo ruso, primero, y soviético, después; y a la que los medios de comunicación occidentales han acabado por imponerle el nombre de proeuropea. Y la “paneslava”, podríamos llamarla, que no tendría ningún inconveniente en que la República ucraniana fuera una república más de la Federación Rusa y a la que los medios de comunicación occidentales han acabado por imponerle el nombre de prorrusa o rusohablante.

Dos almas, de las que, rápidamente, se apoderaron dos santos patronos. De la “nacionalista”, Estados Unidos y la Unión Europea en aras de su complejo de “superioridad moral” o de Fukuyama; de la “paneslava” Rusia y su complejo de asedio y minusvaloración por parte de Occidente y de su aspiración a ser la heredera del viejo Imperio Ruso y la superpotencia soviética.

revolucion naranja
La Plaza de la Independencia de Kiev durante el tercer día de la Revolución naranja (24 de noviembre de 2004) Wikipedia

El primer asalto significativo entre ambas almas y ambos santos patronos se produciría en 2004-2005 con la llamada Revolución Naranja: un golpe de Estado populista (disturbios callejeros) del partido Nueva Ucrania (“nacionalista”), alentado y alimentado por Estados Unidos y los países de la Unión Europea, contra el presidente Yanukovich (Partido de las Regiones, “paneslavista”).

El siguiente (noviembre de 2013-febrero de 2014) tendrá lugar cuando el de nuevo presidente Yanukovich suspende las negociaciones para la firma de un tratado de Asociación y Libre Comercio con la Unión Europea, por considerarlo incompatible con los compromisos de Ucrania con la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Ni los nacionalistas, ni la Unión Europea ni Estados Unidos están dispuestos a admitir esta “deserción” cuando están a punto de incluir a Ucrania en el cerco, cada vez más estrecho, a la Rusia del “disidente” Putin.

ucrania 2013Manifestantes en la plaza de la independencia en Kiev, el 1 de diciembre de 2013. (Wikipedia)

La violencia armada se extiende por todo el país, en lo que se conocerá como el Euromaidan, expresión compuesta por la referencia a la importante y decisiva interferencia de la Unión Europea y la palabra “maidan”, plaza en ucraniano, en referencia a la principal plaza del centro de Kiev, la Plaza de la Independencia, donde se iniciarán, y adquirirán una gran violencia, los enfrentamientos. A la propia maidan, a confraternizar con los manifestantes, acuden en distintos momentos embajadores de países de la Unión Europea, senadores estadounidenses y los ministros de Asuntos Exteriores alemán, francés y polaco.

En la República Autónoma de Crimea aparecen unas tropas uniformadas, pero sin distintivos, que se hacen con ella sin la menor resistencia y el aplauso de gran parte de la población. Tras un poco ortodoxo referéndum, Crimea y la ciudad de Sebastopol quedan anexionadas a Rusia como dos entes federales más.

En la región más industrializada (y con el PIB per capita más alto del país), Donbás, se extienden las manifestaciones contra del Gobierno de Unidad Nacional nacionalista, protagonista del nuevo golpe de Estado contra el presidente Yanukovich, y, en los primeros días de abril de 2014, se proclaman las independencias de la República Popular de Donest y de la República Popular de Luganks. Ha estallado la guerra civil “en Ucrania”, debidamente alimentada por su correspondiente crisis internacional “de Ucrania”. Guerra civil, de momento paralizada por los llamados Acuerdos de Minsk (Cuarteto de Normandía: Alemania, Francia, Rusia y Ucrania), que ni Ucrania, ni Donbás, ni occidentales, ni rusos cumplen.

Manifestación prorrusa Donetsk 2014Manifestación prorrusa en la ciudad oriental ucraniana de Donetsk el 9 de marzo de 2014. (Wikipedia)

Y, de pronto, en noviembre de 2021, la OTAN detecta importantes concentraciones de tropas rusas cerca de la frontera ucraniana y alarma al mundo interpretando que Rusia está planeando invadir Ucrania. Rusia alega que la OTAN está incumpliendo el Acta Fundacional Rusia-OTAN de 1997 al extenderse en territorio exsoviético, primero en las Repúblicas bálticas y admitiendo en 2008 (Cumbre de Bucarest) la posibilidad de que lo hicieran Ucrania, Georgia y Moldavia, espoleta de la actual crisis de 2021.

La propaganda y las declaraciones altisonantes se disparan. La OTAN no habla de guerra, pero Estados Unidos y la Unión Europea, sí de abrumadoras represalias económicas y financieras en caso de producirse la supuesta invasión rusa de Ucrania; invasión que Rusia niega que tenga la intención de llevar a cabo. En cualquier caso, ¿qué quiere decir que Rusia podría invadir Ucrania? ¿Ucrania o solo el Donbás? ¿Tomando la iniciativa o para defender Donbás en caso de producirse un hipotético asalto ucraniano?

Sucesivos encuentros de alto nivel en diferentes foros internacionales han resultado hasta ahora en un fiasco, por otra parte, prácticamente esperado, dada la disparidad de ambiciones. Encuentros de alto nivel sin presencia, significativamente, ni de Ucrania ni de Donbás, cuyos intereses y seguridad se supone que son los que los ambas partes (Rusia y la OTAN) pretenden proteger y defender y son la causa de la crisis (“de Ucrania”).

Ninguna de las partes quiere ceder. Rusia mantiene sus líneas rojas: la expansión de la OTAN al este (concretamente la incorporación de Ucrania y Georgia a la Alianza) y la retirada de las tropas occidentales del “espacio exsoviético” (las hay en prácticamente todas los países excomunistas de la Europa central). Estados Unidos y la Unión Europea, las suyas: ningún Estado tiene derecho a obligar o a prohibir a otro Estado su pertenencia a una organización internacional. Ningún Estado tiene derecho a entrometerse en las relaciones, sean del tipo que sean, entre otros dos (o más) Estados.

Subiendo la apuesta, Rusia amenaza con desplegar tropas y misiles estratégicos (¿con carga nuclear?) en el hinterland estadounidense: Cuba, Venezuela, etc. Y Estados Unidos cae en la trampa y contesta que, de llevarse a cabo esa medida, responderá con “contundencia y de forma decisiva” (¿Cuba 1962?). Es decir, que hay hinterlands y hinterlands, según a quien beneficien o amenacen. 

El argumento occidental sería, en principio, irrebatible, si se diera en el mundo que nos quiere hacer creer la propaganda, pero es tan débil, por interesado, como el ruso, por darse en el mundo competitivo real, en el mundo de áreas de influencia y dominio económico-financiero, en el mundo donde los vencedores de la Guerra Fría pretenden, en nombre de una supuesta “superioridad moral” (complejo Fukuyama), imponer sus presupuestos ideológicos al resto del planeta, en un mundo donde viejas potencias y superpotencias no se resignan a haber dejado de serlo.

Razón por la cual, estamos viviendo una bastante común disputa local ideológico-étnico-lingüística (crisis “en Ucrania” entre sus dos almas) como una auténtica posibilidad de guerra mundial (crisis “de Ucrania” entre sus dos santos patrones) a la que el problema ucraniano le sirve de excusa. Guerra mundial, que, en el fondo, sabemos que no se va a producir porque el gran mundo de las finanzas, que no tiene patria, pero manda mucho y podría perder mucho, y los arsenales nucleares, que provocan tanto miedo e inseguridad, no lo van a permitir.
 

Ucrania como excusa