sábado. 27.04.2024

En los últimos días de julio, Níger sufrió un golpe de Estado militar blando. Según las noticias que se van recibiendo, no parece que éste esté provocando ningún tipo de represión importante. El presidente derrocado, aunque retenido en el propio Palacio Presidencial, tiene contacto libre con el exterior y recibe toda clase de visitas. Tampoco parece haber tras el golpe algún tipo de motivación o enfrentamiento étnico o partidista. Ni parece que el golpe vaya a favorecer de alguna forma la capacidad de enfrentar (que va a seguir siendo apoyada por el grupo Wagner) la guerra civil del país contra la rebelión yihadista. Podía pensarse que se ha tratado de una simple lucha de egos, un simple cambio de gobernantes.

Pero lo que sí ha aparecido con rapidez y contundencia es una clara postura antifrancesa, y en general anti-occidental. La salida de cuyas tropas se pide tanto por la propia Junta Militar (Consejo Nacional de Salvaguardia de la Patria, CNSP) como en las multitudinarias manifestaciones populares que han inundado las calles de Niamey y otras localidades en los últimos días. Unas tropas francesas que “teóricamente” están desplegadas en Níger para combatir lo que se supone que es el más importante problema de seguridad nigerino: la disidencia armada de ideología yihadista.

Lo que sí ha aparecido con rapidez y contundencia es una clara postura antifrancesa, y en general anti-occidental

Estas dos circunstancias son las que permiten plantearse la pregunta: entonces, ¿contra quién y por qué el golpe de Estado? Y autorizan a pensar que la respuesta es contra la “política exterior” (el alineamiento internacional) del Gobierno del derrocado presidente Mohamed Bazoum, no su “política interior” (los problemas del país y sus formas de intentar resolverlos). 

Parece posible, en consecuencia, incluir este golpe de Estado en esa nueva forma, en esa continuación, de lucha anticolonialista, ahora contra el colonialismo económico-comercial, que África está empezando a emprender como herencia de la lucha contra el colonialismo político-jurídico del periodo anterior a las independencias.

Por eso, este golpe de Estado se parece tanto a las situaciones vividas por otros países de la zona (Malí, Burkina-Faso, Guinea-Conakry o República Centroafricana) a pesar de sus diferencias en causalidades y modalidades, como probaría el alineamiento de las Juntas Militares vecinas en apoyo del golpe y la agresividad mostrada por ciertos países de la Comunidad de Estados del África Occidental (CEDEAO) (Nigeria, Senegal, Benín, Costa de Marfil), dispuestos a actuar, incluso militarmente, con el apoyo (diplomático, económico y material) de las potencias occidentales (Francia, Estados Unidos y la Unión Europea principalmente), que ya han empezado a imponer sanciones económico-comerciales (como si estas no fueran también una forma de agresión, especialmente en países tan atrasados materialmente).

Potencias occidentales y aliados (¿dependientes?) africanos para los que parece que los sacrosantos principios de la inviolabilidad de las fronteras y de la soberanía nacional son válidos para Ucrania (¡Europa!), pero no para Níger (¡África!).

Los países políticamente estructurados como democracias no parecen tener ningún escrúpulo en justificar sus ansias de control y dominio

En el fondo, la situación no parece sino un replica a escala africana de la configuración internacional actual: los países políticamente estructurados como democracias formales (en una amplia variedad de desarrollo de dicha democracia) no parecen tener ningún escrúpulo en justificar sus ansias de control y dominio (hoy día solo económico-comercial, ¡por favor!) utilizando, si falta hiciera, la manu militari, las sanciones, las desinversiones, etc. con la excusa de la ausencia de democracia formal o de regímenes resultado de inaceptables golpes de Estado.

¿Forzar la democracia (por buena y deseable que sea), especialmente manu militari (que es lo que está proponiendo la CEDEAO con el apoyo y beneplácito del mundo occidental) es democrático?

¿Imponer los Derechos Humanos manu militari o oeconomici instrumenta no va contra los Derechos Humanos?

¿A quién beneficia (cui prodest?) inducir y promover una posible guerra interestatal en el África Occidental (CEDEAO vs. Juntas Militares), como si la región no tuviese ya bastante con las rebeliones armadas de ideología yihadista, con las consecuencias del cambio climático y con su sempiterno atraso a pesar de sus muchas posibilidades en el ámbito de los recursos naturales, tan codiciados por el grandes potencias económicas del mundo?

¿Guerra civil en el África Occidental?