El 28 de octubre de 1848 se inauguraba el túnel de Montgat, considerado hoy la infraestructura ferroviaria más antigua de la Península Ibérica. En aquel día, las impresiones fueron de profunda admiración y entusiasmo. Los viajeros celebraron con gritos y exclamaciones esos escasos segundos pasados en la oscuridad mientras el tren atravesaba la montaña. De inmediato el túnel se ganó la admiración de los presentes, y, sin embargo, representaba un enorme reto técnico. Una hazaña inédita.
Ubicado a 15km de Barcelona, el diseño original del túnel resonaba por su carácter imponente. Su longitud de 135 metros, una altura de 6,7m y un ancho de 7,25m, con una sola vía para ambos sentidos no pasaron desapercibidos (a pesar de que hoy pueda considerarse un túnel relativamente corto). Además, se diseñaron bocas para los túneles como castillos, con columnas a los lados simulando torres y el arco del túnel rematado con almenas.
El motivo de su construcción se debe a que, en el camino entre Barcelona y Mataró, se encuentra el caprichoso cerro del Turó de Montgat, una montaña de pendiente abrupta que no podía ser bordeada por la vía del tren. Los ingenieros británicos optaron entonces por perforar la montaña en ese punto.
Puesto que la tecnología de construcción de túneles era inexistente en España (por ser la primera infraestructura de este tipo), los trabajos se iniciaron en 1846 desde ambos lados con picos y palas, y, por ese motivo, avanzaron muy lentamente, además de que se vieron complicados por la naturaleza granítica del cerro.
Se sabe que, durante una visita a principios de las obras, los ingenieros británicos, Mackenzie y Locke, se sorprendieron al ver a los obreros locales con sus herramientas en las manos, y, desde ese momento, agilizaron la llegada de obreros ingleses acostumbrados al uso de la pólvora. Esto permitió que las obras avanzaran más rápidamente y que el 8 de octubre de 1847 se encontraran, por fin, las 2 galerías y se iniciaran los trabajos para ensanchar el túnel siguiendo las especificaciones del diseño original.
En marzo de 1848, se probó el túnel sin haberse acabado el resto de la línea. Se utilizó para la ocasión un convoy tirado por caballos porque las locomotoras -enviadas desensambladas en busques- se habían demorado más de lo habitual. Aun así, el acto tuvo una gran repercusión mediática y llenó la prensa y los pueblos aledaños de grandísima expectación.
Finalmente, la línea Barcelona-Mataró fue inaugurada el 28 de octubre de 1848 (hace 175 años) con la locomotora "La Mataró" en un viaje ceremonioso en el que habían sido invitado las personalidades más representativas de la ciudad y del proyecto ferroviario. El paso por el túnel de Montgat no pasó desapercibido: fue motivo de gritos y aplausos para unos viajeros sorprendidos por la súbita oscuridad que inundó el tren.
Muchas leyendas se han generado en torno al túnel de Montgat. El ingeniero especialista en trenes, Xavier Nubiola, resalta el apelativo de “El pasaje del amor” por las muestras de afecto que podían surgir espontáneamente entre viajeros (conocidos y desconocidos), pero al principio también fue motivo de aprensión y desconfianza, ya que asustaba esa gran garganta abierta en la montaña por donde desaparecían los trenes.
En la novela histórica “El hechizo del tren” (Univ. Autónoma de Barcelona, 2023), narro con lujo de detalles cómo se construyó el túnel de Montgat y también otras infraestructuras pioneras de la línea ferroviaria Barcelona-Mataró.
