domingo. 28.04.2024
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Cumbre en Johannesburgo.

Los pasados días 22 a 24 de agosto, se celebró en Johannesburgo (Sudáfrica) la XV Cumbre de jefes de Estado y Gobierno de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Según la mayoría de los pronósticos de los medios de comunicación, en esta Cumbre no se tomarían decisiones de importancia, sino que más bien serviría de foro de debate de los principales temas pendientes, como la posible admisión de nuevos miembros (una veintena de aspirantes declarados) y las condiciones exigibles para que estas incorporaciones se pudieran producir sin crear distorsiones internas o cómo enfocar el espinoso y pretendido tema de la desdolarización de las finanzas internacionales.

De igual forma era tema de debate si el presidente ruso Putin asistiría a la Cumbre, ya que al haber dictado la Corte Penal Internacional una orden de detención contra él por supuesta deportación de niños ucranianos a Rusia y al ser Sudáfrica país miembro signatario de la misma, se vería en la tesitura de o bien tener que detenerlo, para lo que ciertos sectores políticos y judiciales sudafricanos ya tenían preparada la demanda en caso de que aterrizara en el país, o incumplir la orden de arresto, vulnerando así el Derecho Internacional. 

Los BRICS, mostrando una eficaz capacidad de diplomacia interna y discreta, anunciaron la admisión de seis nuevos países

Pero los BRICS, mostrando una eficaz capacidad de diplomacia interna discreta, dieron la sorpresa y anunciaron la admisión de seis nuevos países: Arabia Saudí, Argentina, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto, Etiopía e Irán, que se hará efectiva el próximo uno de enero de 2024, y anunciaron tener ya acordadas las condiciones de adhesión, que no han hecho públicas, por las mismas razones de diplomacia discreta. El uno de enero del año que viene, los BRICS pasarán a ser lo que podríamos llamar, a falta de que alguien les encuentre un nombre que logre imponerse, los BRICS+: once miembros. 

En cuanto a la presencia física del presidente Putin, éste parece haber preferido no comprometer a su socio el presidente sudafricano Ramaphosa en bien del éxito de la Cumbre, que no se ha visto así oscurecida por el dilema detención/no detención de gran repercusión internacional y que hubiera sido bien aprovechado por la oposición interna sudafricana y por un mundo occidental (OTAN+) en actual guerra geopolítica con Rusia y rival internacional de los BRICS. 

¿Es casualidad que el avión en el que viajaba el rebelde Prigozhin se estrellara el día 24 de agosto en plena Cumbre de Johannesburgo? 

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Si en un mapa, excluyendo a Argentina, cuya incorporación a los BRICS ha recomendado en público el presidente brasileño Lula en diversas ocasiones, trazáramos un círculo que abarcara a los cinco restantes nuevos miembros, comprobaríamos que su centro coincide aproximadamente con el canal de Suez y el mar Rojo. Significativo.

Porque este círculo de nuevos miembros es en gran parte el epicentro de los hidrocarburos: Arabia Saudí, EAU e Irán, lo que materializa la conexión de los nuevos BRICS+ con la OPEP+ —a la que también pertenece Rusia, además de Arabia Saudí, EAU e Irán— enfrentada, como club de países productores de hidrocarburos, al G7, club de países importadores de hidrocarburos.

Porque este nuevo BRICS+ es un nuevo paso más, un facilitador, hacia la reconciliación entre Arabia Saudí e Irán (auspiciada y facilitada por China) y, por lo tanto, al enfrentamiento, en gran parte ficticio y provocado, entre suníes y shiíes, que puede resultar beneficioso (ya lo está siendo) para los conflictos internos de Irak, Siria (donde Rusia tiene también bastante que decir) y Yemen.

Y porque este círculo con centro en el canal de Suez y el mar Rojo tiene la situación geográfica ideal para la expansión, hacia el Mediterráneo y hacia África, y la consolidación de las infraestructuras físicas de la célebre Ruta de la Seda china, en parte financieramente sostenida por el Nuevo Banco de Desarrollo, conocido como el banco de los BRICS; al enlazar físicamente con China a través de los países de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), a la que además de los BRICS+, China, Irán, India y Rusia (tres países nucleares de los ocho que lo son en el mundo), pertenecen los centroasiáticos Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.

Por otra parte, la Cumbre ha dado la oportunidad de que, una vez más, pero esta vez con importante repercusión mediática, los BRICS, ahora BRICS+, dejen entrever, entre las numerosas altisonantes y autoelogiosas declaraciones de sus protagonistas antes y durante la Cumbre, los porqués de su existencia, sus razones de ser.

El círculo de nuevos miembros es en gran parte el epicentro de los países productores de hidrocarburos

En este sentido, resulta interesante destacar ciertas declaraciones de intenciones expresada por el anfitrión de la Cumbre, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, en las que ha afirmado que el grupo (BRICS/BRICS+) “no sólo pretende fortalecer relaciones entre Gobiernos, sino también crear vínculos entre poblaciones que enfrentan similares problemas y dificultades”, y que el grupo (BRICS/BRICS+) pretende ser “una asociación igualitaria de países con puntos de vista diferentes, pero con una visión compartida del mundo futuro”.

En las que expresiones como “poblaciones con problemas y dificultades similares” “con una visión compartida del mundo futuro” son claras alusiones a ese antiguo “tercer mundo”, hoy llamado “sur global”, supuestamente neocolonizado y subordinado económica y comercialmente al llamado “mundo rico o desarrollado” u “occidental”. En definitiva, constituir una alternativa al mundo creado a partir de Bretton Woods en 1944 (FMI, BM, OMC, BAD [1]), hoy día políticamente amparado por el G7 [2] y militarmente por la OTAN+ [3]. Mundo al que acusan de seguir manteniendo una “mentalidad de Guerra Fría”, es decir, de bloques rígidos enfrentados.

Razón por la cual, uno de los objetivos prioritarios de los BRICS [4]/BRICS+ es avanzar hacia una progresiva desdolarización del comercio y el juego financiero internacional. Crear, por ejemplo, una moneda de cambio internacional, una unidad de cuenta de referencia internacional, desvinculada del dólar. En 1944 (Bretton Woods) se acordó sustituir el patrón oro, que hasta entonces regía las transacciones comerciales inter-nacionales, por el dólar (estadounidense) como divisa inter-nacional, siempre que éste estuviera respaldado por las correspondientes reservas de oro en su Reserva Federal (Banco Central estadounidense). Condición que, en 1971 (Administración Nixon), Estados Unidos suprimió unilateralmente con la excusa del excesivo déficit comercial estadounidense, convirtiendo, así, de hecho, a la Reserva Federal estadounidense en el árbitro incontestable del comercio inter-nacional (dolarización de la economía mundial). 

Una nueva unidad de cuenta de referencia internacional no sólo vinculada al oro, como antaño, sino a otros metales estratégicos, incluidas las tierras raras

Una nueva unidad de cuenta de referencia internacional no sólo vinculada al oro, como antaño, sino asimismo a otros metales estratégicos, incluidas las tierras raras. O fomentar el uso de monedas locales en las transferencias internacionales binacionales, como, por ejemplo proyectos inter-BRICS. Todo lo cual ayudaría a los países sancionados por Occidente, como actualmente Rusia o Irán, a eludirlas. Proceso en parte ya iniciado. 

En este sentido, la Cumbre ha acordado encargar a sus ministros de finanzas y economía y a los gobernadores de sus bancos centrales estudiar, informar y planear la forma de llevarlo a cabo.

Los BRICS/BRICS+ preconizan, asimismo, fomentar el abandono de la mentalidad “guerra fría” de bloques rígidos, encabezados por una superpotencia, cuyos intereses priman. A diferencia del mundo occidental, política y económicamente bastante homogéneos, los heterogéneos BRICS/BRICS+ se consideran “una asociación de países con puntos de vista diferentes”; una asociación sin organización jerarquizada como la OTAN o la Unión Europea y, por tanto, con una mayor capacidad de flexibilidad a la hora de emprender proyectos concretos en formato de “geometría variable”, donde cada país asociado podrá involucrarse hasta donde pueda y quiera y en la forma que sus necesidades y posibilidades le permitan o, sencillamente, no involucrase. Y donde cualquier otro país no BRICS+, sea aspirante o no a serlo, podría igualmente involucrarse como pueda y quiera. Un buen ejemplo de este tipo de proyectos serían los planes de paz ya presentados por Brasil y China en relación con la guerra en Ucrania. 

Como último comentario relativo a la Cumbre, conviene destacar, por ser de especial interés para los españoles, que se acordó apoyar el plan de las Naciones Unidas para la descolonización del Sáhara Occidental, al que se opone Marruecos con el apoyo francés y recientemente de Estados Unidos, Alemania, Países Bajos, Israel e, incomprensiblemente, España, potencia administradora del territorio según el Comité de Descolonización de la ONU. Obligación internacional de la que España lleva haciendo dejación desde su retirada en 1975 en los estertores de la dictadura.


[1] Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, 1944; Organización del Tratado del Atlántico Norte, 1949; Banco Asiático de Desarrollo, 1966; G7, 1975; y Organización Mundial del Comercio, 1995. 
[2] G7: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, República Federal Alemana, Italia y Japón.
[3] OTAN+: Conjunto de países con los que Estados Unidos tiene firmados tratados de “defensa mutua” activos. 
[4] Los BRICS representan el 43% de la economía mundial (el G/7, el 30%); el 40% población mundial; el 30% del territorio terráqueo; el 23% del PIB mundial; y el 18% del comercio mundial.  

Evolución de los BRICS